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Un año del veto ruso: los daños colaterales en Andalucía de la crisis política en Ucrania

La exportación andaluza de frutas y hortalizas creció un 3% en volumen y un 9% en valor en el primer trimestre

Ana Sola

Este mes se cumple un año del veto ruso. Una decisión política, cocida en las altas estancias diplomáticas, que ha afectado a los productos agroalimentarios de la Unión Europea. Andalucía, a más de 4.000 kilómetros del conflicto no ha quedado al margen y aunque las consecuencias a 12 meses de su estallido han sido menores de lo que se pensaban en un principio, se pone de manifiesto la sensibilidad de un mercado global muy susceptible a cualquier movimiento, especialmente en los precios.

Fue el 7 de agosto de 2014, cuando Rusia asestaba un duro golpe al sector agroalimentario de Occidente al prohibir por un año la importación de todos los alimentos perecederos procedentes de los países que adoptaron sanciones contra Moscú por su papel en la crisis de Ucrania. La prohibición era total para la importación de ternera, cerdo, verduras y hortalizas, frutas, carne de ave, pescado, quesos, desde la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Canadá y Noruega. El veto, que era por un año, se ha ampliado otro más, anunciado por Vladimir Putin, presidente de Rusia, el pasado mes de junio, y que tendrá funestas consecuencias en el norte de Europa y dentro de España en la fruta aragonesa.

No así en Andalucía, donde en el primer semestre de 2014, las exportaciones de productos agroalimentarios a Rusia apenas si eran de un 1,5%, menos según estimaciones de algunas organizaciones agrarias, y poco más de 37 millones de euros de facturación. El impacto fue fuerte, en sus inicios, ante el poco margen de maniobra para colocar los productos en otros lugares, como fue el caso de los cítricos, lo que quedaba de fruta de hueso, y hortalizas de invernadero en Almería o Granada. Otros productores, grandes abastecedores de Rusia, como Polonia o Holanda colapsaron el mercado europeo congestionándolo, de forma que se podían encontrar cajas con el etiquetado de destino a Rusia en Mercamadrid, según explica Andrés Góngora, responsable de frutas y hortalizas de COAG Andalucía.

Al haber más mercancía los precios bajan y los productores hortofrutícolas, uno de los sectores claves de la economía andaluza, se resienten. Para el secretario general de UPA-Andalucía, Agustín Rodríguez, las consecuencias, más que de pérdida de mercado, han sido por el efecto rebote, ya que si no se puede exportar se satura la oferta y los grandes distribuidores aprovechan para especular. Con el paso de los meses se han buscado alternativas en otros países, de forma que el impacto económico se dejó notar más en el balance agrario de 2014 de lo que se notará en el del 2015.

Miguel Vargas, presidente de la cooperativa almeriense Casi, espera que pronto se solucione el conflicto del que destaca que es una situación política donde el sector se ve metido como daño colateral. “Teníamos ya plantaciones de producto con destino a Rusia, y al igual que todo el sector había algunas líneas abiertas para ese mercado”, pero “a partir del año pasado hubo que empezar a buscar clientes y potenciar otros con menos poder adquisitivo”.

Antonio Rodríguez, presidente de SAT Costa de Níjar de Almería, considera que el año “no ha sido tan malo” para ellos, que especialmente comercializan tomate pera, aunque otros productos se han visto más afectados como el pimiento o la berenjena. Sin embargo, sí consideraban que el mercado ruso era muy interesante y ahora “hay que colocar el producto en otros sitios cuando todo el mundo hace lo mismo”. Ellos han optado por abrirse a otros mercados como Austria o los países escandinavos.

De la misma opinión es el presidente de Coprohnijar, Juan Segura. Ellos, dedican el 98% de su producción de tomate, sandía y calabacín, a la exportación y no dependían mucho del mercado ruso al que exportaban en torno al 5% o el 10%. Su producto, un tomate duradero, se ha colocado en Suecia, Noruega o Islandia. “No ha sido ninguna debacle, ha habido bajada de precios, altibajos, pero también en otras temporadas que pueden ser achacadas a distintas variables”, cuenta. “Lo que se truncan son las expectativas de un mercado que iba abriéndose, ahí sí ha hecho daño”, apostilla.

Para hacer frente al segundo año de veto, la Comunidad Europea ha propuesto extender las medidas que vencieron el pasado 30 de junio hasta el 30 de junio de 2016. Entre ellas se encuentran la retirada de los productos del mercado para destinarlas a organizaciones de caridad y otros propósitos, como alimentación animal, compost o destilado.

Las organizaciones agrarias, además de pedir que se mantengan esas ayudas, alertan de que las grandes cadenas de distribución siguen utilizando la excusa del veto ruso para distorsionar el mercado y bajar los precios. Mientras, Rusia busca paliar las importaciones con productos propios y se dirige al mercado latinoamericano, el más beneficiado de esta crisis, además de Egipto, Israel o Marruecos.

Cronología de una crisis

  • 18 mayo de 2013: primeras protestas contra el presidente de Ucrania Víktor Yanukóvich.
  • 22 febrero 2014: destituido por el Parlamento el presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich (que se refugia en Rusia), después de tres meses de protestas multitudinarias en Kiev.
  • 20 marzo de 2014: el Parlamento ruso ratifica el acuerdo por el que Crimea se incorpora a Rusia.
  • 17 de julio de 2014: la UE y EEUU imponen sanciones a bancos y empresas rusas.
  • 7 agosto de 2014: el Gobierno ruso aprueba impedir la entrada de ciertos productos agroalimentarios a sus mercados procedentes de la Unión Europea, Noruega, Estados Unidos, Australia y Canadá durante un año como respuesta a las medidas de esos países en el conflicto con Ucrania.
  • 25 junio de 2015: el presidente ruso, Vladimir Putin, anuncia la prórroga del veto durante un año más.
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