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Piden al Obispado que “nadie pueda acceder” al campanario de Cazalilla para lanzar la pava

EP

JAÉN —

La Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (Anpba) ha solicitado al Obispo de Jaén que “se mantenga cerrada la puerta del campanario” de la iglesia de Santa María Magdalena de Cazalilla (Jaén) para que “nadie pueda acceder” este martes y lanzar desde él una pava viva en una tradición que cada 3 de febrero se desarrolla con motivo de la festividad de San Blas.

Así lo ha indicado este lunes en una nota la organización, desde la que se ha recordado que en diciembre de 2003 entró en vigor la Ley andaluza de Protección Animal que tipifica como muy grave “el uso de animales en fiestas en los que estos puedan ser objeto de sufrimiento o tratamientos antinaturales”.

De este modo, Anpba pudo interponer en 2004 su primera denuncia administrativa por el lanzamiento de una pava desde el campanario de la iglesia cazalillera. La Junta, previo dictamen del Departamento de Sanidad Animal, ratificado en 2006, que establecía mediante valoración técnico-científica que ese hecho “provoca a dicho animal sufrimientos y daños injustificados y antinaturales, comenzó a imponer sanciones, año tras año”.

“Sin embargo, llevamos ya once años de sanciones (2004-2014) y año tras año una pava sigue siendo lanzada desde el campanario, haciéndose mofa de la legalidad vigente”, ha apuntado no sin reiterar su petición al Gobierno autonómico mayores multas, ya que al imponer la mínima para las infracciones muy graves, “no logra el carácter disuasorio” que le debería ser inherente.

Por ello y dentro de su línea de actuación, centrada en las denuncias administrativas y, en su caso, recursos ante los juzgados de lo contencioso-administrativo, así como en solicitudes formales a las autoridades eclesiásticas, ha remitido un correo certificado al obispo de Jaén, Ramón del Hoyo.

En la carta, le pide que “tenga a bien dar las órdenes oportunas para que, ya desde finales de enero permanezca cerrado el acceso al campanario de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Cazalilla, a fin de prevenir, y efectivamente evitar que nadie pueda subir y, desde allí, el día 3 de febrero de 2015 lanzar a ninguna pava por sus ventanucos”.

Añade en su misiva, entre otros elementos filosóficos y teológicos, que el artículo 2418 del vigente Catecismo de la Iglesia Católica califica como “indigno” del ser humano que inflija sufrimientos a los animales y que, para Anpba, “están acreditados” en el caso de la pava de Cazalilla por un informe oficial“.

En la misma línea se ha pronunciado la Asociación Contra la Tortura y el Maltrato Animal (Actyma) para que “no se permita el acceso al campanario de la iglesia”, aunque en este caso lo ha solicitado al Ayuntamiento entendiendo que debe realizar “su función 'in vigilando' en lo relativo al cumplimiento de la ley”.

Este colectivo, ha incidido en que se “provoca daños” al animal --algo que la mayoría de los participantes en esta tradición manteniendo que permanece con quien la recoge como símbolo de fortuna-- y en que se “vulnera la legislación vigente en Andalucía sobre protección animal”. Por ello, si tuviera lugar si se realizara, “emprenderá acciones legales ante los tribunales contra el Ayuntamiento de Cazalilla, contra el Obispado de Jaén y contra todos los responsables de tal evento”.

ORÍGENES

El origen de esta costumbre, según expone el propio Ayuntamiento en su página web, que se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando dos familias enfrentadas se reconciliaron al enamorarse el hijo de una con la hija de la otra y ambos se casaron un 3 de febrero. No obstante, también recoge que hay quien ubica esta costumbre en los sorteos populares con los que las cofradías de ánimas recaudaban fondos para sus fines.

En cualquier caso, esta cita (que congrega también a vecinos de localidades limítrofes como Mengíbar, Espelúy, Villanueva de la Reina y Lahiguera) no es la única actividad que se celebra en torno a las fiestas patronales de Cazalilla, con una programación extensa en la que se incluye la procesión de San Blas, a cuyo término se suele dar la suelta del animal.

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