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Pablo Little: la rebeldía del trazo sencillo

Pablo Little. Foto: Miguel Jiménez

Alejandro Ávila

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Escenario de videoclips. Tienda de discos. Taller de escultores. Hasta una pastelería “con mostradores de cerámica pintada”, según cuentan las vecinas con más solera de la zona. El número 5 de la sevillana calle Correduría vuelve ahora a ser una galería. El estudio y la galería de arte del joven artista Pablo J. Rodríguez. Más conocido como Little.

En apenas cuatro años, este artista cordobés afincado en Sevilla se ha hecho un hueco en el imaginario artístico colectivo. A quienes conocen su obra, ya sea por sus exposiciones en Madrid o Sevilla o por sus ilustraciones en El País, les basta un vistazo para identificarlo.

“Mi trabajo es, en apariencia muy sencillo. Como milenial, me he criado entre crisis y con muchos mensajes a mi alrededor que soy incapaz de digerir. Por eso intento que mis dibujos sean lo más sencillo posible, para que yo los pueda digerir y se entiendan bien. Apuesto por volver a cierto minimalismo, para que las emociones complejas sean bien entendidas”, desvela Pablo.

En sus dibujos hay un cierto primitivismo, una simplificación con ecos simbólicos, que nos trasladan a las pinturas rupestres del paleolítico o a los jeroglíficos egipcios. “Una parte de mi trabajo es primitiva. Me olvido de proporciones y perspectivas. Hay dibujos que tienen una iconografía que descifras cuando conoces mi trabajo”.

La torpeza, la ingenuidad, la incondicionalidad, la ilusión. Y el amor. Gran parte de su trabajo más personal trata de abrirse “al amor, comunicar cómo me siento, cómo padezco. Sensaciones y sentimientos que pueden ser positivos o negativos, pero que terminan traducidos en otra cosa”.

Una de sus obras más reconocibles son dos tiritas con un corazón. “Me rompieron el corazón de manera devastadora y empecé a dibujarlo de manera repetitiva con diferentes frases. Fue tan doloroso el momento, que era algo que quería obviar. Lo descarté de cuatro exposiciones, hasta que me convencieron y se convirtió en un icono de mi trabajo”, explica.

“Lo personal es político” clamaba el movimiento feminista en los años 60. Little parece hacer suyo este lema cuando afirma que en su obra “habla de sentimientos. Todo mi trabajo habla de las emociones. Soy parte del colectivo LGTBI, así que hay una reivindicación de la comunidad (LGTBI), la confianza en el ser humano y quererse sin condiciones”.

Y concreta su compromiso contra los mensajes de odio que la extrema derecha ha extendido en las últimas campañas electorales. “Veo que en el panorama político se están llevando a cabo propuestas que van en contra de mis derechos. Me hago eco de las reivindicaciones del colectivo, visibilizando formas de amor que son igual de válidas. No podemos perder los derechos que hemos alcanzado en España, donde podemos vivir con normalidad y aceptación”.

La galería de Little se encuentra enclavada en la Alameda de Hércules, en el norte del casco histórico de Sevilla. Un lugar donde la libertad, la prostitución, el narcotráfico y la delincuencia menor se mezclaron durante décadas hasta que el mandato del socialista Alfredo Monteseirín transformó la zona en una zona cool, de urbanismo moderno y peatonalizado. La cara b de dicha transformación ha sido que los espacios de ocio han terminado ganándole el terreno a los culturales.

Por esa razón, durante las celebraciones del orgullo LGTB, Little planea “una exposición colectiva LGTB, que hable sobre género, en la que me gustaría aportar mi granito de arena a la actividad cultural de la Alameda, que se celebra cerquísima de mi local y donde han desaparecido tantos espacios culturales”.

Gestor cultural antes de dedicarse al dibujo y el diseño, reconoce que “siempre había soñado con tener una galería de arte. Aquí voy a poder tener un espacio autogestionado para desarrollar mi creatividad, pero también para aunar propuestas que suelen quedarse fuera de otras galerías, sobre todo, de artistas outsiders. Como el riesgo es mío, me puedo permitir que no se vendan y que se consuma cultura de una manera más relajada”.

En junio tiene ya prevista una exposición con artistas de la residencia Argentum, hoja de ruta, “un proyecto que se desarrolla en la provincia, tiene poca visibilidad y en el que yo mismo he participado”.

La Alameda de Hércules recupera así un pedacito de su libertad y creatividad, en una calle que Little promete llenar de amor, dibujos y ganas de ser adultos pequeños o niños grandes, pero nunca adultos grandes. Y aburridos.

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