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Los cuatro jinetes de la plaga del olivo vistos desde Andalucía

Campo de olivos en el municipio de Escañuela (Jaén).

Ana Sola

Multiplex, fastidiosa, pauca y sandyi, son los nombres de las cuatro subespecies oficiales de la Xylella Fastidiosa (XF). Los cuatro jinetes de esa bacteria, llamada en Italia la peste negra del olivar, pero que afecta también a la vid, cítricos, almendros, quercus, adelfas, plantas ornamentales…. La bacteria ha llegado a España hace apenas unos meses, a las Islas Baleares (multiplex y fastidiosa), se ha detectado hace unos días en la Península, en Alicante (multiplex), y está cada vez más cerca de Andalucía, la primera región productora de aceite del mundo, donde sus consecuencias podrían ser devastadoras y convertir grandes zonas en un desierto.

Está considerada uno de los principales patógenos de cuarentena en la Unión Europea y aunque desde la Consejería de Agricultura andaluza se envía un mensaje de tranquilidad, el nivel de preocupación en el sector del olivar “es muy alto”, sobre todo en la provincia de Jaén con unos 600 millones de olivos, “donde este cultivo lo es todo”, según explica a eldiario.es/andalucia, Esteban Montblanc, gerente de Interóleo Picual, que aglutina más de 13.000 agricultores y comercializa cerca de 47 millones de kilos de aceite a granel.

“No es solo que haya un caso en la Península, es que no se sabe cómo enfrentarnos a esta situación”, asegura Montblanc, al tiempo que insiste en que hay un gran desconocimiento sobre esta plaga y la información que llega de Italia “es que el daño ha sido muy relevante”, hasta el punto de que en la última campaña el país vecino “ha tenido un récord de cosecha de aceite en negativo”, donde a la sequía se ha unido la obligación de arrancar cientos de olivos en la zona de Puglia, el llamado tacón de la bota.

Dependiendo de la subespecie de XF afecta a un tipo de cultivo; así la fastidiosa afecta a vid, adelfa, cerezo, cítricos, café y almendro; pauca a cítricos, olivo y café; multiplex a melocotonero, almendro, albaricoque, ciruelo, roble, arándano, olivo, vinca y plátano; y sandyl, a la adelfa. Además, según la doctora Blanca B. Landa, del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se ha demostrado la existencia de recombinación genética con nuevas subespecies y evolución, lo que aumenta el riesgo de aparición de variantes de la bacteria más virulentos o que sean patógenos sobre cultivos que antes no lo eran.

Es lógico que en una región como Andalucía, donde la producción agrícola supera los 11.700 millones de euros (25% del total nacional), lo que la coloca como el sector agrícola más potente de España, y que en el caso del olivar cuenta con 1,5 millones de hectáreas y 205 millones de olivos que producen casi la mitad del aceite de oliva de todo el mundo (4,8 de cada 10 litros), el tema sea especialmente sensible.

Olivareros consultados plantean la necesidad de no crear alarma. Ellos, aseguran que poco más pueden hacer, que prestar su colaboración realizando lo que a fin de cuentas han hecho siempre, mimar los olivos, manteniéndolos limpios y cuidados, y confiar en la correcta actuación de las administraciones para evitar la llegada de la bacteria.

El hombre, principal transmisor

Porque el principal responsable de que esta bacteria haya viajado desde el continente americano y Taiwan, donde ha estado restringida durante décadas, hasta Europa sería el hombre con el comercio de plantas infectadas, como ya ocurre con otras plagas como puede ser la mancha de la naranja o el picudo en las palmeras.

En octubre de 2013 fue detectada por primera vez en Europa, en concreto, al sur de Italia. En este país, una nueva cepa de la subespecie pauca está provocando graves daños en el olivar, donde se han visto afectadas más de 30.000 hectáreas.

Allí, según la última auditoría realizada por la Comisión Europea en 2016 y publicada hace unos meses, se calcula que están ya afectados alrededor de 350.000 olivos. El informe, que critica en parte cómo se ha actuado ante esta crisis, dice que la rápida difusión en ese territorio ha estado alimentada por la falta de actuaciones de las autoridades italianas e incluso por los procesos judiciales abiertos para evitar la destrucción de las plantas en las proximidades de los olivos infectados.

