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“La Guardia Civil no llegó a Catalunya el 1 de octubre”

El escritor Lorenzo Silva y el coronel de la Guardia Civil Manuel Sánchez Corbí

Javier Ramajo

A solo unos meses de cumplirse el 50 aniversario de la muerte del primer guardia civil asesinado por ETA, José Antonio Pardines, el 7 de junio de 1968, un escritor (Lorenzo Silva), un guardia civil (Manuel Sánchez, jefe de la Unidad Central Operativa) y un periodista (Gonzalo Araluce) han unificado sus conocimientos para ofrecer un completo relato de la lucha de la Benemérita contra la banda terrorista. Nada menos que 215 agentes y 17 familiares se quedaron en el camino.

'Sangre, sudor y paz' es una historia de supervivencia, de cómo la sinrazón de las armas fue reducida, no sin esfuerzos ni dolor, por el empeño de un Cuerpo que trabajó hasta hacerles ver a los terroristas que “su bestia negra vestía de verde”. De la ofuscación a la victoria, de las sensaciones cruzadas de auge y caída, este libro que presume de no ser neutral aspira a convertirse en referencia de la historia de la lucha contra ETA.

¿De dónde surge la estrecha relación de un escritor como usted con la Guardia Civil?

Lorenzo Silva: Pues de un accidente literario, realmente. Hace 22 años me encontré por azar de la literatura con el guardia civil como personaje. Había leído mucha novela policíaca que no me gustaba porque me parecía que era demasiado mimética de los grandes clásicos. Tenía la necesidad de hacer algo original, que fuera de aquí, que me sirviera para reflejar la realidad española contemporánea. Se me ocurrió un caso de un asesinato en Mallorca y, haciéndome preguntas de cómo podía contar esa historia, fui por el camino más sencillo y pensé que cuando una turista aparecía muerta en una cala quienes iban a acudir al lugar serían un par de tipos vestidos de verde.

A partir de ahí empecé a pensar que mi investigador podría ser un guardia civil de una Unidad de Policía Judicial. Así nacieron Belivacqua y Chamorro. Como abogado en ejercicio, había tenido algún contacto profesional con agentes. Para mí, el guardia civil no era el tipo de la carretera o el de la puerta del Ministerio, pero mentiría si dijera que tenía un conocimiento profundo. Empecé a indagar y a indagar. Yo soy un contador de historias y me fui encontrando con un yacimiento de historias espectacular y desaprovechado.

Reconocen ustedes que 'Sangre, sudor y paz' es un libro de parte, que no es neutral ¿creen que eso le resta algo de credibilidad? 'Sangre, sudor y paz'

L.S.: Siempre hay un prejuicio. Tengo una experiencia larga con los prejuicios. Al principio, a mí me dijo un montón de gente que no estaba dispuesta a leer una novela mía protagonizada por un guardia civil. Y finalmente la acabaron leyendo. Si son capaces de enfrentarse mínimamente a algún prejuicio, se darán cuenta de que la perspectiva que tienen los guardias civiles de la lucha contra ETA es inmejorable. Nadie tiene tanta información, nadie ha conocido tanto de este fenómeno como quienes lo han combatido en primera línea. Nosotros partimos de los testimonios de los guardias civiles, pero no nos privamos de contar ni los errores ni las cosas que no salieron bien, y nuestro afán ha sido buscar la verdad desde una perspectiva que hasta ahora no se había contado. A cualquiera que le interese esta historia, creo que haría bien en superar sus prejuicios y enfrentarse a la lectura del libro.

Manuel Sánchez: De hecho pretendemos que este libro sea una referencia para muchos años. Con esa idea lo hemos hecho, con este libro y con 'Historia de un desafío', que es la obra extendida. Y si quieres que sea una referencia histórica, lo será si pasa la prueba del algodón. Si le sacan cuatro trampas, muere. Es la parte de 'los buenos' pero 'los malos' no van a poder sacarle muchos fallos. De hecho, ¡todavía no ha habido ni una sola palabra de 'los malos'! Ni una de ni una. Pretendemos que sea una obra que pasa a la posteridad y no íbamos a caer en el error de hacer trampas.

