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'Retintas': un mural gigante que se funde con la naturaleza de Conil

Adrián Torres posa bajo una de sus retintas.

Francisco J. Jiménez

A partir de ahora, acercarse a la costa paradisiaca que une las localidades gaditanas de Conil y Vejer tendrá un aliciente adicional: Un mural del artista Adrián Torres ha vestido las paredes desnudas de una edificación y en el que se pueden contemplar unas enormes vacas retintas, una raza propia de esta zona. Así, colores y trazos de autoría única se han convertido en el mejor homenaje posible para un elemento esencial en el paisaje de esta población gaditana.

Adrián Torres es jerezano de nacimiento, conileño de adopción y “ciudadano del mundo”. Sus proyectos profesionales y personales le han llevado por los cinco continentes, pero ha hecho un alto en el camino para disfrutar y hacer disfrutar con su nueva obra. Nada menos que 70 metros de arte.

“Estoy muy contento porque es una obra de cara al público y te expones a todo tipo de opiniones. No quería hacer algo que no gustara porque está en un entorno muy bonito y quería que quedara bien, pero de momento todo el mundo está encantado y eso es algo muy complicado de conseguir”, explica con orgullo.

Su intención era “simplemente reflejar lo que había”, en referencia a los ejemplares de vacuno de la raza retinta que pastan por la zona. Esta especie autóctona, de color rojo intenso, no es muy conocida en el país pero su carne de sabor y textura extraordinaria es cada vez más apreciada por los gastrónomos. “Me parece preciosa la raza de la vaca y quería representarla y que quede ahí para la posteridad. Le pedí permiso al dueño del establo y desde el primer momento me ayudó mucho. Además, la empresa Pinturas Andalucía me ha cedido todo el material, que es muy importante”.

El artista se enamoró de un lienzo en forma de pared en un enclave muy particular. Era habitual zona de paso para Adrián y un buen día vio que era un sitio ideal para hacer una transformación del paisaje que en otros países está mejor considerado: “Yo paso casi todos los días en verano por allí porque voy a la playa y nunca me había fijado, pero un día lo vi diferente porque hicieron unos grafitis en el muro. Yo tenía la idea de hacer algo por esta zona y lo vi con otros ojos. El muro era una maravilla enfrente del mar y me lancé. Aquí es algo que no se lleva tanto. En América es algo habitual, pero en España la gente no lo tiene muy asumido y te ponen más trabas”.

Ha sido un alto en el camino dentro del proyecto profesional al que está entregado en los últimos tiempos: Riding Colors. Se trata de una iniciativa en la que colabora con colegios y orfanatos de diferentes países a través de su arte. “Todo empezó en un viaje a la India. Tenía contacto con la Fundación de Vicente Ferrer, pero no sabía de qué manera colaborar, aunque tenía claro que si era a través del arte, mejor. En la India utilizan los murales para educar a la población y eso me hizo pensar. Me llevaron a un centro de niños con parálisis cerebral y ahí fue donde mi mente se abrió porque me impactó mucho. Vi las instalaciones y pensé que podía ayudar haciéndoles el entorno más agradable. Nunca pensé que podía mejorar la vida de los demás con el arte”.

Malasia, Thailandia, Camboya, ilipinas, Haití, Rusia o Estados Unidos son algunos de los países donde ha dejado su sello a través de los murales, pero no se le puede considerar un grafitero porque domina otros estilos como el retrato, en el que es un especialista. “Lo de Conil es un mural. Mi estilo no es grafitero porque yo me considero pintor. Yo no tengo brochas grandes, utilizo escoba porque me gusta la pincelada. Los grafiteros lo hacen casi todo con spray y yo sólo para algunas líneas”.

En cualquier caso, con sus 'Retintas' se ha entregado como lo hace en todas sus creaciones. “El sentimiento es el mismo que cuando hago algo en un orfanato porque me he dejado ahí el alma, me ha costado mucho trabajo y nunca había hecho un mural tan grande y me ha costado mucha energía. La pintura aguanta años, pero te expones a que se pueda caer el muro o que alguien lo pinte. Que vaya envejeciendo me gusta porque pasa a formar parte del entorno. Puede ser efímero, pero me gusta que sea así”.

Ahora retoma el proyecto Riding Colors de la mano de la empresa Kalipay. Esto le llevará seis meses en lo que supondrá un nuevo giro en su carrera. “Vamos a pintar un colegio y he contactado con varios artistas de varios países. Por primera vez lo haremos con una bailarina, que va a enseñar coreografía a los niños. Es la primera vez que coordino a tanta gente. Espero que todo salga bien”.

Torres es conocido como el pintor de los colores y lo asume. “El color es la base de mi arte y me gusta transmitir esa energía”. Se considera feliz después de haber superado muchas adversidades y lanza un mensaje de optimismo para los que se plantean seguir su camino: “Fácil no es nada en la vida. Yo he insistido mucho y he ido contra viento y marea. Si quieres algo, tienes que luchar siempre porque a lo mejor te llega el éxito a los 40 años o a los 60. Poco a poco he ido consiguiendo mi sueño, he tenido la suerte de que mi estilo gusta y yo soy feliz así”.

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