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Entre “gran coalición” e infinetesimal dispersión de izquierdas

María Iglesias

El próximo lunes ya se habrán celebrado las elecciones europeas y no habrá que predecir resultados, sino analizar consecuencias. Pero en vísperas del 25-M, vivimos campaña de baja intensidad -porque pese a hipócritas proclamas, al PPSOE conviene la desmovilización. Nuestra balsa de aceite se extiende entre dos extremos: esa posible “gran coalición” anunciada por el ex-presidente Felipe González y la enésima constatación de la incapacidad de las fuerzas de izquierda-izquierda para dar una respuesta unitaria, superadora de las diferencias, capaz de constituirse en alternativa ganadora.

Lo de “la gran coalición” no tiene nombre. O sí: traición. Esos pactos de izquierda y derecha que se perpetran desde Alemania a Grecia son el caballo de Troya que faltaba para dinamitar, desde dentro, la democracia. Y aunque Rubalcaba y Valenciano se desmarcaron volando de las declaraciones de González en El objetivo de Ana Pastor, no parece que quien anteayer fue todopoderoso líder del socialismo sea hoy verso suelto, sino lanzador del globo sonda que hace tiempo que preparan los poderes económicos, políticos y mediáticos en Madrid -donde siguen creyendo que pueden jugar con nuestras vidas como con los naipes de una baraja, dándonos las cartas marcadas igual que en tiempos de Cánovas y Sagasta. Escribía sobre ello, una semana antes del programa de La Sexta, Jesús Maraña en Infolibre.

“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” parece la máxima recuperada por los grandes periódicos en papel del reino: ABC, El Mundo, El País que con la excusa de que roto el bipartidismo sería más difícil “proteger” a España del secesionismo catalán o de una hipotética Tercera República, lo que buscan es mantener su poder, logrado a lo largo de casi cuatro décadas de conexiones más que directas con los dos partidos hegemónicos. Más que “Todo para el pueblo...”, “Todo para ellos”. Y por supuesto no hablo de los trabajadores de esos medios, sino de los dueños y altos cuadros que no luchan contra el paso al lado oscuro de la fuerzaal lado oscuro de la fuerza. Ojo, que no me refiero al de los socialistas a la derecha; sino del periodismo de actividad al servicio de los ciudadanos, a herramienta para que los poderosos puedan manipularlos.

Hasta ahí, la crítica ajena, al otro, que es a la que tendemos porque no nos salpica a nosotros. Pero la izquierda a la izquierda no ha logrado el primer objetivo que se venía fijando hace tiempo, concurrir aliada de algún modo a estas europeas.

En las muchas reuniones de plataformas ciudadanas, en los múltiples debates a través de correos electrónicos y redes sociales se abjuraba de la posibilidad de crear nuevas siglas de izquierda que aún atomizaran más la ya proverbial división de fuerzas, dispersaran el voto y pusieran más difícil la necesidad “urgente” -se decía- de “desbancar legalmente del poder” al PPSOE, de “entrar por la fuerza de los votos en el Parlamento”, primero el europeo, y luego español. “First we take Manhattan, then we take Berlin”, en voz de Cohen o Morente.

Pues bien, eso no se ha logrado. Que no escueza reconocerlo. Porque es el primer paso para superar el problema: encararlo.

Ha habido avances parciales, es innegable. Contra lo que el PPSOE se empeña en repetir, el 15-M no ha desaparecido. Aunque su impacto visual en grandes manifestaciones se vea atenuado, el logro ha sido reactivar a cierta sociedad civil que lejos del foco mediático se está reuniendo, debatiendo, avanzando. Lo que se refleja en el hecho de que además de Izquierda Unida -a quien las encuestas reconocen ascenso- han emergido opciones progresistas con diversas posibilidades de escaño, desde Primavera europea (la coalición formada por Compromís, Equo, Chunta Aragonesista y Particita) a Podemos oPartido-X liderados por los mediáticos y carismáticos Pablo Iglesias y Hervé Falciani, respectivamente. Algo a lo que se suma la promoción de “abstención activa” a cargo de colectivos concienciados y políticos como la Asamblea de Andalucía.

Lo que no se ha conseguido pese a ser una meta de la base de izquierda cuando se empezó a preparar la reacción frente a la involución neo-ultra-liberal perpetrada sobre nuestros derechos, libertades, calidad de vida con el pretexto de la crisis (¡qué fue un petardazo especulativo-financiero!) es limar diferencias para sumar fuerzas. La Asamblea Ciudadana de Sevilla, tras reconocer que no ha sido posible acordar la Plataforma Electoral Ciudadana de consenso que promovía “no va a apoyar a ninguna de las opciones electorales que se presentan, pero recomienda participar activamente”.

No escribo sobre esta falta de acuerdo para ser derrotista. Sino porque me preocupa que caigamos en la tentación de mirar para otro lado y no afrontarlo. Y si queremos frenar, más pronto que tarde, el viaje al matadero al que nos llevan, con paro del 25%, salarios miserables, empleos esclavistas por condiciones y horarios, emigración, desahucios... hay que dar con la manera de sacar el 50+1 de respaldo ciudadano.

Si no se logra un acuerdo siquiera entre los decididos a votar izquierda real, ¿cómo movilizar a los muchos abstencionistas que se avistan? Si no se consigue esa federación/confederación de izquierdas, ¿qué opciones verdaderas habrá de que un candidato como el griego Tsipras dispute el poder a los dos únicos de los cinco que pueden optar a presidir la Comisión europea Junker (populares) y Schulz (socialistas)?

Sé que no es fácil, sé que se hacen esfuerzos, sé que hay buena voluntad, sé que lo complejo e importante requiere tiempo y no casa con la urgencia patológica de nuestra Era internáutica. Pero hay prisa, ya lo siento.

Y, además, hay que hacerlo mientras afrontamos otras cuestiones acuciantes: como la de esa emigración que no cesa de sembrar de cadáveres el mediterráneo, o las doscientas niñas secuestradas en Nigeria (para ser vendidas, explotadas, abusadas) por estudiar. U otras que están más cerca, en institutos de Andalucía y que en cuestionarios de la Asociación de la Prensa de Sevilla, a la pregunta:

Que tu pareja lea tus mensajes privados (sms, whatsup, mails), ¿es una forma de control o un acto de amor?

responden de forma mayoritaria “acto de amor”. Añadiendo una de ellas “A mí me di wua, yo no tengo na que esconde”. Eso en este país asolado por la violencia de género y sus asesinatos.

Pase lo que pase el 25-M será relevante. Antes, durante y después estamos convocados a dar lo mejor de cada uno. Y si algún simpatizante del PSOE se molesta por la fusión de sus siglas con las del supuesto rival político, las quejas al maestro armero, sea el camarada Isidoro o el francocatalán y súper-poderoso presidente del Gobierno galo Manuel Valls que ha pedido a Rajoy las tijeras de podar para luego ofrecerse a ayudar en los mítines a Rubalcaba. Una sugerencia: si no saben cómo dar con ellos, remitan sus cartas a los medios que les sirven de voceros.

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