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“Al abrir casas en cualquier país, a respetuosos amantes de la música, queremos conectar en vez de separar”

Rafe Offer, co-fundador de Sofar Sound, en el concierto de Sevilla.

María Iglesias

Una noche de 2009, Rafe Offer asistió en el Soho londinense a un concierto del grupo Friendly Fires con dos amigos, Rocky Start y el cantautor David Alexander. Pero vivieron la habitual experiencia de casi no poder escuchar a la banda. “Todos charlaban y chateaba, el concierto era un hilo musical de fondo. Y nos preguntamos, ¿dónde ha quedado la conexión humana inherente a la música?”

Así cuenta Offer, de visita en Sevilla, los comienzos de Sofar, iniciativa de conciertos en lugares y con artistas secretos que empezó en su salón. Al tercer concierto había una fila de público y voluntarios para organizar o hacer fotos y vídeos “de modo que la gente olvidara el móvil y disfrutara del irrepetible directo”. Dos puntos de inflexión en la evolución de Sofar, que dirigen Offer y Start, fueron “una llamada de L.A. donde quería un concierto no sólo igual, sino bajo nuestro paraguas” y, cuando ya se sumaron Barcelona, París, Nueva York, Bombay, Melbourne u Oslo, la idea de estos de tocar en un salto de esquí. “Eso abrió la vía a hacerlo en una colchonería de Manhattan, iglesias parisinas o tiendas de alfombras marroquíes… Donde sea, siempre que se cree la atmósfera de conexión íntima”. 

Mientras Sofar alcanzaba dimensión global -en dos años-, con un sistema en el que el público pide entradas en la web, 38h antes del concierto recibe la dirección por mail y asiste sin saber qué tres artistas va a ver, Offer, de Chicago, y que había trabajado en marketing de Disney y Coca-Cola siguió en su puesto londinense de MK para Diageo, empresa de bebidas como el vodka Smirnoff, whiskys Johnnie Walker y J&B o la cerveza Guiness. Hasta que convirtió en trabajo su pasión.

¿Pensó alguna vez en su vida dedicarse a la música profesionalmente? 

No, en absoluto. Yo he sido un fan apasionado desde niño. Iba a conciertos con mis padres, hermanas y primos. Luego, con amigos y citas, cada semana, desde que recuerdo. ¡Y en mi casa, música a todas horas! -Led Zeppelin o Talking Heads. Pero  nunca imaginé la suerte de poder dedicarme a la música a tiempo completo. Sofar nació como hobby al que, durante cuatro años, entregamos el tiempo tras la jornada laboral y los fines de semanas. Pero cuando ya eran 20 horas semanales, Rocky y yo pensamos cómo implicarnos más y, a la vez, mantener a nuestras familias. Pensamos mucho si convertirlo en una fundación a base de donativos pero nos pareció que ser empresa garantizaría mejor la sostenibilidad de la iniciativa. 

La industria de la música ha sufrido por la crisis global y la transición a lo digital, ¿Qué papel juega Sofar en relación a los artistas, les ayuda?

Por supuesto, en muchas de las ciudades logramos pagar a los artistas, que tocan de 4 a 5 temas cada uno. Y en aquellas donde no es posible, hacemos para ellos fotos profesionales y un vídeo que les costaría mínimo 500 $  -430 €-. También ofrecemos a los músicos la oportunidad de tocar en el resto de nuestras ciudades y la promoción internacional colgando los vídeos en nuestro canal de Youtube.

Sofar está en 385 ciudades y las últimas 100 se unieron en 10 meses. ¿Por qué crece tan rápido y qué próximos objetivos avistan? 

Se extiende porque el problema de público que no deja de hablar y chatear en los conciertos de bares y salas está en todas partes. Y a la vez, en todo el planeta hay más y más personas que desean disfrutar la música, sin distracciones y en un ambiente de comunidad. Algunos descubren Sofar cuando viajan y, si en su ciudad no hay, nos proponen montarlo. Sobre objetivos, un gran desafío, un sueño, es lograr organizar giras de artistas de una ciudad Sofar a otra, nacionales, continentales y hasta mundiales. Conseguirlo va a requerir tiempo e imaginación. En paralelo queremos ofrecer suficientes conciertos Sofar para que los interesados asistan con facilidad, porque la demanda de plazas supera con creces, triplica o más, el aforo disponible.

Sofar es un proyecto global en días de Brexit, auge nacionalista, muros y vallas.¿Universalidad, globalización son valores anticuados o prometedores?

Nosotros no miramos a las fronteras, sino a las personas, todas iguales, en todas partes. Y a nuestra modesta escala, al abrir casas en cualquier país, a respetuosos amantes de la música, queremos conectar en vez de separar. No somos un movimiento político, sino más bien humano. Todos en Sofar, los músicos, los invitados, los anfitriones, son iguales.

Tras 8 años y 10.000 conciertos tiene una perspectiva privilegiada del panorama musical: ¿qué tendencia o artistas destaca? ¿Valora más: originalidad, perfección técnica o un talento, voz, especial?

No soy capaz de elegir, ¡sería como señalar a un hijo favorito! Bromas aparte, ya que la música es local, muy distinta de una región a otra, es difícil compararla u optar. De mi ciudad natal, Chicago, me encanta la fascinante fusión de jazz, hip hop y spoken word (performance poética traducible como “palabra hablada”). Luego, Sofar viene de 'Sounds from a room’ -‘Canciones en una habitación’-, así que para nosotros el centro es la canción, el arte de escribir una hermosa y lograr que suene de maravilla en un entorno muy exigente que, al nos ser una sala tradicional, sino una habitación, con público pegado al artista y concentrado, obliga a este a exponerse, a “desnudarse” y mostrar su esencia.

