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El cerco al robo de cobre y la caída de su precio incrementa el mercado negro del hierro

La valla del Casino de la Exposición de Sevilla está sufriendo un progresivo expolio.

Olga Granado

Husillos, vallas de colegios, cruces de cementerios, placas de profesionales… e incluso en la capital hispalense se están llevando poco a poco la verja histórica del Casino de la Exposición -desde el propio Ayuntamiento de Sevilla reconocen que hay una denuncia pero esto no parece haberle puesto freno- en una oleada de robo de hierro motivada por su creciente demanda en el mercado negro.

La lucha contra el robo de cobre emprendida por las fuerzas de seguridad los últimos años ha permitido reducir espectacularmente estas sustracciones -con consecuencias tan graves como barrios enteros sin electricidad o circulación de trenes interrumpida, sin contar el riesgo que para los propios ladrones supone la manipulación de cableado- pero ha rebrotado con fuerza el interés por apropiarse de hierro para chatarra.

Tanto desde la Guardia Civil como desde la Policía Nacional reconocen que quizá esto haya centrado el interés de los ladrones en los férreos, si bien no cuentan con datos en relación a este material, porque no se ha elaborado un programa de lucha como el Plan Cobre, desarrollado en todo el país y con muy buenos resultados. De hecho, la caída del robo de cobre en Andalucía ha sido espectacular si se comparan los últimos tres años. Según datos aportados por la Guardia Civil, en 2010 se superaron los 2.200 hechos delictivos relacionados con el cobre, con más de 65.000 kilos robados. En 2011 pasaron a ser 2.100 hechos delictivos, y la cantidad sustraída bajó a 24.000 kilos, y hasta 11.000 el pasado año, con más de 500 detenidos.

Se une a esto una bajada del precio del cobre mientras que el hierro -aunque siempre más barato- ha subido. Desde septiembre de 2012 a marzo de 2013 el precio del hierro ha acumulado una subida media de 5,97 puntos mientras que en el mismo periodo el cobre sumó una caída de 1,03. El hierro ha alcanzado su precio más alto en febrero de 2013, con 154,64 euros por tonelada métrica seca. De este modo, tiene actualmente un precio de 0,26 euros el kilo, si es colado; 0,24 el ligero; y 0,25 el pesado, según datos facilitados por las empresas del sector.

Desde la Asociación de Gestores de Residuos del Sur (Agresur), que agrupa a las empresas que controlan el 70% del sector en Andalucía, aseguran que el interés por el hierro se debe principalmente a que escasea. “El precio del cobre ha bajado bastante, de unos seis euros el kilo a cuatro. El hierro sí ha subido, pero porque además en época de crisis escasea mucho. No hay industria que genere estos residuos y la caída de la construcción ha hecho que ya no se genere apenas chatarra por lo que ha aumentado la demanda”, expone Rubén Barreno, presidente de Agresur. La chatarra se paga a más de 20 céntimos el kilo en el caso de los férreos (hierro y acero).

De todas maneras, el presidente de Agresur, una asociación que precisamente se creó para dignificar un sector que tenía la imagen bastante dañada, insiste en diferenciar estos hechos delictivos de la labor que desarrollan las empresas que representa. Pone como ejemplo que gracias a sus controles se encontró la cubierta de la Copa Davis robada en la capital hispalense, por poner un ejemplo muy destacado. Normalmente, la trazabilidad de los residuos depende de cada empresa. Están fijados diferentes dispositivos de control. Los libros de registro de cobre son controlados a diario por las fuerzas y cuerpos de seguridad, y en el caso del resto de metales, cada mes.

“El mercado negro funciona porque hay empresas clandestinas no registradas en ningún lado y eso daña a las que operamos legalmente. Suelen ser viviendas en barrios periféricos. No es justo que paguemos el resto. Tienen trituradoras con las que borran cualquier huella de procedencia del material que haya sido robado y por eso lo pueden poner en circulación o directamente lo sacan del país. Nos parece muy bien que la Guardia Civil y la Policía Nacional hagan controles a las empresas, pero también deberían vigilar más a los clandestinos, aunque claro, eso es más complicado”, concluye.

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