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Mercurio volverá a la calle en otoño de la mano de su fundador y desvinculada de Planeta

Javier González Cotta

Alejandro Luque

Hace tan solo unas semanas, el mundillo literario entonaba el réquiem por una publicación como Mercurio, panorama de libros de alto nivel, gratuito y de distribución nacional en librerías, que el grupo Planeta parecía dispuesto a querer dejar morir tras una andadura de dos décadas. Pues bien, ayer saltaba la sorpresa de que la publicación tendrá una nueva vida a partir de otoño, de la mano de su fundador, el periodista y escritor sevillano Javier González Cotta.

González Cotta, que tras poner en marcha Mercurio en 1998 y consolidarla en el territorio andaluz vendió la cabecera a la Fundación José Manuel Lara (grupo Planeta) en 2006, anunciaba este martes por correo a los medios de comunicación que “desde hoy la edición y dirección de la revista correrá a cargo de mi persona”, afirmaba. “Todo ha sido fruto de un acuerdo personal con la Fundación José Manuel Lara a través de su presidente, José Manuel Lara García. Mercurio finalmente no desaparece, como se ha publicado en los últimos meses. Emprenderá una nueva etapa, en una línea de continuidad en el tiempo tras 20 años de vida como referente cultural en el mundo literario español”.

“La nueva edición impresa de la revista saldrá con carácter bimestral a partir de noviembre-diciembre de 2019”, prosigue el comunicado, aduciendo para ello razones puramente económicas, si bien ganará en paginación. “Irá acompañada por su renovada edición digital, mantendrá su carácter gratuito, pero será más flexible y abierta en su difusión y en sus nuevos puntos de distribución”.

Asimismo, González Cotta destaca que los recursos que se emplearán “son los fondos propios que aportará la empresa editora creada expresamente para tal fin: Ana Tolia Editora (Soc. Coop. And.)”.

“A quienes ya leen”

En cuanto a la nueva línea editorial, el fundador y director adelanta algunas pautas que no dejan de llamar la atención. Entre ellas, el hecho de que “se dirigirá a quienes ya leen y han adquirido un criterio de discriminación lectora (discriminar no tiene por qué tener un carácter peyorativo). Quien a cierta edad no lee es porque no quiere y no lo siente como necesidad, ni intelectual ni placentera, ni nada de nada. Las cosas, en fin, como son”. O que “intentaremos que dichos temas pasen por un filtro nuevo o, como se dice ahora, que la mirada resulte transversal (se ruega disculpas por el uso del término de marras). Temas, por ejemplo, como la estupidez, la necesidad del silencio, la vanidad en la cultura, la era post digital, la melancolía y la depresión, la espiritualidad, la idea de la felicidad, creación e ideología, la nueva sexualidad... Algunos de estos temas ya se han abordado en la revista a lo largo de los últimos años (20 años son muchos). Llegado el caso, los revisitaremos, pero con otro enfoque”.

Golpe de timón respecto a las celebridades

Más llamativo si cabe resulta el golpe de timón respecto a las celebridades literarias: “En lo posible, se evitará dar autobombo a autores vivos ya consagrados que, por diferente motivo, aparecen en exceso en la prensa cultural (mercadotecnia editorial, concesión de algún premio relevante, etcétera). Entendemos que esta diligente labor ya la cubren los suplementos culturales al uso (todos ellos nos merecen consideración y respeto)”. Y se añade que “por lo general, se prescindirá de las novedades editoriales que entendamos que nada aportan ya (en especial las derivadas de premios literarios & cía). Esta idea, como bien sabemos, no debe entenderse como pretenciosa o, si se prefiere, chulesca (ni siquiera es un propósito que pueda ser considerado valiente u original)”.

“Se favorecerán, en cambio, los títulos y las editoriales que creamos que sí aportan a los lectores por su originalidad o por cualquier otro atractivo añadido (no sólo vinculado con la literatura estrictamente)”, prosigue González Cotta. “En este sentido es justo reconocer que la revista Mercurio siempre se ha caracterizado por su pluralidad de criterio, pese a haber estado vinculada muchos años a un gran grupo editorial español”. Y a renglón seguido, apunta: “En esta nueva etapa ahondaremos en dicha pluralidad, pero con otra vuelta de tuerca. Por ejemplo, intentaremos dar saludable aire a las publicaciones de instituciones públicas o privadas que merezcan mayor difusión por su indudable interés (universidades, fundaciones, organismos varios)”.

Más novedades: “Sabemos que buena parte de los lectores tiene una edad comprendida entre los 20 y los 24 años (otra cosa es el abandono lector posterior). Dicho esto, se nos antoja que el fomento de la lectura por parte de Mercurio va a ser casi justamente el opuesto de los llamados booktubers. Importa no tanto la difusión como la autoridad del criterio. No queremos ser pedantes. Pero sí queremos defender el valor humanístico –y verdaderamente democrático– que tiene el cultivo de las élites”.

Y otro detalle: “En la nueva etapa no habrá firmas deslumbrantes (el supuesto deslumbre y según quién sería motivo de honda reflexión, pero no queremos aburrir). Habrá ciertas firmas más reconocidas que otras. Pero no nos ampararemos en la firma de relumbrón como enganche principal. Mejor el tema que el firmante. Mejor el bosque que los árboles”.

El comunicado se cierra con el anuncio de que la revista tendrá una sede física, la librería Caótica de Sevilla, y con la composición de “la Asamblea Popular y Distinguida de Asesores del nuevo Mercurio”: Maite Aragón, de Librería Caótica; Mario González Reina, diseñador gráfico y poeta ocasional; Alfonso Crespo, editor de Athenaica Ediciones; David González Romero, editor de El Paseo Editorial; Luis Solano, editor de Libros del Asteroide.

 

 

 

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