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La zanahoria morada: el mejor secreto de Cuevas Bajas

Zanahoria morada.

Nacho S. Corbacho

Rodeadas de pequeñas montañas y junto al río Genil, las fértiles tierras de Cuevas Bajas, municipio al norte de la provincia de Málaga reúnen las condiciones perfectas para el cultivo de un alimento muy particular. Se trata de la zanahoria morada, un producto autóctono del pueblo con interesantes propiedades que en los últimos años se ha puesto de moda.

Tanto, que cocineros con estrellas Michelín como Dani García se han rendido a sus encantos. Por eso, en el pueblo se han puesto las pilas y han creado la Asociación de Productores de Zanahoria Morada, que ya cuenta con una treintena de agricultores locales. Una cifra aún pequeña pero importante en una comarca envuelta en un mar de olivos que quiere también abrirse al turismo rural, algo olvidado en la zona.

La zanahoria morá  (así la llaman en Cuevas Bajas) llegó a esta comarca malagueña de manos de los árabes hace más de 13 siglos. Y, desde entonces, se ha cultivado en huertas caseras para el consumo familiar y alimentar al ganado. Es así cómo ha permanecido hasta la actualidad: las generaciones de cueveños han ido guardando las mejores semillas y transfiriendo los conocimientos sobre su cultivo, manteniendo así vivo un producto muy peculiar. Basta mirar su interior, compuesto por un llamativo y particular corazón de diferentes tonalidades de color púrpura. Y también su exterior: cada zanahoria puede llegar a pesar un kilo y medir más de 30 centímetros. Características que la diferencian bien de otras variedades de zanahorias moradas que se desarrollan en otras zonas de España, principalmente en las Islas Baleares.

Los rasgos también la diferencian de la habitual zanahoria naranja que se encuentra en mercados y supermercados, que no es más que el resultado de los cruces de semillas que realizaron los holandeses en el siglo XVI para dar el color de su casa real a la hortaliza. Desde entonces, es la variedad que se ha extendido por todo el mundo. Sin embargo, la zanahoria morada no surgió de ningún cruce, sino que es una de las pocas variedades de esta raíz que sigue siendo silvestre y que se ha encontrado tal cual en la naturaleza desde hace muchas generaciones. Y que ha dado en Cuevas Bajas con las condiciones perfectas para su desarrollo: el río Genil, tierras fértiles, zonas de lodo y fango y temperaturas bajas en invierno. Sin olvidar el saber hacer de los horticultores locales, que guardan como oro los secretos para cultivar de forma óptima esta hortaliza.

Una de las personas que mejor conoce la zanahoria morada es Juan Carlos Artacho. Este agricultor cuenta con seis hectáreas cultivadas, la mayor extensión de todo el pueblo. Allí siembra cada agosto las semillas, que poco a poco se van desarrollando hasta finales de año, cuando se recogen. Artacho comenzó a cultivarlas hace algo más de una década cuando el Ayuntamiento de Cuevas Bajas se lo pidió en un momento en el que apenas se hacía en huertas familiares.

“La Diputación Provincial estaba impulsando las fiestas gastronómicas de los pueblos y al alcalde se le ocurrió que aquí podíamos hacer algo con la zanahoria morá. Así que me pidieron que echara una mano para que la producción aumentase y pudiera conocerse más”, explica Artacho, que estudió Informática en la Universidad de Málaga, pero es un apasionado del campo. “Me entró el gusanillo por aportar en esta idea de impulsar la zanahoria morada y desde entonces intento mejorar el cultivo”, añade.

Desde entonces, ha ido probando la mejor forma de cultivar la zanahoria, su riego, cuidado e incluso temporada. De hecho, ese es uno de los principales hándicaps de esta variedad: su gran temporalidad. “Tenemos zanahorias durante diciembre nada más y el objetivo es que podamos disfrutar de ellas algún mes más”, dice el agricultor.

Por ello, este verano también ha realizado una plantación de semillas a finales de septiembre en parte de su parcela, con el objetivo de comprobar si, de esta manera, se puede realizar una recogida tardía a comienzos del próximo año. “La idea sería tener zanahorias hasta marzo o abril, pero no sabemos cómo va a responder, esperemos que vaya bien”, dice Artacho, que destaca la fortaleza de la planta ante el invierno.

El agricultor también ha intentado cultivar la zanahoria morada en otros lugares cercanos, como la fértil Vega de Antequera, pero los resultados no han sido positivos. “Sí que crece, pero mucho más pequeña que aquí. Hay gente que ha probado en Galicia o Madrid, pero en ningún lado sale igual. En Cuevas Bajas se dan las condiciones perfectas para su cultivo, por eso es un producto autóctono”, subraya Artacho.

