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14 ex empleados de un parque eólico llevan un mes durmiendo ante la sede de Gamesa en Torremolinos

Una imagen del campamento dispuesto por los trabajadores despedidos // M. H.

Néstor Cenizo

El pasado 3 de marzo Efacec, una empresa portuguesa, asumió el mantenimiento de los aerogeneradores del parque eólico de Campillos (Málaga), explotado por Gamesa. El mismo día, presentó un documento a los trabajadores de la anterior empresa subcontratada por Gamesa, por el que se les reconocían los mismos derechos y obligaciones que antes tenían. A continuación, despidió a 14 de ellos. Después de un mes (de 31 días) durmiendo bajo un toldo en un polígono industrial de Torremolinos, esos 14 ex trabajadores del parque eólico de Campillos se fueron el martes a Madrid a protestar ante quien consideran responsable de su despido. Ante el hotel en el que se celebró la Convención Eólica 2014, insistieron en la tesis de que detrás del despido está Gamesa, que habría decidido castigarlos por una huelga de hace tres años. Gamesa insiste en que no es responsable de los despidos de su subcontrata, y esta se niega a hacer declaraciones.

Jordi Luque, Alfonso Centeno y Antonio Ruiz son tres de esos 14 trabajadores despedidos que duermen desde el 9 de mayo ante las oficinas de Gamesa en Torremolinos. Bajo la lona, que a veces el viento se lleva hasta el solar de enfrente, hay sillas y mesas de playa, una nevera, una despensa, camping gas, un barreño y decenas de garrafas vacías. Una oficina cercana les cede la toma de luz. “Hemos pasado por todas las dificultades que podemos pasar. Hay veces que nos levantamos a las tres de la mañana y está todo partido por el viento. Pero vamos a seguir hasta que nos readmitan”, explica Luque, cuyas explicaciones completan los otros dos. Ninguno de los 14 ha aflojado en la protesta, ni siquiera ante la perspectiva cercana del juicio, que se celebrará el 15 de julio. Han demandado a Efacec y a Gamesa, pero la protesta la dirigen contra esta última, una empresa cotizada en el IBEX 35, porque la consideran inductora de los despidos. “¿Tengo el documento que lo prueba? No”, se responde Luque; pero el relato de lo que ha ocurrido en la planta de Campillos le lleva a la conclusión de que su despido es una represalia por intentar sindicarse: “Tengo claro que si Ignacio Martín [presidente de Gamesa] levantara el teléfono, a los cinco minutos nosotros tenemos de vuelta nuestros trabajos”.

El relato comienza en 2011, cuando los 30 trabajadores de GES, subcontratada por Gamesa, celebraron elecciones sindicales. Jordi Luque asegura que Gamesa vetó la entrada a sus plantas primero de uno y luego de los tres delegados elegidos. Durante los 18 días siguientes los trabajadores llevaron a cabo una huelga, que culminó con el despido de tres de ellos. Una resolución de la Inspección de Trabajo obligó a GES a readmitirlos en febrero de 2012. El siguiente movimiento de la empresa fue intentar que a los contratos de sus trabajadores se aplicase el convenio de Málaga, en lugar del de Algeciras, que prevé el derecho de subrogación. Un juzgado lo impidió.

A principios de 2014, GES anunció a sus trabajadores que Efacec había logrado la explotación del contrato de mantenimiento. “El día que llega, nos pone sobre la mesa un documento en el que reconoce la subrogación, y acto seguido una carta de despido argumentando que hay un exceso de plantilla”, relata Luque: “He durado 30 segundos en esa empresa. Fui empleado y acto seguido me despidieron”. 14 es el número máximo de trabajadores que Efacec podía despedir sin acudir a un ERE. Antiguos compañeros les informaron de que Efacec había contratado a 19 nuevos trabajadores poco después de ejecutar sus despidos, pero este dato no lo confirman las empresas. El documento conciliatorio que Efacec propuso (“que yo llamo soborno”, aclara Luque) les obligaba a desistir de denunciar a Gamesa y a GES.

“Es mucha casualidad que los 14 despedidos estuviéramos en el conflicto”

Muchos de los 14 despedidos contribuyeron a la puesta en marcha de la planta. Por eso, y porque Efacec no podía conocer cómo trabajan antes de asumir el contrato, sólo explican su despido por la inducción de Gamesa. “Es mucha casualidad que los 14 despedidos estuviéramos en el conflicto”, razonan. Además, según ellos, Gamesa tiene una responsabilidad subsidiaria: “Tenía que haber dicho que los despidos eran ilegales, pero no lo hace porque está detrás”. “Y en todo caso, si eres una empresa de calidad lo mínimo que debes pedir a la subcontrata es que cumpla la legalidad”, añade Antonio Ruiz. Esta responsabilidad por los despidos, que es clara para el caso de impago de salarios o cuotas de la Seguridad Social, es una de las cuestiones que deberá discutirse en el juicio. También deberá discutirse si el derecho de subrogación de los trabajadores se extiende más allá de las condiciones de trabajo.

¿Cuál ha sido el criterio que ha seguido Efacec para determinar quiénes son los trabajadores despedidos? ¿Tiene alguna relación con el hecho de que tomaran parte en un conflicto laboral con GES? ¿Sugirieron Gamesa o GES que los trabajadores despedidos fueran precisamente esos 14? ¿Es cierto que Efacec ha incorporado a 19 trabajadores nuevos a la planta de Campillos? ¿Ha respetado Efacec el derecho de subrogación? A las anteriores preguntas, el director administrativo y financiero de Efacec en España contestó lo siguiente: “El asunto sobre el que nos pregunta está actualmente siendo juzgado en los juzgados de lo social y no sería correcto comentar aspectos que van a ser juzgados”.

Gamesa explicó que está realizando cambios en las subcontratas y que no interviene en los asuntos laborales de éstas. También dice en su web que mantiene un “firme compromiso de diálogo y pacto social con sus trabajadores”. Su código de conducta establece, en su punto 1.4, lo siguiente: “La Sociedad y las sociedades que integran el Grupo Gamesa promoverán actuaciones socialmente responsables (…) a través de procesos de selección y contratación, entre sus clientes, proveedores y, en definitiva, entre entidades y empresas colaboradoras”. No ha aclarado si aplica este punto al conflicto con los trabajadores de Efacec, que se quejan de que nadie ha bajado desde la oficina de Gamesa para dialogar con ellos y que la empresa no contesta sus llamadas de teléfono.

“Esto es una represalia sindical. En el momento en que te sindicas, te echan a un delegado; si protestas, dos delegados; si haces huelga, cuatro compañeros. Si hubiéramos cejado en el empeño, tendrían a alguien a quien colgar del palo mayor para mostrarlo a los compañeros”, concluye Jordi Luque: “Si hubiéramos formado una revuelta en el centro de trabajo, nos parece lógico que se defiendan. Pero es que no hicimos nada malo”. El pasado martes llevaron su protesta a Madrid, pero tampoco allí fueron recibidos. Al día siguiente volvieron bajo la lona: “Estamos convencidos de que tenemos razón. Y estamos convencidos de que tenemos la capacidad de devolvernos nuestros trabajos”.

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