Tras Italia, la bacteria ha sido detectada en la isla de Córcega, el sur de Francia, Alemania y España. Se transmite a través de insectos, llamados vectores, que inoculan la bacteria al chupar la sabia, instalándola en el xilema (vasos conductores) de la planta, evitando que circule, y originando multitud de enfermedades, en el caso del olivar, el llamado ‘decaimiento súbito del olivo’, que de forma rápida y sin ningún remedio hace que se sequen las hojas y ramas, y posteriormente le lleva a la muerte.

Cordón sanitario y altas temperaturas

Una vez detectada en el campo, los tratamientos químicos no suelen ser efectivos y es necesaria la eliminación de los insectos vectores con pesticidas, destruir los árboles afectados en el lugar y la vegetación silvestre circundante que pueda actuar como hospedadora en un radio de cien metros, que es la capacidad de vuelo de esos insectos vectores. Además de establecer un cordón sanitario.

Aparte de la combinación de la variedad de la planta y el tipo de Xylella Fastidiosa, para que se produzca la enfermedad se tienen que dar unas determinadas condiciones ambientales. La bacteria tiene un crecimiento óptimo a 25-28 grados centígrados, y su supervivencia es más limitada a temperaturas por encima de los 34 grados o por debajo de los 10. De ahí que agricultores andaluces vean improbable que pueda desarrollarse en zonas como el valle del Guadalquivir donde las temperaturas pueden oscilar, siendo muy bajas en invierno o llegar a superar los 40 grados.

El sector confía en la Administración

Desde DCOOP, el mayor grupo productor mundial de aceite de oliva virgen extra y aceitunas de mesa, se habla de sentimientos encontrados. Por un lado, preocupación porque no se ha encontrado una forma de abordar la enfermedad cuando se produce; y por otro, la confianza en las administraciones para evitar que la bacteria afecte al sector, con los controles de plantas en los llamados puntos calientes, invernaderos, jardines, explotaciones susceptibles, puertos y entradas de plantas del exterior…

En el mismo sentido se manifiesta Isidro Gavilán, consejero delegado de Aceites San Antonio de Arjona (Jaén), con aceites premiados entre los mejores del mundo. Cree que es pronto todavía para la alarma, aunque el peligro existe, por lo que son necesarios los controles y los protocolos adecuados para estar preparados.

Francisco Vañó, director general de la empresa oleícola Castillo de Canena, que cuenta con fincas de olivos centenarios y produce aceites premiados en todo el mundo, dice que en el sector están preocupados todos pero “tampoco hay que caer en el pánico, en el terror”.

Asimismo cree que por la experiencia italiana la bacteria allí está muy controlada, y en el resto de lugares donde se ha detectado, como Alicante o Mallorca, son zonas de clima muy mediterráneo, mientras que en el Valle del Guadalquivir, donde se concentra el 80% de la producción andaluza las temperaturas son más extremas.

A esto se añade que el olivar andaluz está muy cuidado en todos los aspectos y es muy difícil encontrar una finca abandonada. Además, cada vez más hay fincas de producción ecológica y de producción integrada que implican una serie de auditorías externas, con visitas de inspectores que analizan y controlan de forma exhaustiva lo que se hace en el campo.

Confía en que se está trabajando de forma muy rápida, y plantea que a lo mejor habría que hacer un seguro colectivo con algún consorcio de aseguradoras contra este tipo de plagas.

Medidas

En España se adoptaron medidas, planes de vigilancia desde 2014. En 2015 se elaboró un plan de contingencia y se han realizado más de 16.000 inspecciones. La UE estableció que las plantas sensibles a la bacteria (más de 300) tienen que tener un pasaporte fitosanitario para poder circular por el espacio europeo.

La Junta de Andalucía aumentó en 2016 las medidas para incrementar controles y análisis, y el año pasado, el Servicio de Sanidad Vegetal de la Consejería realizó un total de 435 actuaciones específicas de vigilancia de este organismo nocivo y se tomaron 1.845 muestras de material vegetal sensible. En los primeros cinco meses de 2017 se han realizado ya 268 actuaciones en explotaciones (134), viveros (128) y parques y jardines (seis) que han permitido la obtención de más de 1.500 muestras de material vegetal sensible (3.880 desde 2014). Todas las pruebas realizadas han tenido resultado negativo, según la Administración.

El Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía (Ifapa) trabaja en el proyecto europeo ‘Estrategia de investigación multidisciplinar para la contención activa de la Xylella fastidiosa (XF Actors)’. Esta entidad aporta, por un lado, material vegetal del Banco de Germoplasma del Olivo y, por otro, conocimientos obtenidos gracias al programa de mejora genética del olivo que desarrolla.

El propio consejero de Agricultura, Rodrigo Sánchez Haro, aseguraba esta misma semana que se trata de un problema de todos y que se van a plantear más controles, además de un teléfono de atención y un correo electrónico para resolver dudas y una página web con distintos contenidos que informe al sector.

Reacciones

La portavoz de Agricultura del Grupo Parlamentario de Podemos Andalucía, Marí García, cree sin embargo que, ni el Gobierno central ni la Junta de Andalucía han hecho los suficiente para evitar la propagación de la 'Xylella' en territorio español y critica que “en Andalucía hemos pedido que se ampliaran los laboratorios de Sanidad Vegetal, no lo han hecho, y que fueran laboratorios rápidos. Tampoco lo analizado es suficiente”, ni “se ha aumentado el número de investigadores en el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA)”.

Luis Carlos Valero, gerente de Asaja Jaén, considera que en esta situación, “toda inversión en investigación para erradicar la enfermedad es poca” y confía en que las autoridades competentes sepan “el peligro que puede suponer el contagio de esta enfermedad de los olivares andaluces para la economía andaluza”. En este sentido, recuerda, terribles casos que han marcado la historia de la agricultura andaluza como la extensión de la filoxera en el viñedo, enfermedad que acabó prácticamente con el cultivo de la vid en la provincia de Jaén.

UPA Andalucía ha pedido que en el plan de acción que realice la Consejería no se olvide de las producciones ecológicas, de gran implantación en cultivos como el almendro, olivar o los cítricos, ya que “actuar contra los vectores puede provocar la pérdida de certificación y repercusiones económicas graves”. Va más allá, y demanda también “un plan de ayudas directas para los agricultores que sufran arranques en sus explotaciones por la presencia de infección de Xylella”, teniendo en cuenta que hablamos de cultivos leñosos que tardan años en producir.

También ha hecho un llamamiento para que “se impulsen los proyectos de investigación dirigidos tanto a los tratamientos para esta enfermedad vegetal, como variedades resistentes de las diferentes especies hospedantes de la bacteria que, hoy por hoy, no tiene más tratamiento que el arranque de los árboles infectados”.

Por su parte, el secretario general COAG, Miguel Blanco, cree que “la xylella viene para instalarse” en España, y abogaba en una entrevista con Efeagro por extremar medidas de prevención y erradicación y arbitrar los medios humanos y económicos necesarios.

No solo el olivar

La XF no solo amenaza el olivar otros cultivos de importancia en la región podrían verse afectados como el sector citrícola que en Andalucía produce unos 2 millones de toneladas sobre unas 85.000 hectáreas o el almendro que con 149.693 hectáreas en producción convierten a Andalucía en la región española que posee una mayor implantación de este cultivo. Las provincias de Granada, Almería y Málaga concentran el 96% de la superficie, pero es en Córdoba, Huelva y Sevilla donde la superficie de almendro está teniendo una mayor expansión, implantándose las nuevas explotaciones principalmente en régimen de regadío.

En la actualidad, la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía (RAIF) ofrece información sobre 129 plagas de un total de 25 cultivos diferentes. De estas, llaman la atención por sus devastadoras consecuencias, además de la xylella fastidiosa por la incertidumbre creada, la avispilla del castaño, cuya expansión va cuatro veces más rápido de lo que se esperaba, y que en Andalucía se localiza en Málaga y en Granada. El Valle del Genal, principal productor andaluz con unos 5 millones de Kg/año está ya afectado en un 50% y este año posiblemente llegue al 80% de la superficie, con diferentes intensidades, según el responsable de castaño de COAG Andalucía, Francisco Boza.

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