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Torreparedones: la ciudad desconocida entre olivares

Torreparedones.

Carmen Reina

Elevado en la cota más alta de la campiña cordobesa a casi 600 metros en el término municipal de Baena (Córdoba) y flanqueado por hileras de olivos que guardan su historia, el yacimiento arqueológico de Torreparedones emerge como un tesoro aún a medio descubrir para arqueólogos y visitantes. Con apenas un 8% de su terreno excavado, caminar por Torreparedones es dar un paseo en el tiempo a lo largo de miles de años, siglos que vieron transformarse este núcleo de población desde los primeros asentamientos humanos fechados en el Neolítico (3.200 a.C.) hasta la Edad Media (siglo XVI) y que tuvo en la época romana el máximo esplendor como colonia.

Con unas vistas privilegiadas a su alrededor, Torreparedones se erige como un yacimiento único, donde ha aflorado a la vista de todos la magnitud de la historia que atesora: una joya arqueológica íbera, romana y medieval de la que no se conoce su nombre original, aunque las investigaciones señalan a la Ituci Virtus Iulia que citaba el historiador romano Plinio El Viejo.

Y es que precisamente como colonia romana vivió su mayor esplendor este núcleo de población, fundado y poblado por legionarios veteranos que se establecieron en las diez hectáreas que ocupa Torreparedones y donde edificaron una ciudad siguiendo los patrones del imperio. De hecho, aún hoy ese plano se muestra al visitante, quien inicia el recorrido de la visita al yacimiento arqueológico por la calzada romana de piedra construida entonces, una calzada que comenzaba en la puerta oriental de la ciudad, un espectacular acceso de doble puerta con una abertura de 14 metros y sillares ciclópeos que se erigen como dos sólidos torreones recreando la puerta romana a partir de los restos que se conservan.

Esa calzada principal, a modo de decumano máximo, atraviesa la ciudad hasta el punto más occidental, mientras a ambos lados viviendas, termas y aljibes salpicaban la colonia que conserva hoy a la vista de todos su más preciada joya: el foro, la plaza principal de la ciudad, donde se desarrollaba la vida pública, con los edificios más importantes a su alrededor.

En mitad del foro, una inscripción tallada en la piedra del pavimento y que, en tiempos, estuvo rellena de plomo dorado, se puede leer aún: “Marco Junio Marcelo, hijo de Marco, de la tribu Galeria (...) de Augusto, pavimentó el foro con su dinero”. Es el nombre del mecenas que dejó inscrita su huella para siempre en la plaza de la colonia, alrededor de la cual se erigían los tribunales, el mercado, el templo, edificios administrativos, una capilla de culto y la curia.

Más allá de la época romana de Torreparedones, el yacimiento muestra otras muestras de su historia, que se ha preservado gracias al encontrarse en mitad de los olivares, alejado de los actuales núcleos de población, sin haber sufrido la agresión de construcciones posteriores. Allí también, como la raíz más antigua conservada, se erige en el extremo sur de la ciudad el primer edificio que fue excavado y que se remonta a la época íbera: el santuario (siglos III a IV antes de Cristo). Descubierto en las primeras catas arqueológicas realizadas en los años 80 del pasado siglo por especialistas de las universidades de Oxford (Gran Bretaña), la Complutense de Madrid y la propia Universidad de Córdoba, este edificio fue un espacio religioso que fue adaptado después al culto de la colonia romana y donde se han hallado más de trescientas figuras, exvotos entregados como ofrendas a la divinidad.

Y justo en el extremo opuesto del yacimiento, al norte, el otro enclave que da fe de la huella medieval que Torresparedones también conserva: el castillo, que data del siglo XVI y que fue el último edificio erigido en este lugar. El visitante puede hoy subir hasta su torre y obtener las vistas que hace siglos lo convertían en la atalaya de la comarca, un punto estratégico frente a la frontera castellano-nazarí y desde donde se vigilaba la llegada de las incursiones musulmanas en los años de la Reconquista.

El castillo y una pequeña ermita del siglo XIII, son los vestigios que hablan de la época medieval del yacimiento, de donde se han preservado materiales, exvotos del santuario, esculturas y otras piezas del foro romano, en el Museo Arqueológico de Baena, la última parada para completar la visita a este recorrido a lo largo de miles de años de historia.

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