De fans de grupos a consejeros de discográficas

¿Usted y Sofar se han convertido en creadores de opinión, caza-talentos para discográficas? Richard Branson anunció inversión de Virgin en 2016...

Dado que los miembros de Sofar en todas las ciudades son amantes de la música, escuchan cosas años antes que otros, y eso nos gusta. La experiencia nos hace agudos a la hora de detectar lo especial. Y como no “representamos” a los artistas, nuestras elecciones se basan en a quién admiramos y disfrutamos de verdad. Así que, la respuesta a la pregunta es sí, la gente nos pregunta. Por ejemplo, recientemente se nos pidió formar parte del comité de selección de BBC Sound 2018 (y es que, de hecho, muchos de artistas de 2017 habían tocado en Sofar años antes). Y regularmente ponemos sobre la pista de nuestros descubrimientos a muchas de las principales discográficas. 

El 20-S hubo un Sofar simultáneo para el #GiveAHome pro refugiados de Amnistía Internacional (tocaron The National o Ed Sheeran y, en España, Kiko Veneno, Rocío Márquez, MagaAmnistía Internacionalen España, Kiko Veneno, Rocío Márquez, Maga o Silvia Pérez Cruz). ¿Cómo surgió y prevéis más compromisos por razones humanitarias o medioambientales? 

Nosotros creemos que todo el mundo merecen un hogar. Y como nuestros conciertos comenzaron en salas de estar y esa sigue siendo la localización habitual, tenía sentido hacer equipo con Amnistía y ayudar a quienes no tienen hogar: los refugiados. Además, nuestra comunidad global cree firmemente en ayudar a los menos afortunados, en todo lo que podamos. Así que seguro que haremos cosas similares, quizá ciudad por ciudad. Alentamos a cada Sofar a involucrarse en las necesidades de sus comunidades locales.

Sofar está basado en voluntarios. ¿Forma parte de la ola de empresas colaborativas como AirBNB, Uber, Deliveroo...? ¿Qué respondería a los artistas o managers que recelan de las ganancias de la empresa?

Somos diferentes a otras empresas colaborativas en que empezamos como un hobby y sólo nos planteamos crear la empresa cuando absorbía demasiado tiempo para compatibilizarlo con nuestros empleos. Ahora que hemos crecido, estamos aprendiendo a hacer el proyecto sostenible. En algunas de las cientos de ciudades, experimentamos el cobro de entrada y ahí sí pagamos a los artistas. Si bien operamos con un margen de pérdidas, esperamos beneficio para, así, pagar más a los músicos, ayudarles a recorrer nuestras ciudades y asegurar que Sofar está aquí para quedarse. 

Hay cinco Sofar activos en España (Barcelona,Madrid, Gran Canaria, Sevilla y Murcia). ¿Qué destacaría de ellos?  

Me encanta venir a España para disfrutar de su música, dada su rica tradición mezclando sus géneros propios, como el flamenco y la guitarra clásica, con música tradicional, electrónica o folk. Eso por sí solo es distintivo. Sin embargo, lo propio de Sofar es que, vayas dónde vayas, siempre sientes la misma 'atmósfera'.  

Visita Sevilla, en vísperas del aniversario de Sofar aquí. ¿Qué llamó su atención del concierto y artistas (Raúl Rodríguez, Adriana Moragues y Litus) del 22 de octubre? 

En mi viaje a Sevilla me ha marcado el atractivo de una ciudad que es una singular joya por su combinación de culturas y sabores de distintas épocas, con una impresionante arquitectura y gastronomía. De Sofar Sevilla destaco ¡la increíble pasión del equipo! Todos dan su tiempo para la música, con sus respectivos talentos: el diseño, la fotografía, la dimensión musical y de organización de eventos. Y programan una tremenda variedad de estilos, de flamenco a pop, rock y mezcla de todo ello. El público, como es nuestra seña de identidad, respetuoso y relajado, predispuesto a conocerse unos a otros y disfrutar juntos de la intimidad musical de Sofar. 

La mayoría del equipo Sofar son jóvenes, de una generación que se dice vivirá peor que la de sus padres. ¿Qué mensaje les dirige? 

Lo que más me atrae de ellos es que no trabajan para ser ricos, por el dinero en sí. Apuestan por implicarse en el mundo, contribuir a cambiarlo, cada uno a su modo. Diría que es una manera muy plena de vivir la vida -en el presente y con un sentido. Así que pienso que cosas buenas han de llegarles, mucho más significativas que el mero dinero. 

El sistema difunde que el arte ya no genera dinero y, así, es inútil. ¿Qué opina un empresario que triunfa con algo que nació de su pasión por la música? 

Me entristece que profesionales del arte y la cultura no logren vivir de su actividad y, por tanto, desarrollar carreras, seguir creando. Yo continuaré haciendo cuanto esté en mi mano para, en la medida de mis posibilidades, ayudar respaldando a artistas (músicos para empezar, luego otros, si puedo), a que puedan ofrecer su arte al mundo. Ese impulso me metió en esto, y no tengo intención de parar. 

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