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“El Ministerio de Defensa no tiene una buena imagen del ejército español”

Álvaro Colomer 2016 © Marta Calvo

Javier Ramajo

4 de abril de 2004. Semanas de transición entre el Gobierno de Aznar y el de Zapatero. Los españoles, más pendientes de la formación del nuevo ejecutivo y aún con el trágico 11M demasiado cerca, desconocen que en la ciudad santa de Najaf (Irak) se libra la batalla más importante con participación nacional de los últimos 50 años. Del multitudinario 'No a la guerra' había pasado ya un año pero Álvaro Colomer (Barcelona, 1973) no ha querido que aquel hecho histórico pase definitivamente silenciado.

'Aunque caminen por el valle de la muerte', de la editorial Literatura Random House, es una novela bélica que narra un suceso real protagonizado por la brigada española Plus Ultra II en la posguerra de Irak. Colomer es uno de los pocos autores españoles que escribe novela de este género. Cinco años de investigación y tres de escritura le dan tablas para denunciar el “oscurantismo” de Defensa. ¿Se cruzó de manos el alto mando de la brigada nacional mientras las otras unidades luchaban por defender la base Al-Andalus? ¿Se negó el Gobierno español en funciones a tomar decisiones durante el enfrentamiento? ¿Por qué nadie visibilizó esta importante batalla? En la guerra, como en la literatutra, hay tantas verdades como puntos de vista.

¿Por qué una novela sobre una batalla en Irak?

Cuando tropecé con esta historia, me sorprendió darme cuenta de que nadie apenas conocía esta batalla, la más importante del ejército español en 50 años. Empecé a indagar en el mundo militar, donde todo el mundo la conocía, y pensé en contárselo a la gente. No entro en el conflicto moral de si teníamos que estar o no en la guerra de Irak, que yo creo que no debimos estar, pero quería explicar qué pasó allí.

¿Por qué opta por la novela y no por la no ficción?

Más allá de cómo esté escrita, la historia es tan buena que hay que ir al género más popular, con la intención de que llegue al máximo número de gente. Cuando Aznar dejó claro que España iba a estar en la guerra sí o sí, creo que los españoles guardamos las cacerolas y la gente se desentendió del tema. La sociedad española no es consciente de las cosas que pasaron en Irak o están pasando en Afganistán, las dos guerras más importantes del siglo XXI. Si tú preguntas en la calle si tenemos o no tropas en Afganistán, la mitad de la gente no te lo sabe decir.

¿A qué cree que se debe eso?

Como la gente no se interesa por el tema, el Ministerio de Defensa no lo cuenta. Creo que es un error. En Francia, por ejemplo, se lanzan comunicados de lo que va pasando en las guerras. Las características de España son diferentes pero, aun con eso, el Ministerio de Defensa podría explicar perfectamente qué pasa en esos países y la gente lo recibiría bien. Son guerras realmente, y si se explica que el ejército ha matado a unos insurgentes, pues la gente asume que estamos en una guerra. Otra cosa es que el Ministerio de Defensa tenga miedo a que la gente reaccione mal, pero lo cierto es que no habla del tema.

¿Antes había quizá un mayor interes informativo?

La sección de información internacional ya no interesa. En internet vas directamente a tus temas. Con el papel tenías que pasar obligatoriamente por todas las secciones, aunque no te interesaran. La gente se desentendió de la guerra porque eso no iba con ellos, pero los soldados no tienen culpa de las decisiones que toman los políticos y, cuando vuelven con la idea de que han servido al país, se encuentran con que el Gobierno no se lo reconoce, porque no habla de lo que han hecho allí, y con que la sociedad está indiferente hacia ellos porque no sabe y no le han contado. Por eso, al encontrarme con una historia como ésta, decidí contar qué hacían los soldados allí, para que los soldados pudieran reivindicarse y para que la sociedad sepa los errores también de los políticos que se cometieron allí.

¿Qué le parece que no se haya abordado desde el punto de vista periodístico o editorial?

Pues que no se le esté sacando punta al material informativo de todo eso. Sobre todo desde el punto de vista del escritor, me parece brutal. En Estados Unidos o en Francia hay 200.000 novelas sore estos temas, y aquí, casi en exclusiva la Guerra Civil. Ya está bien. Que la batalla más importante de España en los últimos 50 años sólo la aborde un tipo como yo, que ni siquiera tiene tradición bélica en su obra, me parece de broma. También es cierto que hacer este tipo de investigaciones es muy caro. Yo tuve la suerte de contar con el apoyo de la editorial. Muchos escritores que tienen pasta podrían hacerlo. Y el tema interesa, interesa y mucho. Hay novelas bélicas que funcionan muy bien.

¿Por qué no hay demasidada tradición de literatura bélica en España?

Porque los escritores no se han puesto a hacerlo, no porque haya un rechazo de tema. A Lorenzo Silva le va muy bien y a Arturo Pérez Reverte, de coña. Yo esto lo he hecho puntualmente, creo que no seguiré ese camino. Los escritores españoles son un poco vagos, se ponen a hablar sobre la pérdida de identidad, la búsqueda de la redención o la maternidad porque son temas con los que no tienes que levantar el culo de la silla. Por eso la novela española es más sentimental. La novelas pueden ser también sobre hechos, pero para eso hay que investigarlos, claro. Es inevitable.

¿Qué conclusiones saca de su investigación?

