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“El mundo del cine es muy masculino”

Tryne Dyrholm

Alejandro Ávila

Cannes se rindió a sus pies hace veinte años. Trine Dyrholm puso rostro a una película nacida para poner en tela de juicio los grandes presupuestos de Hollywood: Celebración del danés Thomas Vinterberg. Había nacido el movimiento Dogma 95 y sus creadores eran un puñado de guapos veinteañeros nórdicos. Cámara al hombro, sin iluminación artificial, sin decorados. La película debía ser fiel a la realidad: la obra reposaba en la habilidad de guionistas, directoras y artistas. La meca del cine de autor le dio su bendición y el resto ya es historia.

El discurso feminista de las sociedades nórdicas se filtra en cada palabra y cada acto de Dyrholm: se ha puesto a las órdenes de medio docena de directoras de cine, apoya a las cineastas nóveles de su tierra y ha luchado contra los personajes femeninos sin aristas. O directamente los ha rechazado. Una película premiada con un Oscar (En un mundo mejor), una interpretación que le valió un Oso de Plata berlinés (La Comuna) y un Giradillo de Oro honorífico, vive un momento de efervescencia profesional que le ha llevado a dirigir un par de capítulos de la serie que protagoniza, El legado. No descarta dirigir un largometraje.

¿Por qué decidió rodar 'Nico 1988' a las órdenes de la directora italiana Susanna Nicchiarelli?

Elegí este papel porque me gustaron el guión y el personaje, que es muy complejo. No es habitual encontrar papeles femeninos tan complejos. La directora voló a Copenhague para conocerme y ese mismo día decidí que quería formar parte de esta película. Ha sido todo un reto, entre otras cosas, porque se ha rodado en Italia y Bélgica, el elenco era muy internacional, el director de fotografía era francés, yo hacía el papel de una mujer alemana, soy danesa y se rodaba en inglés. Es decir, era una mezcla muy internacional, era una película muy europea.

En las circunstancias actuales, con el Brexit a la vuelta de la esquina y el auge del populismo de ultraderecha: ¿Le parecen importante este tipo de proyectos tan internacionales?

Es el momento de unirnos y ayudarnos los unos a los otros, en vez de empeñarnos en dividirnos en reinos de taifas. Vivimos en un mundo globalizado, donde los países están conformados por una mezcla de personas de muchos lugares y hay estudiantes, conviviendo y aprendiendo juntos. En cuanto al mundo del cine, necesitamos contar historias de igualdad cultural y de género. Nuestras películas deben reflejar la diversidad de nuestra sociedad. 

¿Es importante para usted apoyar a las nuevas cineastas?

He hecho dos películas con Susanne Bier y cuatro películas con Pernille Fischer Christensen. Son directoras con las que trabajo desde que éramos jóvenes y de las que he aprendido mucho. Ahora soy yo la veterana y estoy encantada de apoyar a las directoras que están comenzando. Puedo apoyarlas de muchas maneras: voy a ser mentora de una película danesa, realizar un taller con varias artistas y me leo muchos guiones de ellas. No se trata sólo de que seas la estrella de la película, sino de implicarme al máximo en el proceso creativo con la directora.

Actúa, compone, canta… ¿Ha pensado en dirigir largometrajes?

De momento, he dirigido dos capítulos de la serie danesa El Legado. La experiencia ha sido maravillosa y todo un reto. Tengo muchos amigos que dirigen y he trabajado mucho con ellos desarrollando personajes. Es decir, sé muy bien lo que significa ser directora, pero serlo es harina de otro costal. En cualquier caso, estoy muy orgullosa del resultado, creo que ha quedado muy natural. En cuanto a dirigir un largometraje se me antoja más complicado, porque tienes que buscar financiación y trabajar durante años, convenciendo a tus posibles socios de que es un proyecto que merece la pena. Es un trabajo muy duro.

¿Y ha pensado en hacerlo?

Sí (ríe). Si encuentro el material adecuado, quiero intentar hacer mi propia película, pero de momento estoy más interesada en desarrollar proyectos protagonizados por mí, en en colaboración con otras personas. El año que viene voy a tener un papel muy importante en una película danesa, en la que llevo implicada más de un año y medio, a través del guión, los talleres y las pruebas.

¿En alguna ocasión, se ha sentido defraudada con el resultado de una película en la que actuaba?

Intento que no me importe demasiado, porque sé cómo funciona este negocio. En cualquier caso, en alguna ocasión me han recortado mi papel y, al ver la película, me he sentido traicionada y defraudada, porque pensaba que se podría haber hecho otra película con el material que habíamos rodado. Es muy chocante no estar de acuerdo con el montaje, pero no te queda más remedio que aceptar que el montaje final es decisión del director. Al menos, en Europa. 