De cada hectárea plantada en agosto, Artacho produce unos 15.000 kilos de zanahorias moradas, que crecen bajo estrictos procedimientos ecológicos, lo que le ha permitido obtener la certificación. “Es una forma de cuidar su calidad, de que tenga el mejor sabor y que la pongamos aún más en valor”, dice el agricultor. En otras temporadas del año cultiva habas o berza, que aportan nutrientes a la tierra para que luego los use la zanahoria morada en su alimentación.

Toda su producción es adquirida por Esali Alimentación, quienes también le surten de una selección de las mejores semillas. Esta empresa nació hace tres años de la mano de un vecino de Cuevas Bajas, Juan Francisco Pedrosa, y su socio, Enrique Cuberos. Ambos pensaron en poner en valor las muchas propiedades beneficiosas para la salud de la zanahoria morada a través de transformación en diferentes productos que, además, permitiesen su conservación durante más tiempo.

Sus primeras propuestas fueron una mermelada, un snack y un vinagre balsámico. Y, recientemente, también cuenta con mermelada light, vinagre caramelizado y un granulado elaborado mediante un proceso de deshidratado que da lugar a unas escamas crujientes. Todas se comercializan bajo la marca Morá.

Ahora trabajan para seguir ampliando su oferta. “Ya estamos investigando para obtener nuevos productos como una crema, un gazpacho, zumo e incluso leche de zanahoria”, explica Carlos Haro, director comercial de Esali Alimentación, marca incluida en el proyecto Sabor a Málaga impulsado por la Diputación Provincia malagueña. La empresa recibió en 2014 el reconocimiento como Iniciativa Innovadora por parte de la Consejería de Agricultura por su trabajo por recuperar y sacar al mercado este cultivo tradicional con semilla autóctona de Cuevas Bajas.

Los productos transformados pueden encontrarse en plataformas como Maskom y diferentes tiendas locales en Málaga, Antequera y pueblos de su comarca, además de diferentes establecimientos de Cuevas Bajas. Por ahora, el objetivo es expandirse por Andalucía, para luego dar el salto al territorio nacional.

Haro asegura que el mercado es aún “poco agradecido” a estas propuestas por las dificultades propias de los productos nuevos. “Por eso queremos difundir las posibilidades de este alimento a nivel gastronómico y culinario, pero también dar a conocer sus propiedades saludables”, explica.

De hecho, frente a la más común zanahoria naranja y además de su tamaño, la zanahoria morada tiene unas diferencias muy significativas. Juan Casado, investigador de la Universidad de Málaga (UMA), así lo constató en un estudio Perfil de antocianinas y la capacidad antioxidante de zanahorias moradas de Cuevas Bajas, publicado en la revista especializada Journal of Food Composition and Analysis.  Un trabajo cuya principal conclusión revela que “teniendo en cuenta los beneficios para la salud asociados con el consumo de alimentos ricos en antocianinas, la zanahoria morada aparece como un importante alimento vegetal con un gran valor nutricional”.

El trabajo demuestra que la hortaliza cueveña tiene un poder antioxidante seis veces superior a la zanahoria naranja, regula la función intestinal por su alto contenido en fibra, protege de enfermedades cardíacas  y potencia el sistema inmunológico, entre otras ventajas. “Esta zanahoria nace en un entorno hostil: en tierras muy permeables a hongos y bacterias de todo tipo, con gran humedad, pequeños insectos... Tiene que defenderse de todo ello y de ahí surge su gran capacidad antixoidante”, explica el profesor de la UMA, que añade: “También tiene que ver el conocimiento de los horticultores locales, que saben cómo tratar esta apiácea y guardan esos cuidados en secreto”, asegura Casado. 

El investigador comenzó su trabajo en 2011 con el objetivo de conocer las razones de que la zanahoria fuese de color morado. Ello le permitió saber que ello depende de un compuesto químico denominado antocianina, responsable también de las tonalidades rojas, azules o moradas de otros alimentos. Y, a partir de ahí, apostó por estudiar sus efectos antioxidantes, comprobando también su alto contenido en carotenos, que tienen la capacidad de combatir los radicales que están en el origen de enfermedades degenerativas y diversos tipos de cáncer. “Es un producto muy especial”, sentencia Casado.

A comienzo del invierno, cuando se realiza la recogida, la zanahora morá se puede encontrar fresca en numerosos establecimientos de Cuevas Bajas, así como en mercados cercanos de Córdoba y Málaga. Sus posibilidades en la cocina son muchas: desde ensaladas a cremas pasando por su consumo asado, al que basta añadir aceite de oliva virgen extra y especias para convertirla en toda una delicia.

El mejor momento para conocer las recetas y otros aspectos sobre esta peculiar hortaliza es el primer domingo de diciembre, cuando Cuevas Bajas celebra la Fiesta de la Zanahoria Morá. Cita a la que acuden cada año entre 5.000 y 6.000 personas y en la que se prepara de diferentes formas y se degustan también otros productos de la zona como los mantecados o las migas. Este año alcanza su duodécima edición: una perfecta ocasión para conocer el pueblo y su producto más apreciado.

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