Estoy muy de acuerdo con una idea que reina en la tropa y es que no es que no tuviéramos que estar allí, que yo creo que no debimos estar, sino que no debimos estar en las condiciones en las que estuvimos. Fuimos a una misión de paz y de reconstrucción, a dos ciudades, Diwaniya y Najaf. Los coroneles y generales advirtieron al Gobierno español que Najaf no era lugar para pacificar ni reconstruir nada porque se iban a producir ataques y que había que ir preparados con armas.

Aquel era “el vaticano de los chiíes” y no se iba a permitir una invasión de infieles. Efectivamente así fue. Los políticos no les hicieron caso. Trillo dijo que era una zona hortofrutícola, tócate los huevos. Las reglas de enfrentamiento, que son las que el soldado debe asumir, estaban restringidas. Con ese temor a disparar entre los soldados españoles, porque se les podía caer el pelo, no se podía estar en aquel polvorín. La novela muestra la imposibilidad española de actuar como debieran pero también cómo fueron los propios aliados los que nos tendieron una trampa para que actuáramos. Todo eso es el caldo de cultivo de lo que se cuenta en la novela.

¿Qué sucedió después de la batalla?

Aquella batalla provocó el alzamiento de la comunidad chií contra las tropas de la coalición. Fue como el inicio de la guerra civil en Irak y, con el tiempo, fue degenerando en el Estado Islámico. Tony Blair dijo que el Estado Islámico había nacido a raíz de la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y Reino Unido. Él se atrevió a decirlo. Yo estuve allí ocho años después de que eso pasara. Todavía no existía el Estado Islámico. En la novela hay un personaje, un joven irakí, que mostraba la evolución hacia el odio a partir de defender su ciudad y su religión. Al final de la novela se aprecia el odio de aquel chaval que, probablemente, habrá acabado en el Estado Islámico.

¿Por qué cree que no trascienden estos casos? La imagen del ejército ha mejorado respecto a la de hace años, ¿no?

La gente tiene una buena imagen del ejército español, quien no tiene una buena imagen del ejército español es el Ministerio de Defensa porque no le da visibilidad que debiera darle. Lo mira como diciendo “esto es una fuente de malas noticias”. No tiene sentido. Las encuestas ya dicen que el ejército no se ve como una cosa franquista ni nada de eso. Todo eso ha quedado atrás. En Estados Unidos, yo me voy a investigar esto y me reciben en los cuarteles con las puertas abiertas de par en par y entrevisto a los coroneles y generales que quiero. Igual en El Salvador. Vengo aquí, y ¡madre mía!, es complicadísimo.

¿Con quién habló para documentarse?

Oficialmente entrevisté a tres soldados, con un oficial supervisando, que me contaban una versión que no cuadraba nada con lo que me habían contado en otros países. Lo bueno del ejército español es que los soldados lo abandonan muy pronto porque no ven futuro y empiezan a hablar, muy decepcionados por el modo en que han sido tratados por los gobiernos, cualquiera que sea, PP o PSOE. Están como locos por hablar. Aparte de eso, muchos han vivido así alguna experiencia bélica chula y quieren contarlo, la mayoría anónimamente, porque son personas que aman mucho a su país y prefieren no contar demasiadas cosas negativas para la visión del ejército.

¿Tiene una percepción oscurantista de Defensa y del ejército?

En Defensa no me hicieron ni caso al principio. Cuando volví de obtener las versiones, los otros participantes de la batalla me tomaron un poco más en serio. El resultado de aquellas entrevistas ofrecían una imagen muy negativa del ejército español y no tenía ninguna información del ejército español. Pedí por favor que me dieran su versión. Cuando vieron que tenía buen material de otros países, me dieron unas entrevistas totalmente absurdas, alguna con algún alto mando. Pero la actitud oscurantista del Ministerio de Defensa me dejó estupefacto. Lo había oído pero no lo había vivido en mis propias carnes. No hay mucha justificación, tan solo que haya mucha mierda dentro, como ha demostrado luego el teniente Segura, o que se hayan hecho cosas que no se deberían haber hecho.

¿Qué sensación le queda de todas esas dificultades?

Como periodista, porque aunque esto sea luego una novela la investigación es de periodista, la conclusión es que voy a todos los países y me reciben con los brazos abiertos, pero vengo a este país y me reciben con los brazos cerrados. ¿Quién oculta algo? Y a lo mejor luego no tienen nada que ocultar. Es simplemente una actitud que genera desconfianza. No hay nadie que dé la orden de no hablar. Está en el tuétano del Ministerio de Defensa, es algo que está ahí inherente. Hacen como si fueran el CNI, y no son el CNI, son el Ministerio de Defensa, no tiene por qué ocultar nada, y menos en un país que no tenemos guerras ni cosas. ¿Qué diablos ocultais?

¿Quizá porque ya la llegada a Irak no fue fácil por la oposición ciudadana?

Hay alguna acciones que se pueden poner en tela de juicio respecto a cómo actuó el ejército español por motivos políticos, pero luego hay unas acciones heroicas tremendas. El Ministerio podría pregonarlas y explicar la actuación valiente de unos soldados españoles en una misión de paz, la prensa lo recogería y todos estaríamos como locos intentando entrevistar a esos soldados. Pero creen que mejor de eso no hablar. Quizá porque desde el franquismo está metido ahí y no se consigue ir. Esa cerrazón del Ministerio se le ha contagiado al ejército. Es cosa de los políticos eso de “mejor no airear”.

De todos ¿no?

Tanto Trillo como Bono actuaron igual en esto. Cuando un nuevo ministro llega a Defensa se encuentra con una dinámica que tampoco se puede romper porque no es una orden. Funciona así, digamos.

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