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“El sistema fabrica excluidos sociales a pasos agigantados”

Julio Gisbert, autor del blog vivirsinempleo.org

Ana Carretero

  • Julio Gisbert es el autor del libro 'Vivir sin empleo' y de un blog homónimo en el recopila experiencias de economía alternativa, como los bancos de tiempo, las monedas locales y las redes de trueque.
  • Gisbert será uno de los asistentes al Encuentro de Monedas Locales y Complementarias que se celebra en Sevilla desde mañana hasta el próximo domingo.

Julio Gisbert es empleado de banca, pero también un amplio conocedor de los distintos mecanismos de economía alternativa que, pese a existir desde siempre, han ido cobrando mayor importancia a medida que los efectos de la crisis se han ido agudizando y al calor de movimientos sociales como el 15M, las corralas o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Gisbert es autor del libro Vivir sin empleo (Libros del lince, 2010) y, gracias a un taller que impartió hace un año en el sevillano centro vecinal El Pumarejo, se creó la moneda local de este barrio, el puma. Esta red de moneda social cuenta en apenas unos meses con unos 500 participantes y se ha encargado de organizar el segundo Encuentro de Monedas Locales a nivel estatal.

¿Se puede realmente vivir sin empleo?

Hay que diferenciar entre tener un empleo y trabajar. Tener un empleo es estar contratado y contar con un trabajo remunerado. El sistema está demostrando que no puede dar empleo a todos, por lo que está fabricando excluidos sociales a pasos agigantados. Las experiencias como los bancos de tiempo, las monedas sociales y las redes de trueque te permiten trabajar, generar riqueza, crear comunidad y darte poder, por lo que es una nueva oportunidad de vivir dignamente.

¿Qué son exactamente las monedas sociales, locales o alternativas?

Hay muchos tipos. No sólo hay un tipo y no funcionan de igual manera. Se calcula que puede haber unas 70 en España, aunque su generación es espontánea por lo que es difícil hacer un cálculo exacto. Fundamentalmente te permiten el intercambio entre bienes y servicios. Ahí radica su diferencia con el dinero. Cuando hablo de dinero, hablo de la economía formal y de monedas como el euro que, más allá de las actividades comerciales, se han convertido en instrumentos financieros. El euro funciona a través del principio de escasez, un concepto que se relaciona con la definición de economía de los manuales. Sin embargo, los recursos no son escasos, son abundantes. Las monedas sociales parten de principios económicos distintos. El dinero social es una herramienta que le da poder a la gente. Es el propio ciudadano, y no una gente externo, el que crea riqueza. El dinero legal parece que te viene dado, pero en las monedas locales te permiten crear el tuyo propio.

¿Para qué crear otras monedas si ya existe el euro?

El dinero juega en la liga de la escasez. Está desigualmente distribuido. Se puede acumular. Las monedas sociales no son acumulables. No se puede guardar en el bolsillo. Hay que utilizarlo y genera riqueza a raíz del trabajo de la gente. Además, comprar con moneda local tiene la ventaja de que el dinero no sale de tu barrio. Evita que la riqueza se fugue. Por ejemplo, si compras productos chinos, esa riqueza se va a China. Por eso el dinero social apoya el comercio local, el de proximidad, y es más justo y sostenible.

¿Es esa insostenibilidad económica y social la que está impulsado la proliferación tan rápida de tantas monedas sociales en España?

Yo creo que a partir del 15M, la gente vislumbró que algo se podía hacer. Fue un revulsivo para muchos. El ciudadano desde su barrio puede hacer política, transformar la sociedad. Muchas de las personas vinculadas a estos movimientos sociales comenzaron con bancos de tiempo. El tiempo es la moneda más igualitaria. Un buen ejemplo, el trabajo doméstico tiene el mismo valor que cualquier otro trabajo especializado. Es la manera más sencilla de valorizar cualquier trabajo. Y en España a día de hoy puede haber unos 300 bancos de tiempo. Claro, poco a poco se quiere ir más allá: no puedes valorar un kilo de patatas en tiempo. De ahí la progresiva creación de monedas sociales. Es un movimiento potente y muy variado. Hay algunas que se construyen como alternativas reales al euro, no como complementos. Es el caso de las catalanas, por ejemplo.