L.S.: Claro, pero tampoco pretendemos hacer una historia definitiva, porque eso lo hará alguien con todos los materiales y todos los elementos. Creo honestamente que este es un material muy valioso. Nuestra intención es aportar mucho y hacer un relato lo más honesto posible aun sabiendo que parte de un lado.

M.S.: A día de hoy, es lo más completo que hay.

En todo ese relato, ¿en qué momento piensan que los guardias civiles pasaron de ser objetivo principal de ETA a ser pieza fundamental para su derrota?

L.S.: Narrativamente, que es lo que a mí me toca, eso es lo apasionante. Son dos historias paralelas. Por un lado, la de los guardias civiles que empiezan estando muy por detrás del fenómeno y que los está arrasando, que los están matando como conejos, pero que se sobreponen a ello y al final logran ir por delante del enemigo. Por otro, la de un grupo terrorista que nace de una manera un tanto naif, que coge enseguida mucha fuerza, que aprovecha inteligentemente la baza de luchar contra una dictadura y que tiene simpatías internacionales pero que, cuando tuvo un enemigo a la altura, empieza a entrar en declive. Es paralelo el crecimiento de la Guardia Civil con el declive de la banda terrorista. Narrativamente, es muy sugerente.

M.S.: Policialmente, el punto de inflexión pudo ser el 92 cuando se detiene a la cúpula de la banda en Bidart. Fue la primera vez en la que se ve que ellos ya no son intocables, que les hemos tocado donde más les duele y que les hemos tocado a todos. A partir de ahí a ellos aún les quedan 17-18 años de vida pero nosotros ya vamos muy lanzados.

¿Por qué creen que había esa fijación de ETA con la Guardia Civil?

L.S.: De entrada, era la policía que tenía el régimen desplegado en el territorio. España era rural, eran objetivos más fáciles y en cierto modo había una identificación, que todavía prevalece en algunas mentes, del régimen con los guardias civiles. En otro momento, la fijación fue porque cuando la Guardia Civil empezó a actuar, y algunos etarras lo dijeron, se convirtió en su enemigo más correoso. Era el vector que tenía el Estado para combatir a la banda y ésta intentó erosionarlo y desmoralizarlo.

¿Cuál pudo ser el punto más álgido de esa lucha contra ETA y, por contra, qué momento resaltarían de verdadera ofuscación para la Guardia Civil?

L.S.: Aparte del momento del 92 que comentaba Manolo, hubo un momento tardío pero casi letal cuando queda acreditada la absoluta inferioridad de la organización y la absoluta superioridad de quienes la persiguen: la Operación Santuario en 2004, cuando se desmantela el aparato político, militar y logístico, y se les incauta el 80% del armamento. Fue casi una preaniquilación de la banda. Los momentos difíciles fueron los de finales de los 70 y el año 80, con un centenar de muertos. Era un momento de absoluto caos, que luego además desencandenó en un golpe de Estado. Ellos estaban crecidísimos y el Estado, muy encogido.

M.S.: Tuvieron un repunte muy doloroso en una época en la que íbamos viendo que íbamos ganando, después de la tregua de Aznar. En 2000 hubo muchos atentados, muy juntos y muy mortales. Veníamos de un año de tregua y de sopetón cayeron mucho atentados muy seguidos. No sabíamos ni por dónde nos daban, aunque rápidamente el Estado reaccionó, nosotros también y la tendencia se invirtió.

¿Cómo han podido recoger el dolor que vivieron las familias de la Guardia Civil en todos esos años tan complicados de muerte y sufrimiento?

