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Los recortes incrementan las desigualdades entre las autonomías

El empleo en el sector turismo incentivó el abandono temprano de los estudios

Olga Granado

La tarta es más pequeña y, encima, los trozos se cortan más chicos siempre para los mismos, mientras una minoría se queda con los grandes. La política de recortes del Gobierno de la Nación es, según los expertos, una de las causas del empobrecimiento de la población, que se puede entender gráficamente si se comparan las comunidades autónomas. El tercio de la población española con mayor renta, que se corresponde con los que viven en Cataluña, Madrid y País Vasco, ha mejorado proporcionalmente su situación con la crisis. Por el contrario, el tercio de población con menor PIB per cápita, la de Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia y Canarias, la ha visto empeorada. Es una constatación con cifras: las más pobres se llevaban en 2008 el 25,5 del PIB nacional, mientras que en 2012 han bajado al 25,1%, casi medio punto menos. En el otro extremo, el tercio de la población española con mayor PIB per cápita, ha pasado de acaparar el 42,5% del PIB en 2008 al 43,2%, siete décimas más.

Dicho lo cual, conviene apuntar que el descenso en el PIB ha sido generalizado en todas las comunidades autónomas, aunque algunas han bajado menos que otras. Y es que, como el PIB de 2012 es bastante más bajo que el de 2008, ese mayor porcentaje supone un aumento en términos relativos, pero no absolutos. Es decir, todos tienen ahora menos dinero, pero el descenso no ha sido uniforme: las regiones más pobres han bajado proporcionalmente más que las más ricas. Según los expertos, las mayores diferencias se relacionan con la forma en que han podido capear los recortes. “Las más ricas han podido sobrevivir mejor, y además, en especial Madrid y el País Vasco, son las que han sufrido menos en conjunto”.

Lo explica así Carmen Herrero, del Departamento de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alicante, quien matiza que en estas cifras hay que distinguir entre valores nominales y reales y entre absolutos y relativos. “Una pareja tiene un sueldo de 1.000 euros uno y 2.000 euros otro, por lo que el primero tiene el 33% de la renta familiar y el otro el 67%. Si a ambos les bajan el sueldo 200 euros, los nuevos salarios son 800 y 1800 euros, respectivamente. De manera que el primero tiene el 30% de la renta familiar y el otro el 70%. El porcentaje del segundo ha aumentado, pero su renta ha disminuido”, ejemplifica. Y eso mismo ha pasado con el PIB de las comunidades autónomas.

Reconoce que la renta nominal (en términos de euros) en 2012 ha retrocedido a los niveles de 2003. En términos reales (es decir, tomando en cuenta la inflación, en términos de poder adquisitivo), ha retrocedido entre 2008 y 2012 en cerca de 1.500 euros por habitante. “Todos somos más pobres ahora. Y también con relación a Europa. Y eso que también Europa se ha empobrecido en su conjunto”, subraya.

El aumento de la pobreza tiene que ver con el empobrecimiento acusado de las capas bajas de la población. “El desempleo, la disminución y el deterioro de los servicios públicos (que son una especie de renta indirecta, pues si son adecuados y gratuitos, la población se beneficia de ellos a coste cero o muy bajo), las caídas de las prestaciones, etcétera, agravan de forma especial la situación de las personas con rentas más bajas”, continúa esta catedrática, también investigadora del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).

En cuanto a las razones, son varias. En parte, tiene que ver con su estructura productiva y en parte con su capital humano. “Las comunidades autónomas donde la construcción era más importante en el conjunto de su producción (viviendas e infraestructuras) han sufrido un mayor impacto de la crisis. Estructura productiva y capital humano no son variables independientes, lo que se ha traducido en un fuerte impacto del desempleo de larga duración en aquellas regiones con una fuerte presencia del sector construcción. El sector de la construcción (y en parte también el turismo) ha estado generando durante muchos años incentivos a abandonar los estudios a edades tempranas. Nos encontramos ahora con muchos jóvenes desempleados y con baja cualificación, lo que hace que sus perspectivas sean francamente difíciles. Esto va empeorando la distribución de la renta”, detalla Antonio Villar, catedrático de Fundamentos de Análisis Económicos de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla e investigador también del IVIE.

Por eso, este experto sostiene que parte de la solución pasaría por “mejorar la educación básica, que en España está todavía lejos de los niveles de nuestros competidores”; “acabar con la segmentación del mercado laboral que perjudica a los jóvenes, cuyo capital humano se deprecia muy rápidamente por falta de uso”; “buscar formas de que los jóvenes desempleados y con poca formación mejoren sus capacidades para tener mejores perspectivas”; y “buscar procesos eficaces de formación permanente de la población activa para facilitar su adaptación al ritmo adecuado a los cambios tecnológicos y productivos que no cesan”.

Lo que cuentan las gráficas

En términos globales se puede decir que la desigualdad ha aumentado un 10% entre 2008 y 2012 si se toma como referencia el conocido como índice de Gini (medida de la desigualdad ideada por el estadístico Corrado Gini, y que es la más usada para comparar la distribución de la riqueza). Este incremento de la desigualdad ha provocado un retroceso en los avances que se habían venido produciendo en la década precedente, ya que entre los años 2000 y 2008 el índice de Gini disminuyó un 8,8%, favoreciendo un reparto más equitativo del PIB entre la población del país. De este modo, el valor del índice de Gini en 2012 ha retrocedido a los niveles de 2003, es decir, se ha retrocedido casi una década en términos de equidad en la distribución del PIB o la renta entre los españoles, según datos aportados por la Dirección General de Economía de la Junta de Andalucía.

Ordenando la información de las regiones en un ranking de menor a mayor PIB per cápita, se puede representar lo que se conoce como curva de Lorenz, que en el eje horizontal refleja los porcentajes acumulados de la población, y en el vertical los de PIB. Si se observa el gráfico de arriba, correspondiente a 2012 y con datos de contabilidad regional del Insituto Nacional de Estadística (INE), se ve que el reparto del PIB entre la población no es equitativo. Eso sería la diagonal, que es la que representa la situación de igualdad perfecta, ya que a cada porcentaje acumulado de población le corresponde el mismo de PIB. El área que hay entre la curva de Lorenz y la diagonal es la que mide la desigualdad y su cuantificación se conoce como índice de Gini. Cuanto mayor sea esa área, es decir, cuanto mayor sea el índice de Gini, menos equitativa es la distribución.

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