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“La danza no es ocio, es un arte que emociona, que te habla”

Manuel Liñán, Premio Nacional de Danza 2017

Álvaro López

Es referencia a sus 37 años. Poseedor de ese “algo” que no se compra ni se vende. Es propietario de un pedazo del “duende flamenco”, ese concepto tan llevado y traído, que lo ha hecho merecedor de muchos premios a lo largo de su carrera. El último de ellos le hizo “chillar” de alegría, “no sabía qué hacer” confiesa. Dicho galardón fue el Premio Nacional de Danza de 2017 en la categoría de interpretación. Su nombre, Manuel Liñán, apareció en ese momento bordado con letras oro en el mundo del flamenco. Pero llevaba ya mucho tiempo bordándolo. Sobre las tablas y tras ellas. Coreógrafo y sobre todo bailaor.

Manuel Liñán atiende a eldiario.es/andalucia con alegría que contagia, sin pose impostada. Sin palabras de más pero siempre con intensidad. El bailaor, que parece querer portar la eterna sonrisa, se define a sí mismo como “una persona honesta con mi trabajo, responsable”. No en vano, su trayectoria le avala. En 2005 empieza a crear sus primeros proyectos y a colaborar con grandes del flamenco como Belén Maya, Teresa Nieto o Paco Romero. Pero su senda está clara y apenas se desvía cuando tres años después estrena sus espectáculos en solitario. “No puedo estar quieto, tengo la necesidad de contar muchas cosas”, asegura.

Podría parecer que habiendo alcanzado las cotas que él ha logrado, lo normal sería perder un poco la perspectiva. Pero su cercanía se define con ejemplos. Como el que cuenta cuando chilló al enterarse que era galardonado con el Premio Nacional de Danza: “Preguntaron por mi nombre, les dije que era yo y me dijeron que el premio había caído en mí, en interpretación. Ya no escuché más nada porque me tiré al suelo a chillar y lo demás no lo escuché. Fue una sorpresa enorme”.

Embajador del flamenco en el mundo

Sus reconocimientos no son casuales. Manuel Liñán sabe lo que es aparecer en las páginas del The New York Times con una crítica de su espectáculo 'Nómada' en el que definen la atmósfera como “ganadora” y en la que hacen referencia a la pasión del bailaor al explicar que “da la sensación de que deseaba estar más cerca de los espectadores de lo que podía”.

Sobre el escenario, bailando. Sobre el papel, creando. El Liñán más coreógrafo ha trabajado para el Ballet Nacional de España o con sus inseparables Belén Maya y Rocío Molina en 'Mujeres'. Con cierto rubor confirma que prefiere bailar a coreografiar pero que también lo disfruta porque supone “abandonarte a ti mismo y ponerte al servicio de los demás. Que también es muy gratificante”. Por esta doble vertiente, de creador y bailaor, ha obtenido premios como el Max de 2013 o el de la crítica en el Festival de Jerez de 2016.

Nada complaciente con su arte y siempre vanguardista, ha viajado por todo el mundo para enseñar flamenco. Sabe lo que es actuar ante público japonés y sentir cómo “es más frío durante el espectáculo para no molestar pero luego al final sí tienen una gran reacción”. Lo que le permite comparar con cómo se vive la danza en nuestro país. Para Liñán, la danza, aunque “no está maltratada” dentro de nuestras fronteras, sí que se tiene un problema de concepto con ella. Pues para el artista granadino, “la danza en este país no está compacta con la sociedad. Es un arte que se ve como un ocio y la danza no es un ocio. Hay que demostrar que es un arte que cuenta, que emociona, que te habla de una serie de cosas”.

Conjugando vanguardia y tradición

Manuel Liñán no baila, crea. Sus proyectos buscan ir más allá, que le permitan sentir “cualquier cosa” cuando se sube al escenario. Para él la danza es “cuando te encuentras a ti mismo, encuentras la seguridad y la firmeza de crear tu micromundo”. Por eso huye de afirmar que sus creaciones son innovadoras. Pues no es esa su vocación: “No es que digas voy a hacer un espectáculo y lo voy a hacer innovador. No. Voy hacer un espectáculo y contar lo que quiero contar y en tu parte creativa es donde puede estar la innovación”.

Aunque su padre es de la persona que más consejos ha recibido, Liñán se siente muy cerca de los niños. No deja de aprender con ellos. Cuando son público, es “el más especial, ellos lo que sienten lo hacen”. Y cuando desarrolla sus proyectos, “me gusta mucho apegarme a lo que tienen los niños. La ilusión y la humildad de no ser juzgado. Me da muchas puertas para poder fantasear”.

De ahí que sus obras sean una recopilación de piezas extaordinarias que no tienen por qué tener relación unas con otras. Rompe tabúes en el flamenco cuando crea espectáculos con marcado acento “homoerótico” como llega a definir 'Nómada' The New York Times. “Para mí la danza es mi voz. Son mis emociones. Si yo tuviera que manifestarme hablando o escribiendo, no sabría cómo hacerlo. Tiene que ser a través del baile” confiesa Manuel Liñán.

Granada, presente

Granadino de nacimiento y sentimiento, el bailaor no olvida sus raíces. De Granada se lleva mucho. Desde los premios que recibe en su tierra o de su barrio que son “muy bonitos”, Liñán está enamorado de su casa: “Para mí Granada es mi tierra. Son mis raíces y es lo que me ha marcado. En mis creaciones hay mucho. En mi primera creación que fue 'Tauro' le rendí un homenaje a Granada. A través de las zambras o de Lorca… En 'Reversible' se habla de mi infancia. Para mí Granada siempre ha estado muy presente”.

Sin olvidar sus orígenes, Manuel sigue mirando al futuro. Su próxima creación, de hecho, consistirá en un proyecto sin guión. “Para mí, la tradición y la vanguardia es algo natural. El flamenco es un arte de muchos años. Es de nuestro pueblo. Esa parte de raíz y de tradicional a mí me gusta. Me gusta conservarla. Pero en el mundo de hoy, jóvenes como nosotros intentamos aportar nuestra identidad y nuestra manera de ver las cosas contemporáneamente”, afirma el artista.

Recién llegado de Singapur, asegura que ni la fama ni los premios le han cambiado: “Siempre tenemos que tener los pies en la tierra. Sobre todo hay que tener el centro artístico bien colocado”. El que le ha colocado donde está porque “sigo encendiendo la llamada de contar y de impulsar mis propios espectáculos”. Y así seguirá. Con paso firme sobre el tablao. Su próximo reto, “un mundo de fantasía” llamado 'Baile de autor' que espera estrenar en el Festival de Jerez. Lo plantea como “un sueño reflexivo. Cuando me acuesto es cuando me relajo y esas imágenes incoherentes que me vienen de coreografías es lo que quiero plantear. Son piezas que nada tienen que ver las unas con las otras pero sí que surgen en un momento de reflexión”.

Hasta entonces, el duende le seguirá recorriendo el cuerpo. Moviendo a Manuel Liñán a no conformarse y seguir creciendo porque, tal y como recuerda más allá de los reconocimientos, “tu trabajo y tu constancia es lo que más valor y más resultado tiene”.

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