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Los invernaderos de Almería esperan su segundo año consecutivo de récord en producción y facturación

COAG critica la entrada de tomate y calabacín en la UE por debajo de precio mínimo y pide "contundencia"

Juan Sánchez

Almería —

En un país arrasado por la crisis, con el desempleo en niveles absolutamente desconocidos, con descensos generalizados de actividad y de beneficios, la agricultura intensiva almeriense supone una luz que deslumbra por lo distinto del análisis de situación. En la campaña 2011/2012 la provincia batía su récord de producción con 3,09 millones de toneladas de hortalizas (un 7,5 por ciento más), de valor del producto comercializado, con 2.336 millones de euros (un 13,1 por ciento más que en la campaña anterior) de hectáreas cultivadas.

Difícil repetir datos de tanta consistencia, y sin embargo todo apunta a que un año después, acentuada más si cabe la crisis global, puede registrarse un nuevo “año récord”. Los datos reflejan que los precios medios obtenidos por la práctica totalidad de las hortalizas que nacen bajo ese “mar de plástico” que se ha hecho ya famoso, están siendo mejores que los del año pasado. Productos como la berenjena han mejorado su cotización en los mercados de origen en casi un 65 por ciento; los pimientos en más de un 15 por ciento, el calabacín o el pepino en porcentajes superiores al diez por ciento y el pimiento en torno a un diez por ciento, según los datos recogidos en el Boletín de Seguimiento de la Campaña hortícola 2012/2013 que elabora la Consejería de Agricultura y Pesca en base a los datos del propio sector.

Y no son solamente los datos de precios medios ya contabilizados, resulta que en el mes de mayo, mes en el que tradicionalmente se procede a arrancar las plantaciones de los invernaderos para dar paso a la campaña de frutos del verano como el melón y la sandía, los precios de venta en cooperativas y alhóndigas están siendo inusualmente elevados, lo que ha provocado que se mantengan cultivos como la berenjena, el pimiento o el calabacín, que en condiciones normales ya estarían retirándose.

Los agricultores que decidieron mantener los cultivos están más que felices de comprobar que en meses de bajo rendimiento, sobre todo porque con la llegada del calor a otras zonas de producción empiezan a sacar al mercado sus géneros, la rentabilidad de sus productos es igual e incluso mejor que en los meses de frío, muy superiores en cualquier caso a los de una campaña de otoño que dejó algunas “heridas financieras” a los productores de la provincia. Echan cuentas y les sale que pueden acabar la presente campaña con un incremento de ingresos que podría volver a superar el diez por ciento, mucho al ser la referencia la campaña 2011/2012 que ya fue un año récord.

Las explicaciones se suceden y en ellas se incluye la meteorología, la competencia, la calidad y hasta la cuestión energética. Meteorología, porque en Europa el calor ha tardado en entrar y las ‘alegrías’ de los agricultores holandeses, belgas o franceses, que hasta hace pocos años invertían fuertes sumas –y recibían cuantiosas subvenciones- para aplicar sistemas de calefacción en sus invernaderos, ya no son tantas. Ahora han de esperar a que el sol apriete para poder iniciar sus producciones porque los combustibles les han disparado los costes.

Por esa razón la competencia no lo es tanto, como tampoco se está sufriendo el acoso de los productos marroquíes, argelinos y turcos, que han visto descender de una forma notable sus producciones de hortalizas debido fundamentalmente a la proliferación de plagas que no han sido capaces de controlar. Andrés Góngora, responsable nacional de Frutas y Hortalizas de la organización agraria COAG, considera que este es un factor sin duda importante, pero apunta que además los almerienses han aprendido mucho en los últimos años en lo que se refiere a cuestiones demandadas cada vez más por los mercados, como son la calidad y la seguridad alimentaria.

El crecimiento exponencial de la lucha biológica contra las plagas de los cultivos ha permitido, de hecho, alargar la temporada de cultivos incluso tras la llegada del calor. El secreto está en que los insectos que devoran las plagas viven bien en entornos cálidos, mientras que años atrás, cuando la defensa dependía casi en exclusiva de los agroquímicos, era necesario arrancar los cultivos para no dar a plagas como la mosca blanca o el trip la opción de multiplicarse en un ambiente cálido y húmedo, favorable a su reproducción.

Desde Coag o desde Asaja se reconoce la excepcionalidad de los precios que se están logrando este año al final de la primavera, pero se hace con la boca pequeña porque no quieren lanzar las campanas al vuelo. Muchas veces un revés como lo fue el caso de la “crisis del pepino”, propiciada por un error de las autoridades sanitarias de Hamburgo, es capaz de afear el balance final de una campaña, por buena que esta haya sido hasta ese momento. Con todo, este año les cuesta más disimular la esperanza y la sonrisa que el día a día de los mercados les ha dejado pintada en la cara.

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