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Marcas electorales y Plataformas Ciudadanas

Asistentes a la presentación de Ganemos Málaga, en julio

Santi Fernández Patón

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La semana pasada recibí una llamada del representante de mi sindicato, uno de los que ha impulsado la Marcha por la Dignidad andaluza prevista para el día 29 de este mes. Comisiones Obreras y UGT, me dijo, estaban intentando desactivar los fundamentos de esa iniciativa mediante el sencillo método de apropiarse de su nombre. El resto de sindicatos, alarmados e indignados, iban a sacar un comunicado para dar a conocer la situación. Me llamaba a mí porque se había enterado por la prensa de que Ganemos Málaga estaba sufriendo una situación similar. Era cierto.

Desde el pasado 12 de noviembre esta plataforma se ha escindido en dos grupos. Una de esas fracciones está íntegramente compuesta por militantes y cargos de Izquierda Unida. La otra por todos los demás: vecinas y vecinos anónimos, muchos provenientes de mareas, movimientos sociales como la PAH, centros de gestión ciudadana, diferentes agrupaciones, pequeños partidos, círculos de Podemos, etc.

La opinión de Antonio Maíllo, coordinador general de Izquierda Unida en Andalucía, sobre este tipo de plataformas ha sido categórica: Izquierda Unida no va a renunciar a su identidad, declaraba después de que Ganemos Córdoba decidiera concurrir a las próximas elecciones municipales como agrupación de electores, fórmula que consideraba más adecuada al carácter ciudadano de la plataforma, en contra de la coalición de partidos, a la que aspiraba IU. El hecho de que el coordinar general de un partido se entrometa con esta vehemencia en procesos ciudadanos y municipales resulta de por sí revelador.

En Málaga, la pregunta más repetida después de la división en dos es por qué Izquierda Unida se obstina en mantener el nombre de Ganemos cuando nadie más forma parte de su fracción. Algunas respuestas, a mi modo de ver, simplifican demasiado las cosas. El «entrismo», oigo estos días, es tan viejo como los propios partidos de izquierda, del mismo modo que lo son los tradicionales intentos de hegemonizar otros espacios, de situarse a la vanguardia de movimientos populares o de leer la realidad de acuerdo a preceptos muy poco flexibles. Vayamos más allá, aunque no mucho.

Todas las encuestas sobre intención de voto de los últimos meses coinciden en reducir a Izquierda Unida a posiciones meramente testimoniales. Sin embargo, como demuestran a las claras las declaraciones de Maíllo o del propio Cayo Lara, Izquierda Unida, lejos de reinventarse, se obstina en su identidad, aunque juegue al despiste.

En el lenguaje de la mercadotecnia, se conoce como branding el proceso de construcción de una marca, entendida en sentido amplio: una ciudad que aspire a construir su «marca» como referente de innovación cultural, por ejemplo.

Izquierda Unida ni siquiera ha sabido comprender el branding. En un ejercicio de suprema pereza, ha renunciado a construir una nueva marca. Por el contrario ha preferido el intento, fallido, de apropiarse de otra, en este caso Ganemos. El error básico ha consistido en entender la política únicamente en términos de márketing, incluso empresariales, demostrando de paso una ceguera absoluta a todo lo que el 15M modificó para los años futuros de este país. Esa estrechez de miras provoca que, para Izquierda Unida, nombres como «Marea», «Marchas por la dignidad» o «Ganemos» se entiendan como marcas, logotipos bajo los que enmascarar intereses netamente electorales y partidistas. La realidad, claro, esa realidad que estalló en mayo de 2011 y que los jerarcas del partido se niegan a admitir, es que ya no hay marcas que valgan. Hay nombres que son resultado de una expresión colectiva, de la gente, sin más. Ganemos es uno de esos nombres.

Por mucha obcecación y rigidez que sus dirigentes muestren, si no rectifican a tiempo la realidad volverá a sobrepasar a Izquierda Unida, pero esta vez no en forma de encuesta, sino de número de votos. Quizás ha llegado el momento de que el Partido recuerde una de las sentencias más célebres de su manes principal: “La revolución empieza en casa”.

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