Andalucía cuenta con la mitad de estas monedas, ¿a qué se debe?

El axarco, moneda complementaría de la Axarquía malagueña y que tiene un carácter más turístico, y el zoquito de Jerez de la Frontera son pioneros. Andalucía históricamente ha sido una comunidad con muchos movimientos ciudadanos. Y, bueno, el caso del puma es paradigmático y ha inspirado a mucha gente. Casos como el puma tienen un sentido claramente intencional: mantener su centro social y rehabilitar la casa palacio del Pumarejo. Lo que hacen finalmente es dinamizar el barrio, conocerse y generar dignidad en el barrio; y todo gestionado por la gente, eso es lo realmente revolucionario. Aunque realmente no me atrevería a indicarte un solo porqué del desarrollo de tantas monedas locales andaluzas.

¿Puede cualquier ciudadano o comunidad de vecinos crear una moneda local?

Claro que sí. Hay mucho material en Internet. En España ya llegamos a 70, en Europa, a unas 200. Recursos hay muchos para investigar, promover, gente que da charlas, etc. Yo recomiendo que se vayan a visitar las distintas experiencias, que hablen con los promotores de las monedas de sus ciudades y pueblos. Sobre todo, que tengan en cuenta que el dinero social es una herramienta, no es un fin en sí mismo y que es importante preguntar el para qué crearlo. El error del euro es haberse convertido en un fin. El modus vivendi en el que se opera es tener euros para consumir y consumiendo ser feliz. La moneda social va más allá. Podemos cambiar nuestro entorno. No dependemos de que venga una crisis y nos tumbe nuestra economía. Es una alternativa, una herramienta emancipadora. No sólo te da de comer o te proporciona bienes, te permite involucrarte en la política, autoorganizarte, empoderarte.

Como empleado del sector bancario, ¿cree que pueden estas monedas formar parte del sistema?

Pueden ser tan prosistema o antisistema como se quiera. A mí, particularmente, me interesan más las primeras. Es una herramienta que te permite rescatar, incluir en la sociedad a los excluidos por el sistema. Sirve para reinsertar a muchas personas en el mercado. Por otro lado, el tránsito entre una y otra economía debería ser fácil en teoría. Podría haber fórmulas colaborativas entre ambas economías, la alternativa y la formal, quiero decir. Lo trágico es que con el euro haya cada vez más gente que no tenga opciones.

Entonces, ¿podría el dinero social en un futuro insertarse en un marco institucional? ¿Existen ya casos?

Claro que existen. En Inglaterra, en Francia, en Alemania. No estoy hablando de Corea del Norte, India o Japón. Son países cercanos que forman parte de la UE. En Brasil hay más de 60 bancos comunitarios y el Gobierno apoya su creación como forma de dinamización de las zonas rurales. En Suiza existe un banco desde la Gran Depresión que funciona con moneda propia y es el banco de las pymes (pequeñas y medianas empresas). En ciudades como Bristol o Toulousse las monedas locales cuentan con el respaldo de los ayuntamientos. No hablamos de un fenómeno nuevo o de un movimiento antisistema aislado.

¿Será ese el futuro de las monedas locales españolas?

Desde luego vamos a eso. Cada vez más monedas solicitan la colaboración de instituciones. Yo espero que los ayuntamientos lo hagan. Hay mucha gente involucrada. En el encuentro de Sevilla nos reunimos unas 130 personas y se van a compartir experiencias de todos los lugares del mundo. De hecho, servirá para impulsar la creación de nuevas monedas y para dar a conocer que esto es un movimiento internacional. Un fenómeno mundial poco conocido.

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