¿No es una situación muy comprometedora para usted como intérprete?

Es algo muy complicado, porque, como actriz, te encuentras en una posición muy vulnerable. Me gusta implicarme mucho en el proceso creativo, porque te aseguras un cierto control y evitas ser una mera marioneta. Eso también tiene su lado negativo: si te implicas en el proceso creativo, te puedes sentir más defraudado aún. Ese es el juego, que puede ser muy complicado. Cuando era muy joven, hice un pequeño papel y el director me mandó una carta informándome de que me había eliminado… ¡había desaparecido de una película de la que formaba parte! Fue algo muy chocante. También me ha ocurrido que me he esforzado mucho por un papel y me han recortado la mitad o, al contrario, que mi personaje ha terminado creciendo. Hacer películas es algo muy orgánico, que se termina haciendo en la sala de montaje. El resultado puede ser muy difícil para nosotros los actores.

Usted ha sido parte de uno de los grandes hitos de la historia del cine: el nacimiento de Dogma 95. ¿Qué ha supuesto para usted formar parte de este movimiento cinematográfico?

Nos lo pasamos en grande haciendo Celebración. Éramos un grupo de amigos, yo era muy amiga de Thomas Vinterberg, Paprika Steen… Habíamos hecho mucho teatro y hemos seguido haciendo más películas juntos. Yo creo que en aquel periodo nos inspiramos mucho los unos a los otros. Era casi teatro, ya que, por ejemplo, tenías que usar el sonido ambiente de la toma o tenías que actuar todo el tiempo, aunque no te estuvieran grabando. Las normas se establecieron, porque Lars von Trier había hecho grandes películas, pero eran muy técnicas y quería darle mayor importancia a la historia y a los artistas. Establecieron aquellas normas para librarse de toda la parte técnica y no tener que depender de cosas tan engorrosas como la iluminación artificial.

¿Cuál era la regla más importante de aquel dogma creado por Thomas Vinterberg y Lars von Trier?

La cámara tiene que seguir al actor, esa es la regla básica. De algún modo, aquello tiene que ser y parecer real. Fue muy divertido, porque rodamos en aquel castillo enorme. Éramos muy jóvenes y pensábamos que habíamos hecho una película pequeña . No nos dimos cuenta de su importancia hasta que estrenamos en el Festival de Cannes. Las reacciones fueron sobrecogedoras. Allí nos dimos cuenta de que aquello tenía cierta importancia y que habíamos creado un movimiento. Años después, seguimos conociendo a profesionales del mundo del cine que nos transmiten la importancia que tuvo Dogma para ellos. Un ejemplo de ello es la guionista de El Legado, que se siente muy inspirada por Dogma, ya que empezó a estudiar cine cuando nació el movimiento.

¿Cuáles diría que es la gran aportación de Dogma a la historia del cine?

Creo que lo más importante es que muchos cineastas se dieron cuenta de que podían rodar sin necesidad de grandes presupuestos. Cuando yo era joven, los directores necesitaban ocho años hasta poder hacer su primer largometraje, porque costaba mucho conseguir financiación, mientras que ahora muchos de los directores que salen de las escuelas de cine danesas hacen su primera película en dos años. El talento está ahí fuera.

¿Tienen las mujeres las mismas oportunidades para rodar su primera película?

No hay suficientes mujeres rodando, pero la cosa va mejorando poco a poco. Ahora mismo me estoy leyendo los guiones de tres jóvenes directoras de cine. La cosa está mejorando, van a llegar lejos y yo misma he rodado a las órdenes de directoras como Susanne Bier, May el-Toukhy, Pernille Fischer Christensen, Sherry Hormann, Annette K. Olesen o Birgitte Staermosse. Me parece que son muchas, para tener una carrera como la mía, que no es tan larga. Sin embargo, creo que el sistema es muy duro y no se lo pone fácil a las mujeres. El sistema, la financiación, la producción y el negocio son muy masculinos.

El caso Weinstein ha sido un terremoto en Hollywood. ¿Cómo se pueden evitar estos delitos?

La diversidad es siempre lo mejor. Mientras más mujeres haya dirigiendo películas, más personajes femeninos interesantes tendremos y la industria será más igualitaria. La balanza de poder estará más equilibrada. No quiero quejarme, pero sí ser responsable, poner el foco en la paridad y ayudar a las directoras y los directores jóvenes. Creo que siempre he trabajado de la misma manera. Si el personaje no me parecía interesante, me sentía obligada a conferirle nuevos matices y sugerírselos a la directora o el director.

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