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‘Recuerdos de Antonio Gala’, una exposición permanente para conocer a un escritor eterno

Bastones en la exposición 'Recuerdos de Antonio Gala'

Laura Ferrer

La Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, abierta hace 17 años por el escritor en la ciudad de Córdoba, tiene su sede en el Convento del Corpus Christi, un edificio de gran belleza que data del siglo XVII y que actualmente es propiedad de CajaSur.

Por la Fundación han pasado en estos años más de 250 artistas plásticos, fotógrafos y literatos y de ella han salido algunos de los nombres más interesantes del panorama creativo joven español y en lengua castellana (ya que admite inscripciones de hispanohablantes en general). Antonio Gala, de 88 años, retirado de la vida pública, no duda en apoyar a los jóvenes becados cuando la ocasión lo merece y su delicada salud le da una tregua. Es su sobrino, José María Gala, quien dirige esta singular experiencia creativa.

Pero la Fundación acoge también una pequeña joya imprescindible para quienes amen las letras y quieran visitar Córdoba más allá de la Mezquita: la exposición permanente Recuerdos de Antonio GalaRecuerdos de Antonio Gala.

La muestra, que se inauguró en 2016, está ubicada en la Sala Capitular del convento, un lugar tan hermoso que merece la pena entrar en la Fundación solo para contemplar el espacio. El visitante puede hacer un recorrido por la trayectoria vital e intelectual de Antonio Gala, desde su infancia y su juventud hasta su compromiso social, su relación con Córdoba y Andalucía en general, La Baltasara (su casa de Alhaurín el Grande) y su Fundación para Jóvenes Creadores. Manuscritos de sus obras, fragmentos de sus diarios, fotografías y objetos personales, como sus característicos bastones, consiguen transmitir la esencia del personaje pero, sobre todo, de la persona.

Una colección de amigos, no de bastones

Una colección de amigos, no de bastones«A quienes me preguntan, suelo advertirles que yo no llevo bastón por estética sino por estática. Sin embargo, creo que debo hacer dos aclaraciones. Primera, yo no colecciono bastones: colecciono amigos que regalan bastones. Segunda aclaración, en realidad no me apoyo al andar en los bastones: me apoyo en los amigos. Amigos ya muertos, que me regalaron bastones de otros muertos. Amigos vivos aún, que la vida se llevó de mi vida. Amigos con quienes todavía tomo el vino y el sol...», reflexiona Gala en uno de los paneles de la muestra sobre este singular ‘accesorio’ que le ha caracterizado siempre, al igual que su pelo ondulado, sus jerseys impecables y sus pañuelos de seda al cuello.

La literatura está en todos los detalles de la exposición Recuerdos de Antonio Gala porque bien pronto, de niño, entró en su vida para quedarse. «Cuando mi padre murió, se descubrió en su cartera de bolsillo un papel doblado en cuatro: era la primera cuartilla que su niño había escrito, contaba la historia de un pequeño gato. La escribí un día en que él me había castigado a no salir el sábado ni el domingo. De rodillas en el suelo, me dispuse a escribir porque no tenía nada mejor que hacer. Llevaría escritos tres cuartos del papel cuando él entró. Lo leyó, me miró un momento y dijo en voz baja:

—Puedes salir si quieres.

Fue la primera vez que percibí la utilidad de la literatura», relata Gala en otro de los paneles de la exposición.

Sin duda es difícil sintetizar en una muestra una personalidad tan carismática y la trayectoria vital y literaria de un escritor tan prolífico como Gala, pero la Fundación ha hecho un gran esfuerzo para sorprender incluso a los mayores conocedores de su obra. Basta observar un momento a los demás visitantes para darse cuenta de que muchos dedican unos minutos a desentrañar la letra, pequeña y apretada, en los manuscritos, en sus cartas y notas. Sobresale varias veces la palabra “soledad”.

'Recuerdos de Antonio Gala': Una obra inmensa

'Recuerdos de Antonio Gala': Una obra inmensaPoeta, novelista, guionista, dramaturgo, articulista y ensayista, Gala es un autor querido por el público y que ha recibido el aplauso de la crítica.

Uno de los objetivos de la muestra es dejar constancia la cantidad de obras de calidad que ha producido Gala a lo largo de su vida.

En poesía es autor de Enemigo íntimo (1960), por el que obtuvo un accésit del Premio Adonáis, un hecho que sin duda marcó su vida y su trayectoria posterior. Además ha escrito La deshora (1962), Meditación en Queronea (1965), 11 Sonetos de La Zubia (1981), Testamento andaluz (1985), 27 Sonetos de La Zubia (1987), Poemas cordobeses (1994), Poemas de amor (1997) y El poema de Tobías desangelado (2005).

En novela, Gala es autor de El manuscrito carmesí (1990), por el que obtuvo el Premio Planeta, así como de La pasión turca (1993), Más allá del jardín (1995), La regla de tres (1996), Las afueras de Dios (1999), El imposible olvido (2001), El pedestal de las estatuas (2007) y Los papeles de agua (2008).

En lo que respecta a su producción teatral, la lista es tan grande y tan llena de premios que es imposible citarla completa aquí, porque este texto adquiriría el tono de un artículo de Wikipedia. Se puede al menos destacar Los verdes campos del Edén (1963), con el que obtuvo el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca. Un galardón que fue toda una sorpresa para Gala, ya que lo presentaron al premio unos amigos sin decírselo. También se puede destacar Los buenos días perdidos (1972), que obtuvo los premios Nacional de Literatura, El Espectador y La Crítica, Mayte de Teatro, Foro Teatral y Ciudad de Valladolid de Teatro. En total, nada menos que 30 obras teatrales.

Gala ha escrito ensayos sobre Córdoba, Lorca, el teatro, Granada y sobre él mismo en el famoso Ahora hablaré de mí (2000).

Y no se pueden dejar de mencionar sus artículos. Desde La Tronera de El Mundo a las entrañables Charlas con Troylo de El País.

Y todavía faltan por mencionar sus guiones originales y adaptados para televisión y cine, entre ellos Digan lo que digan (Director: Mario Camus, 1968), Esa mujer (Director: Mario Camus, 1969) y Pepa Doncel (Director: Luis Lucia, 1969).

“En los momentos en los que arreció el temporal y ladró el mundo alrededor con excesiva fuerza, yo me escapé por los sigilosos pasillos de la lectura, y me consolé allí», dice Gala sobre su pasión por los libros. «Siempre que voy a Andalucía voy con temblor. No de miedo, sino de expectativa. Porque estoy seguro de que incurro en un riesgo: el de darme de bruces con quien fui. Y en ningún lugar del mundo fui tanto como en Andalucía», remarca el escritor sobre su otra pasión: su tierra adoptiva.

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