Las declaraciones de la presidenta del Círculo de Empresarios acerca de la regulación en favor de la conciliación familiar y la maternidad, no sólo son todo lo que se ha dicho de ellas y probablemente algo más, sino que reflejan un síntoma de por qué España apunta a quedarse fuera de la revolución digital.
El impacto de las nuevas tecnologías en los modelos de negocio suponen volver a barajar una partida en la que teníamos malas cartas. Durante el final del siglo XIX y todo el siglo XX, nuestro país ha desarrollado una auténtica maestría para incorporarse siempre como seguidor a los cambios y llegar tarde a la generación de oportunidades de crecimiento. Desde la industrialización hasta las tecnologías de la información.
El inicio del siglo XXI se caracteriza por la reinvención completa del sistema competitivo. Surgen nuevas empresas con nuevos modelos que acaban con viejos sectores. Desde el turismo a las comunicaciones, pasando por el transporte o la forma de fabricar, comercializar y distribuir objetos de consumo.
Responder con éxito a esta oportunidad supone como país entender que la clave son las personas. Su capacitación, su iniciativa y su habilidad para anticipar los cambios y aprovecharlos para ocupar posiciones de liderazgo. Hace dos años Barack Obama dijo en el debate sobre el Estado de La Unión “somos el país de Google, Facebook y Twitter”. No lo duden, ese liderazgo proviene de las personas. De los directivos, los emprendedores, los inversores y los legisladores.
Las palabras de Mónica de Oriol reflejan una visión completamente alejada de este planteamiento, una visión empecinada en medir el compromiso en días, la capacidad en horas y el desempeño en minutos. Algo completamente fuera no ya del futuro, sino de cualquier presente que espere tenerlo.
Soy padre, y me gusta pensar que uno de esos padres que podemos calificar de intensos. Me encanta estar con mis hijos, jugar con ellos y disfrutar de su compañía y de los ojos con que miran el mundo. Trabajo entre diez y doce horas diarias y no tengo ningún problema para conciliar ambas cosas. La tecnología, señora Oriol, me lo permite cada día más. Voy a poner un ejemplo.
Acompaño a mis hijos a sus miniolimpiadas, para ellos es fundamental ver allí a sus padres y tener su apoyo, toda una mañana en un pabellón deportivo lejos de mi oficina. Durante la mañana recibo varias llamadas de clientes que automáticamente incluyo en el CRM, me envían un par de presentaciones a las que hay que dar el visto bueno y que edito o corrijo sobre la marcha, incluso busco una zona algo apartada y participo en una videoconferencia múltiple con las oficinas de Sevilla, Madrid y San Sebastián. Eso sí, afortunadamente no hay nadie en nuestra oficina pidiendo explicaciones de por qué no estoy en mi despacho cuando se me busca, ni pensando en mi falta de compromiso, profesionalidad y ambición.
La señora Oriol hablaba el otro día de directivas, no de personal poco cualificado, y hablaba de la necesidad de viajar de una ciudad a otra, y de personas que no están dispuestas a salir a las nueve de la noche de la oficina. La señora Oriol representaba el otro día el por qué van a ser muchas las empresas españolas de sectores tradicionales que van a tener muy mala mano en este nuevo reparto de cartas.
Estamos en otra partida, con otras reglas, con muchos más jugadores sentados a la mesa y algunos siguen queriendo cantar las cuarenta.
Sobre este blog
En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
