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Málaga vuelve a salir a la calle contra el machismo

Manifestación del 8 de marzo en Málaga | N.C.

Néstor Cenizo

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Igual que el año pasado y que el anterior, la manifestación del 8 de marzo tomó otra vez las calles de Málaga. Lo hizo con algo menos de fuerza, según las cifras oficiales, pero no importó: el grito contra la violencia machista se escuchó alto y claro. Miles de malagueñas (y malagueños) protestaron otra vez, y ya van unos cuantos años, contra la violencia machista en cualquiera de sus formas.

El miedo al coronavirus no hizo descarrilar la protesta, pero sirvió para hacer comparaciones. “El machismo mata más que el coronavirus”, decía una pancarta. Apenas tres o cuatro mascarillas entre diez mil personas demuestra que pocas se tomaban en serio la posibilidad de contagio, y que lo que había era ganas de protestar otra vez.

“Es que estamos igual. No hemos avanzado mucho desde el año pasado y ahora con la extrema derecha se acepta más la violencia o el rechazo a la igualdad”, opina Ana Belén Cano, una joven que portaba una pancarta en la que se leía “Cuidado con el machitovirus. 18 asesinadas desde enero”. A su lado, Marina Gallardo le daba la razón: “Es lo mismo que ir a una procesión o un partido de fútbol”.

Junto al coronavirus, el elefante en la habitación era Vox. El año pasado se convirtió en el enemigo indiscutible. Acababa de entrar en un parlamento por primera vez (el andaluz), y lo había hecho como un elefante en una cacharrería, provocando sarpullidos en el feminismo. Este domingo, sin embargo, apenas hubo alusiones al partido de Abascal. Es como si no hiciera falta mencionarlo porque su machismo ya lo dan por descontado.

El Chumino Rebelde, de paseo folclórico

Chumino Rebelde, Aunque había una abrumadora mayoría de mujeres jóvenes porque suyos son los derechos en juego, el 8 M nunca fue una manifestación sólo de mujeres. Ximo Villanueva se había teñido la barba de morado en apoyo a la protesta. “Soy feminista. La sociedad está virando a la derecha y hay que luchar para mantener lo que tenemos”, decía. Hera (nombre ficticio) trabaja en el campo, y explica que en su ámbito laboral está abonado al machismo: “No ven bien que coja una azada y a veces me preguntan: ¿y tú cómo sabes tanto del campo siendo mujer”.

Hubo también homenaje a la procesión del Santo Chumino Rebelde de 2013 sacando a pasear otra vez una gran vagina de plástico, la misma por la que una mujer se ha sentado en el banquillo de los acusados esta misma semana, acusada de un presunto delito contra los sentimientos religiosos. Esta vez al chumino rebelde lo despojaron de imaginería católica y le colocaron parafernalia folclórica. En lugar de saetas le cantaban rumbas (Machirulo como tú tururú) y canciones de Los Chichos o Los Delinqüentes. Y Niña Pastori, claro: Tus labios pa mí.

El tono festivo general a veces resultaba en contrastes con la gravedad de la violencia machista, como cuando al grito “Polla violadora a la licuadora” le siguió inmediatamente el de “No son muertas, son asesinadas”. Además, a las habituales batucadas se sumó esta vez una performance silenciosa, que acababa puño en alto y al grito de “Sin miedo”.

El único momento tenso se vivió al paso por el Instituto de Estudios Portuarios, donde esperaban ocho hombres con esparadrapos en la boca y carteles colgando (“Hombre maltratado minoría invisible”. Ni una menos, ni uno menos. Nadie menos“), protegidos por una decena de policías. Aunque alguna les increpó, en general provocaron indiferencia. Fue una escena preparada (y grabada) por la misma persona que en las elecciones saltó a la fama por impedir inicialmente votar a una persona que se identificó como apoderado de Podemos y publicarlo en Twitter. Tuvo que rectificar.

Al paso por la cafetería Lepanto, quienes portaban la pancarta de Comisiones Obreras pararon para corear “ninguna agresión sin respuesta”. El año pasado ocurrió aquí un incidente que acabó en los juzgados, después de una presunta agresión con agua y leche hirviendo a Saray Pineda, secretaria de Mujeres de CCOO de Málaga. El juicio está previsto para el próximo 24 de marzo.

Unas 15.000 personas, según Subdelegación

Esta vez la marcha siguió un recorrido nuevo que desembocó donde siempre, en la Plaza de la Constitución, en un tono que casi siempre fue festivo, sin el punto solemne de otras manifestaciones contra la violencia machista convocadas durante el último año, como la que tuvo lugar en noviembre contra la manada de Manresa o la Noche Violeta, en septiembre.

Unas 15.000 personas participaron en la manifestación, según Subdelegación del Gobierno, que corrigió su estimación inicial (10.000). La misma fuente cifró en 17.000 los asistentes el año pasado. Las manifestantes recorrieron la Avenida Manuel Agustín Heredia hasta llegar a Plaza de la Marina, para luego subir por calle Larios hasta la Plaza de la Constitución, donde se leyó un manifiesto.

Ya a punto de llegar al final del recorrido, María Rodríguez camina de la mano de María Dolores Márquez, que cojea claramente. Son dos mujeres mayores, pero dicen que no se lo querían perder, así que Márquez responde casi indignada: “Vengo para que la igualdad se dé ahora, mañana y siempre. Porque hay cosas más malas que el virus, y hay que seguir. Se han conseguido cosas, pero faltan muchas otras y sigue habiendo muchas muertas”.

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