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Iñaki Martínez: “Todos los dictadores se parecen en algo, sobre todo en el desprecio absoluto por la gente de opiniones contrarias”

El novelista vasco Iñaqui Martinez habla un poco sobre la Cuba pre-revolucionaria y el Franquismo

María del Mar Barceló Rosario

A los 4 años, Iñaki Martínez se muda a Bilbao junto a su abuela y tíos, dejando atrás durante siete años a su madre, diplomática en Guatemala, y padre, exiliado de la Segunda Guerra Mundial. Desde pequeño vivía las historias de su padre y abuela como “aventuras fascinantes” influenciando sus historias de ficción siempre en un entorno real, con historia. Este es el caso de La ciudad de Mentira, situada en la ciudad de Tánger en la década de los 40 y su más reciente libro Donde los hombres llevaban sombrero, situado en la década de los 50 durante la dictadura de Batista en Cuba.

El novelista Martínez, nacido en Guatemala, habla un poco sobre cómo sus vivencias han influenciado sus novelas, cómo se puede comparar la dictadura de España con la de Cuba pues fundó y militó en varias organizaciones antifranquistas de Euskadi, y habla sobre su novela que lanzó el pasado 12 de mayo y se colocó entre las cinco más vendidas de Euskadi.

Vivió sin sus padres durante 7 años, ¿cómo le influyó como escritor?

Yo tuve una niñez muy feliz. Tuve todo el cariño de mi abuela. Todo lo que viví de pequeño ha influido de cierta forma. Yo estuve interno en un colegio por 4 años aproximadamente y los niños internos despiertan siempre un afán de supervivencia porque cuando eres interno tienes enemigos exteriores continuamente que son los niños mayores que se dedican a perseguir a los pequeños y hacerles la vida imposible provocando una especie de interiorización de la supervivencia, porque hay que sobrevivir.

Las novelas que yo escribo son novelas de aventuras y alguien que me inspiró fue mi abuela Faustina, que quedó viuda con cuatro hijos en aquellos años de la guerra y tuvo que dedicarse al estraperlo para criar a sus hijos. Porque nosotros somos de una familia de trabajadores, que no había dinero. Pues mi abuela se desplazaba hasta Burgos, hasta la Rioja, y cambiaba tomates, judías por aceite, en fin, lo que era el estraperlo. Pero como estaba prohibido pues siempre tenía que estar saltando de los trenes para que no le quitaran la mercancía. Entonces, esta historia, con 6 ó 7 años, me parecían fascinantes y seguramente esto algo han influido en mis personajes.

¿A qué edad empiezó a escribir?

Escribo desde muy joven. Tengo cuentos y relatos cortos escritos desde los 16 años. Lo que pasa es que nunca me sentí con la necesidad de publicar. Yo escribía, guardaba el cuento y en todo caso se lo daba a leer a los más amigos. Entonces, en 1991 un amigo, al que le había dado un cuento para leer, lo presentó al concurso de relatos del Colegio de Abogados. Entonces, los premios se entregan en la comida anual que organiza el Colegio para los colegiados. Y yo estaba allí con mis amigos abogados y cuando entregan los premios del concurso dicen que el primer premio era para Tomando tragos en el with de Iñaqui Martínez; me quedé sorprendido. Mi amigo dijo “bueno, los amigos somos así” (se ríe). No pasó de ser una anécdota …

Su primera incursión en la novela ha sido La ciudad de la mentira en el escenario de Tánger…La ciudad de la mentira

Sí, en el año 1994 me avisaron que el comandante de mi padre durante la Segunda Guerra Mundial estaba muy enfermo. Fui a hablar con él y fueron 3 ó 4 horas muy intensas. En esa reunión me preguntó si había visto ¨Casablanca“ y si me había fijado que en esa película había un personaje (contrabandista) que se llamaba Ugarte, que es un apellido inequivocamente vasco y además de muy difícil pronunciación en inglés. El comandante siempre se había preguntado cómo era posible que le pusieran un apellido vasco a este protagonista.

Luego de esa conversación me quedé con esa idea y traté de investigar un poco en todos los estudios sobre la película “Casablanca” y nunca encontré una explicación al respecto. Era un misterio. Entonces empecé a imaginar a Martín Ugarte en Tánger, ciudad que me fascinaba, en los años 40 y ahí empezó todo. Estuve con la novela casi 20 años escribiendo y reescribiendo, hasta que decidí enviarla a la Convocatoria del Premio Nadal y quedó Finalista. Ya lo demás es historia.

Donde los hombres llevaban sombrero, ¿De dónde surge el nombre?Donde los hombres llevaban sombrero

Es muy sencillo. Escribí bastantes títulos y ninguno me gustaba. Entonces en uno de los viajes a Cuba vi muchas fotografías de La Habana de aquella época y efectivamente, si ves La Habana de los años 50 todos los hombres llevan sombrero. Era un título bonito y a la editorial también le gustó.

¿Por qué situar esta parte en el escenario cbano y no en otro?

Cuando tuve la idea de situar a los personajes en La Habana, me documenté sobre lo que ya estaba escrito y habían mucho sobre la Cuba de después del 59, pero sobre la Cuba de antes de la Revolución hay poco escrito. Entonces me pareció interesante novelar una sociedad que vivía acontecimientos muy convulsos y que terminaron con la revolución cubana que es para mí uno de los grandes acontecimientos del siglo XX.

