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‘El final del simulacro’: Dime cómo hablas de tu ‘ex’ y te diré quién eres

El final del simulacro

Alejandro Luque

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De todas las maneras que hay de acabar una pareja, montar un espectáculo conjunto mucho tiempo después parece una de las más extravagantes. Pero eso es precisamente lo que han hecho el dramaturgo y director David Montero y la bailaora Belén Maya con Ex: el final del simulacro, una “pieza autoficcional en clave de comedia”, como ellos mismos lo definen, que llega al Teatro Central de Sevilla. “Nos apetecía reencontrarnos sobre el escenario, ver qué ha pasado y cómo recordamos el tiempo que compartimos”, explican.

Con esta propuesta, Montero cierra una trilogía de marcado carácter autobiográfico que arrancó con Si yo fuera madre y siguió con Turismo interior. “Ahora me apetecía volver a trabajar con Belén, con quien ya colaboré en su momento, pero desde un lugar diferente del flamenco, más bien con una lógica de producción teatral. Por eso ha sido un proceso muy tranquilo, desde mayo del año pasado, con tiempo suficiente para investigar”.

“Estuvimos años sin hablarnos”, especifica Maya, “pero vimos que seguía habiendo respeto, admiración e interés en el trabajo del otro, y nos lanzamos”. Por otra parte, la artista asume el reto de “hablar en escena, con texto teatral, que es diferente de las conferencias bailadas que suelo hacer, y que me gustan mucho. Nunca sé trabajar sin retos, lo que más me gusta en el mundo es aprender, y aquí lo estoy haciendo”.

'Last dates'

Tras su ruptura, Montero y Maya firmaron la paz hace mucho tiempo, pero en este montaje juegan a escenificar su reencuentro en tiempo presente. “Nos citamos como si no nos hubiéramos vuelto a ver en años”, comentan. “Es como el programa First dates, aunque aquí más bien sería Última cita. Nos parecía interesante confrontar las dos versiones, porque en las separaciones siempre hay quien quiere imponer su versión de lo que pasó. Aquí entendemos que cada cual vive las cosas a su manera”.   

Lo personal es el punto de partida, pero se orienta hacia lo político. Para Montero, la mezcla de ficción y realidad de Ex: el final del simulacro le permite hablar de un aspecto tan del presente como esa polarización “que divide la sociedad en víctimas y victimarios. Ese es un relato que se puede usar para descubrir episodios de nuestra Historia, pero que no agota la realidad”. En ese sentido, el director se dirige directamente al espectador: “¿Vamos al teatro a confirmar lo que ya pensamos? ¿Se hacen las obras con posicionamiento ideológico para un público que coincida con esas ideas? Nosotros intentamos hacer preguntas que nos interpelen de verdad”.

Y hablando de verdad, Montero se muestra divertido ante la posibilidad de que el público trate de distinguir qué es real de lo inventado. “En poesía no nos planteamos eso, sabemos que el yo poético solo tiene que ser verosímil. Con el yo autoral sucede lo mismo”.

Ex: el final del simulacro ha contado asimismo con la asistencia de Violeta Hernández en el acompañamiento de dirección y la producción –“su mirada externa me ha permitido dirigir e interpretar”, apunta Montero– y la música en directo de Novia Pagana. “Teníamos claro que no queríamos apoyarnos en música flamenca. Novia Pagana tiene una estética muy chula, y nos interesaba también la mirada diferente que pudiera tener sobre el momento: ella tiene 30 años, mientras que nosotros somos de otra generación, la del posfranquismo”.

Cambios sociales

La cuestión de alejarse del flamenco no es gratuita, habida cuenta de que Belén Maya lleva mucho tiempo queriendo sacudirse esta faceta. “Dejé el circuito grande, la compañía, los mánagers, porque acabé muy quemada y muy harta. Volver a estrenar en Sevilla no me apetecía nada en principio, pero acepté por David y por la obra, y creo que ha merecido la pena, porque es un trabajo muy catárquico. Es un poco desnudarte, que siempre viene bien. Cuanto más desnuda en escena, mejor me siento”.

Y no, el traje de flamenca no lo lleva bajo la piel: “Llevo un montón de años quitándomelo. He sufrido mucho con la profesión, con el ambiente, con las instituciones. Sentía que era un alien, una extranjera, alguien que no pertenecía a aquello. Tenía la sensación de disfrazarme de algo que yo no era, así que me he quitado poco a poco el disfraz, el código de movimiento. ¿Por qué lo hago? Para ser feliz y disfrutar de mi trabajo”.     

Sobre la cuestión de las rupturas sentimentales, David Montero afirma que “dice mucho de una persona el modo en que hablas de su ex pareja, porque en el fondo estás hablando de ti mismo. Al final, si la denigras, denigras también a quien tú eras. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la Ley del Divorcio en España tiene 40 años, y los cambios sociales necesitan tiempo para ser profundos. Nosotros somos quizá la primera generación de españoles que ha normalizado esto, que entiende que las historias se acaban, la vida sigue y es posible que la persona que fue tu pareja pases a considerarla alguien de tu familia. Así considero yo a Belén”.

Sobre el hecho de llevarse el argumento al terreno de la comedia, el dúo afirma que “parece muy de estos tiempos ponerse serio, pero a nosotros nos apetecía reírnos y proponer un final feliz, sin eludir el dolor por lo que ocurrió. Pero creemos que la madurez es también entender que los finales felices son un acto de fe en la vida”.   

           

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