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Angosturas del Río Guadalmina: guía para mojarse en familia en Benahavís

El Charco de las Mozas, el inicio de la ruta.

Francisco J. Jiménez

La ruta de las Angosturas del Río Guadalmina, en Benahavís (Málaga), ofrece emocionantes gargantas, pozas profundas y aguas cristalinas para toda la familia con una realidad asegurada: nos vamos a mojar. La experiencia es muy aconsejable pero es conveniente tomar las precauciones necesarias para disfrutar de ella. En este reportaje te ofrecemos todas las claves para organizar tu visita.

La ruta de las Angosturas del Río Guadalmina es de una dificultad media y, para empezar, hay que llevar el calzado adecuado. Unos escarpines harán que sea más llevadero caminar sobre las rocas, procurando que tengan el mejor agarre posible. La crema solar no puede faltar ni tampoco la ropa de baño porque buena parte del camino se hace dentro del agua. Por último, es recomendable que los niños lleven algún flotador porque hay varias zonas complejas para cruzarlas a nado.

Teniendo claras estas premisas, sólo se necesita energía para iniciar una ruta en la que se suele tardar unas dos horas y media para cubrir los tres kilómetros del recorrido. El coche se deja junto al solar de la ermita de Nuestra Señora del Rosario y habrá que caminar algo más de un kilómetro para llegar al Cañón de las Angosturas del río Guadalmina, que es un estrecho desfiladero por el que desciende el río Guadalmina. Se encuentra situado en el término municipal de Benahavís (Málaga).

Angosturas del Río Guadalmina: el charco de las Mozas

El charco de las Mozas es el punto de salida de esta ruta, donde ya se comprueba que el contacto con el agua será casi permanente. Por ello también hay que tener en cuenta que, para no mojar las llaves del coche u otros enseres personales, es conveniente hacerse con una funda impermeable. Es necesario lanzarse por un tobogán natural de poca altura para iniciar el tramo acuático. Los más atrevidos se lanzan desde las rocas superiores.

Este tramo es de un kilómetro y será necesario mantener la atención para no resbalar en las piedras mojadas del camino. Las angosturas van apareciendo y se puede disfrutar de un paisaje natural que se caracteriza por unas paredes altas que hacen muy agradables los tramos de nado. Mención especial merece la zona a modo de cueva, ya que se refleja la luz del sol haciendo un efecto impactante sobre los espeleotemas.

Las zonas de gran profundidad no son muy prolongadas y no es necesario ser un nadador experto para cruzarlas. En verano se hace muy agradable porque la temperatura del agua es ideal como contraposición al calor exterior. La falta de luz en las angosturas puede provocar que en otras épocas del año el agua esté demasiado fría si no se lleva una ropa térmica adecuada.

Pasada esa zona hay que tener cuidado con el musgo de las piedras, que dificulta sobremanera el tránsito normal. Será el aviso de que la ruta está acabando, pero todavía quedarán emociones fuertes.

Al visitante le espera una presa que debe ser descendida a través de un tobogán lateral en el que hay una cuerda para ayudar al descenso, que en cualquier caso tiene cierto peligro sobre todo para los que vayan acompañados de niños. En algunas épocas del año, el caudal del río permitirá lanzarse desde arriba, pero en verano habrá que deslizarse.

Superado ese susto, ya sólo quedará un tramo final de un desfiladero de aguas profundas donde será necesario un último esfuerzo para llegar a la playita del Charco de los Tubos. El retorno al aparcamiento se realiza por una acequia paralela al río.

La ruta de las Angosturas del Río Guadalmina es una experiencia muy recomendable que deja momentos de una gran belleza natural y otros en los que no puede faltar el máximo cuidado porque el camino angosto, las gargantas y las pozas naturales van acompañadas de algunas dificultades ineludibles.

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