Lo situé en el 1953 porque era el momento en el que Batista había dado el Golpe de Estado unos meses atrás. Se estaban fraguando los primeros momentos de los rebeldes de la Universidad Nacional y los grandes jefes de la mafia se habían hecho realmente con el control de la ciudad explotando los hoteles, los burdeles, las salas de fiesta y todo. Ya se habían consolidado, habían llegado a un acuerdo con Batista, quien cobraba su pensión y todo ese escenario me pareció que tenía los elementos suficientes para escribir una novela.

¿Fue difícil el proceso de documentación?

A La Habana he viajado bastante, entre 12 a 14 veces. Tengo amigos allí y tengo muchas referencias humanas. En La Habana investigar es muy fácil, porque otras cosas quizás no funcionen pero desde luego que la biblioteca y la hemeroteca funcionan de maravilla. Entonces me documenté mucho, especialmente con todas las revistas que se guardan de los años 50, empezando por Bohemia, que era la gran revista cultural y de vida social de aquellos tiempos. Como estamos hablando de algo que sucedió hace 60 años todavía quedan sobrevivientes de aquella época, que les encanta hablar de cualquier cosa. Hablé con la gente en la calle, en los parques, en la biblioteca... Siempre estuve en contacto con mis fuentes, las personas que había localizado, que investigaban también. Fue un proceso muy entretenido que duró unos 3 años y entre 7 y 8 viajes a Cuba.

En Cuba estaba Batista, en España estaba Franco, ¿en qué sentido se puede comparar una dictadura con la otra?

Todas las dictaduras tienen sus similitudes, desde el punto de vista de los efectos de la dictadura, las faltas de libertades, la represión, entre otras. Pero, sobre todo, les une la personalidad de los dictadores. En este caso Batista era caribeño, los caribeños son diferentes a los gallegos… Batista era un clásico dictador latinoamericano, con un discurso paternalista, porque en el fondo creía que estaba haciendo las cosas bien para su pueblo y que era un deber divino haber encabezado un golpe de estado. Franco tenía algo de eso también, era un hombre místico, a la manera gallega, pero era un hombre que se consideraba una persona enviada por Dios para corregir a los rojos y lo que estaba sucediendo en la España de la República… Todos los dictadores se parecen en algo, pero sobre todo en el desprecio absoluto por la gente de opiniones contrarias.

Tengo entendido que vivió los últimos años del Franquismo…

Sí, tuve una presencia destacada en los últimos años del Franquismo, en partidos políticos que se crearon allí, primero clandestinos y luego ya legalizados como Euskadico Eskerra, que años después se fusionó con el partido socialista, que tenía cierta importancia. Ya luego en el 80, que se consolidó la democracia aquí.

Cuba fue una joya de España, pero ya que vivió el Franquismo, según su experiencia y documentación ¿qué diferencia a los cubanos de los españoles en tiempos de dictadura?

Primero que todo, los cubanos quieren mucho a España y se sienten muy unidos y claro, Cuba fue muy importante para España porque fue nuestra última joyita que se perdió. Ahora bien, en la dictadura, los cubanos se definen como “grandísimos jodedores”, en el sentido de que son muy bromistas. Los cubanos son grandes supervivientes, se adaptan a la situación en un minuto. Cuando estaba la dictadura de Batista, los cubanos convivían con el régimen con más o menos tranquilidad, salvo los “revoltosos” de la Universidad Nacional que estaban ya ideologizados e indignados por la situación de corrupción que era muy presente en Cuba.

Mientras que en España la situación era diferente pues ha habido varias épocas. La primera y segunda época fueron de grandísimas tristezas y pobreza. La España de la posguerra hasta los 60 fue una España terrible, de grandísima represión política, social, de persecución. Y ya después de los 60 empieza a fortalecerse la oposición política y en el exterior los partidos políticos españoles empiezan a coordinarse más y a organizar algunas huelgas generales… En Cuba no hubo tiempo, pues el régimen de Batista duró tan solo 6 años.

En la novela se secuestra a Carolina Bacardí, heredera de una de las familias más poderosas en La Habana de entonces... ¿cómo se justifica un secuestro en nombre de la revolución?

Bueno, estamos hablando de los años 50, en plena guerra fría y plena guerra ideológica. En la que el fin justificaba los medios. Desde el punto de vista de todas las organizaciones políticas en una época de lucha contra una dictadura, necesitaban financiarse y lo lograban con el secuestro de la integrante de una familia poderosa como lo era Carolina Bacardí. En la novela, Carolina era simpatizante de los rebeldes, una persona noble. Pero quise establecer la dualidad entre la Carolina simpatizante y la que es secuestrada por una organización para financiarse. Esto pertenece a la realidad de América Latina y lo que quiero es que el lector entienda esas contradicciones que existían en los procesos revolucionarios y que cada uno le dé la conclusión que quiera.

Por último, ¿qué quiere que el público se lleve consigo una vez termine de leer la novela?

Bueno, yo soy fiel admirador de Pío Baroja, quien solía decir que la obligación del novelista es entretener y yo me uno a esa postura. Entonces, además de entretener, pretendo que los lectores entiendan algo o mejor sobre cómo era La Habana antes de la revolución. Si logro esto ya sería estupendo. Quisiera que el lector entienda cómo eran esas sociedades y para esto el género de la novela es la ideal pues la historia es protagonizada por hombres y mujeres de carne y hueso.

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