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Supervivientes del comercio: cuatro ejemplos de la tradición de los ultramarinos en Cádiz

El ultramarino de la calle Veedor, el más veterano de la provincia.

Francisco J. Jiménez

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Hace décadas que llegaron montañeses, cántabros, al sur de la Península buscando hacer negocio y un futuro. Montaron aquellas tiendas que traían alimentos de ultramar y que ofrecían productos a granel bajo los consejos de un almacenero de confianza. Hoy, en la época de las grandes superficies, de las franquicias y de las cajas rápidas, parece no haber sitio para las tiendas de ultramarinos. Hoy se encuentran con cuentagotas. 

Sin embargo, en la provincia de Cádiz aún hay vestigios de aquellos establecimientos tan prósperos hace décadas y que han ido retrocediendo hasta casi su desaparición.

El más veterano es Ultramarinos Bar El Veedor, en la calle del mismo nombre de Cádiz. Está al frente Francisco Chicón, que tomó el negocio en 1976 hasta la fecha, aunque los orígenes de esta tienda se remonta a finales del siglo XIX. Desde un primer momento era un local dividido en tienda y bar y en la actualidad se ha especializado en productos gourmet.

“Le pongo mucho cariño a las cosas, no le toco el bolsillo demasiado a la gente y nadie me echa una tapa para atrás”, afirma orgulloso el dueño, que presume de productos como el jamón, el queso, la caña de lomo, los chicharrones, las habas con jamón y las famosas tortillas rellenas.

En la localidad de San Fernando se encuentra El Almacén de Pata Negra, regentado por Juan Manuel Marín. El negocio también consta de una tienda a la antigua usanza y de un bar. “Empecé en el año 88 siendo un chicuco, en una tienda de alimentación reponiendo. Después empecé a organizar ferias gastronómicas y mercados medievales y ahora me he dedicado al producto delicatessen”.

El negocio lleva seis años ya en la misma ubicación, la calle San Diego de Alcalá, y cuenta con una clientela de todas las edades que valora el esfuerzo que hay detrás de la barra. “Intentamos vender lo mejor que hay y así no te equivocas. Lo que más vendemos es jamón, huevos camperos, pan de campo, sales de la salina San Vicente, productos de la sierra de Cádiz y somos los únicos que tenemos chicharrones todos los días”, explica el dueño.

“Competir con las grandes tiendas no se puede, hay que ser diferente. Tengo tres hijos y quiero que estudien, pero siempre les digo que tienen la opción B de seguir con esto. La gente busca la calidad y no quiere equivocarse. Nosotros abrimos de lunes a domingo y es sacrificado por la familia, pero hay que subsistir”, señala Juan Manuel.

Tampoco lo tiene fácil José Salgado, que lleva adelante en Sanlúcar de Barrameda la tienda conocida como Los Tijeras, en la calle Rubiños. Hay que irse a 1963 para hablar de los inicios de un comercio que siempre fue tienda de ultramarinos. “Empezó mi padre, luego se hicieron cargo mis hermanos y me lo han pasado a mí. Oficialmente nos llamamos Hermanos Salgado, lo de Los Tijeras viene del apodo de mi padre, las cosas de los pueblos. Nos mantenemos a trancas y barrancas. Las grandes superficies abarcan todo, pero se sobrevive gracias a una clientela antigua y gente nueva a la que le gusta tu forma de servir y de tratar”, explica José.

“Tenemos que ajustar los precios al máximo y siempre ganamos algo menos. Aquí no hay marcas blancas, intentamos tener lo mejor del mercado a un precio bueno. La mayor parte de los productos son de la provincia”, especifica el empresario sanluqueño.

En Jerez de la Frontera hay que irse al centro para conocer los productos de Mantequería Jerezana, una tienda que comenzó en los años 40 y que después de pasar por varios propietarios tiene ahora a Luis Reyes al frente. “No es una tienda de alimentación general. Es una selección de productos de calidad y de gourmet”, remarca.

“Cada día se pierde mucha clientela. El centro de Jerez se queda corto de gente mayor y todo el mundo va a los centros comerciales y las ventas caen día tras día. Hay una clientela fiel, pero muy puntual. En Semana Santa por la tradición del bacalao y también campañas especiales como en Navidad. El turismo también aporta, pero está la cosa complicada”, lamenta el propietario.

Reyes subraya cuál es la diferencia entre comprar en su tienda y hacerlo en un centro comercial: “Hoy en día se busca comprar con prisas, no hay un trato especial ni gente especializada como en nuestra tienda. Aquí viene gente mayor que busca un buen jamón porque lo que tenemos son exquisiteces dentro de un precio razonable. Nosotros estamos atentos al cliente mientras que en las grandes superficies hay que esperar media hora para que te atiendan”.

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