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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El fin de semana en que Podemos Málaga explotó

Una imagen de la asamblea general celebrada el domingo / N.C.

Néstor Cenizo

Los militantes de base de Podemos Málaga están enfrascados en una disputa que va camino de separarlos en dos grupos irreconciliables, si no lo ha hecho ya. Este fin de semana han mostrado la fractura: el sábado, 50 personas de siete círculos de la capital ofrecieron una rueda de prensa para pedir la dimisión del secretario general, José Antonio Vargas; apenas una hora después Vargas compareció con 20 compañeros y un escrito firmado por representantes de seis círculos para rechazar la petición y reafirmarse en su intención de celebrar la asamblea general que tuvo lugar el domingo por la mañana y que ha sido el detonante de la escisión.

En esa asamblea extraordinaria, a la que acudieron unas 80 personas, se debatió sobre la estrategia del partido de cara a las generales en términos muy duros para el secretario general estatal, Pablo Iglesias, y su grupo de confianza. Allí se escucharon expresiones como “dictador”, “casta” y “los de arriba” y se achacó a los dirigentes haber “descafeinado” el discurso vulnerando los estatutos y el espíritu originario de Podemos.

En la asamblea se escucharon críticas a la supuesta “deriva” ideológica de Podemos y el posibilismo. “No podemos dejar que unos cuantos decidan lo que se hace y cómo se hace”; “el sistema ya no tiene miedo a Pablo Iglesias”; “apoyamos al PSOE o luchamos contra el artículo 135”. “Es nuestro partido y nosotros lo hemos creado. Mucho más que ellos. No somos pegacarteles”, proclamó Rocío Filpo, que en primavera disputó la candidatura a Teresa Rodríguez. Vargas llamó al debate “antes, ahora y después”.

Los críticos con Vargas abandonaron el encuentro al poco de comenzar y no participaron en el debate. Por eso, entre otros motivos, se hizo difícil medir los apoyos de unos y otros. La asamblea reforzó a Vargas, a quienes los críticos habían “exigido” el día anterior la “inmediata dimisión” por tres motivos: “no estar a la altura de su cargo y mostrarse incapaz de hacer de Podemos Málaga una herramienta útil para los sectores populares”; “desatender su responsabilidad y anteponer los intereses de una facción ultraminoritaria”; “y tomar decisiones sin consultar a las bases y en contra del sentir mayoritario”. “Ya no representa a Podemos Málaga. Somos la mayoría. Esto son las bases”, dijeron.

Los defensores de esta postura creen tienen el apoyo explícito de las direcciones nacional y andaluza, que hace meses que no se comunican con Vargas. Sin embargo, no podrán iniciar un proceso revocatorio o pedir la convocatoria de una asamblea extraordinaria hasta el año que viene. Apenas una hora después de esa rueda de prensa, Vargas denunció “maniobras” para “frenar la expresión de opiniones en un marco democrático”. Para él, la petición de dimisión tiene un trasfondo político: “Desplazar una corriente crítica que siempre ha dicho lo mismo”.

Las tesis de Vargas: “Yo seguiré presionando para que se produzca el debate”

Las tesis de Vargas: “Yo seguiré presionando para que se produzca el debate” El discurso que imputa un viraje ideológico y el uso a conveniencia de los procesos se escucha dentro y fuera del partido. La novedad en Málaga es que esa tesis recibe el apoyo del máximo órgano de dirección a nivel local, y ni siquiera está claro que ese sector vaya a apoyar la campaña para las generales. José Antonio Vargas logró la secretaría general en enero, imponiéndose al candidato apoyado por Pablo Iglesias y Alberto Montero, miembro del Consejo Ciudadano Estatal y profesor de la Universidad de Málaga. Vargas siempre ha sido crítico con la pérdida de representatividad de las bases, que él achaca a una estrategia de la dirección. Ahora pide la vuelta al manifiesto Mover Ficha.

Cuando quiso poner estos temas encima de la mesa de la asamblea se encontró con un “ahora no toca” de una parte de la militancia, que dicen ser ignorados. El resultado es una fractura que ha dividido a las bases de la ciudad en dos mitades. Ambas partes se conceden un 50% de apoyo, pero de cara al exterior se arrogan la voz del conjunto.

Las dos partes escenificaron el sábado sus puntos de vista. La puesta en escena de los críticos con Vargas incluyó la vestimenta uniformada, todos con camisetas moradas, y cartelería oficial de Podemos Málaga. El mensaje era “Nosotros somos Podemos”. El secretario general convocó una rueda de prensa de urgencia y la celebró en la calle. “Somos nosotros los que no hemos cambiado: seguimos en las plazas”, dijo alguien.

José Antonio Vargas acudió con una camiseta con el lema Zero Capitalismo. No se esconde: su postura está alejada de las tesis que se han impuesto en Podemos. “Tenemos que conseguir mayorías electorales, pero no podemos quedarnos con que lo electoral nos lleva al cambio político si no planteas unas reivindicaciones claras de ruptura. Si no planteas el no pago de la deuda, cuando llegues la deuda te va a imponer los recortes”, explica a este medio.

Cree que esa opinión la comparte un sector de la militancia y quiere que se hable de ello: “Tenemos la legitimidad para abrir el debate con nuestra militancia. Y yo seguiré presionando, por todos los mecanismos que tenga a mi alcance, para que se produzca este debate, que no se abre con una posición fijada. Es sólo hablar, pero no quieren porque perjudica a corrientes internas”, opina. Para los críticos, Vargas “ha sacado a la calle debates que son internos” y debe rectificar: “No queremos divagar cuando la gente pide realidades”.

La legitimidad de los círculos y la escisión en el consejo ciudadano

La legitimidad de los círculos y la escisión en el consejo ciudadanoLa convocatoria de la asamblea fue apoyada por el 35% de los círculos y refrendada en el consejo ciudadano por ocho votos a favor, dos en contra y siete abstenciones. Para los críticos, “no se escuchó a las bases” y no es representativa. La fractura se extiende a los órganos de dirección. El consejo ciudadano ha sufrido cuatro dimisiones en nueve meses y Vargas ha perdido el apoyo de algunos colaboradores muy cercanos. También de algunos de quienes le votaron para secretario general. Sus críticos le acusan de seguir las directrices de Izquierda Anticapitalista Revolucionaria, aunque en su rueda de prensa sólo tres de los presentes eran integrantes de esa corriente.

A todo esto se añade la confusión con el papel de los círculos. Dos de los siete que piden la dimisión han sido creados recientemente y están recurridos ante la comisión de garantías, pero sus promotores no tienen dudas de que serán validados y entre tanto, los consideran legítimos “por silencio administrativo”. A su vez, achacan a los partidarios de Vargas manejar círculos sectoriales en los que participan las mismas personas que forman parte de otros círculos territoriales.

Al final, la asamblea de la discordia se cerró con la lectura de un documento crítico con la cúpula nacional, apoyado mayoritariamente, y la decisión de convocar otra reunión con contenido similar. Los círculos críticos también han convocado un nuevo encuentro para el 16 de octubre.

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