M.S.: Eso ha sido lo más doloroso. Llevamos toda la vida luchando contra ETA pero desde una parte ofensiva y no tanto desde la parte de la muerte. Familias como la tuya, madre como la tuya,... Eso es demoledor. Es la parte del libro que más nos ha costado pero luego la que nos ha dado más satisfacción, porque con muchas de las familias con las que hemos hablado entraron de uñas pero les hemos servido de bálsamo reparador a todas. Los padres de las mellizas de Zaragoza que murieron en diciembre de 1987 estuvieron en la presentación del libro en Madrid y estaban contentos, porque ves que les das protagonismo, que los muertos tienen su sitio en la historia y que sus muertes han servido para algo. A todas las víctimas les hemos hecho bien con esta obra porque no van a ser un número sino unos nombres con un renglón en la historia. Eso es, quizás, lo que más satisfacción nos ha dado.

¿Cómo se compagina el poner a la Guardia Civil en un lugar de la historia y determinados intereses en llevarse para sí el mérito del fin de ETA?

L.S.: Esa visión que alguna gente fomenta interesadamente es posible en la medida en que no se hace el relato que contiene este libro, pero durante mucho tiempo no se ha hecho, no sé si por modestia, por discreción. Ahora que se pueden contar determinadas cosas, escribir estos libros es una manera de tratar de prevenir esa versión que, además, es muy poco sostenible, sobre todo cuando quienes se pretenden arrogar el mérito del fin de la violencia son sectores de la sociedad, particularmente vasca, que no sólo no han hecho nunca nada, jamás, para evitar la violencia sino que durante mucho tiempo convivieron con ella, tuvieron connivencia con ella y tomaron alegremente los réditos de la violencia. Que alguien así quiera erigirse como artífice de la paz es un sarcasmo.

M.S.: De los dos grandes partidos, PP y PSOE, ninguno de ellos ha hecho nada por apuntarse el tanto. En el País Vasco, sí. El PNV, fundamentalmente, quiere intentar sacar rédito de las migajas, de lo que queda.

L.S.: Yo me refería más bien a esos sectores de la izquierda abertxale que ahora se presentan como pacifistas o como pacificadores, y eso es realmente sacarcástico. En cuanto a los grandes partidos, pienso que ha habido una cierta elegancia porque además hubo un pacto antiterrorista bastante eficaz para cerrar el capítulo.

M.S.: En la época de Zapatero, es el mismo PSOE el que negocia en 2006 y fue una negociación torpe, no fue del todo ortodoxa, con lo cual no reivindica la victoria. El PP tampoco la reivindica.

¿Cómo han vivido, como guardia civil (Sánchez) y como guardia civil honorario (Silva), los últimos acontecimientos de Catalunya tras el 1 de octubre con los ataques a este Cuerpo?

L.S.: A algunas personas no les puedo decir nada porque están muy imbuidos de lo que creen pero a quien tenga una mínima voluntad de ser objetivo le pediría que lo que ha servido de pretexto para esa crítica feroz a los cuerpos de seguridad del Estado, tachándolos de fuerzas de ocupación y todas esas cosas, que hagan un ejercicio de gestión policial comparada. Pueden mirar vídeos de cómo actúan otros cuerpos policiales, incluso no tienen que irse fuera de España. Ha habido una exageración muy sobreactuada de alguna actuación policial que probablemente no fue acertada en su dirección. No se puede esperar que todo sea cartesiano y perfecto pero, si se analiza con perspectiva, dista muchísimo de ser una actuación policial brutal.

Y luego les pediría algo más: que lean un poquito de historia. La Guardia Civil no llegó a Catalunya el 1 de octubre. Llegó en el otoño de 1844, y lo primero que hicieron los guardias civiles fue sacar a un montón de gente que había quedado anegada en sus casas cuando se desbordaron el Besós y el Llobregat en diciembre de aquel año. Y esa gente vio que unos tipos aparecieron de pronto donde no se metía nadie para sacarlos. Eran guardias civiles. Y a partir de ahí, podemos seguir por otras muchas páginas de la historia de Catalunya, más lejanas, más remotas, donde la Guardia Civil ha prestado servicio a los catalanes que, probablemente, no les ha prestado nadie.

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