“Nuestro pliego de cláusulas sociales abriría telediarios si se hubiera aprobado en Madrid o Barcelona”

Juan Espadas

Lucrecia Hevia / Javier Ramajo

Dentro de justamente un mes, el próximo 13 de junio, cumplirá un año como alcalde de Sevilla. Lo consiguió tras cuatro años como jefe de la oposición frente a la mayoría absoluta del popular Juan Ignacio Zoido. Sin echar las campanas al vuelo, su balance a día de hoy es positivo. Gobierna en minoría pero entiende que el PSOE debe liderar el cambio. IU y Participa, partido instrumental de Podemos, apoyaron su investidura, y con ellos admite compartir su lucha contra las desigualdades. Pero para el nuevo Gobierno de España no los admite como compañeros de viaje. “Nosotros somos como el Barça, todo el mundo entiende que tenemos que ganar, que debemos estar en primera posición. Eso te da mucho trabajo y mucha autoexigencia”.

Está usted a punto de hacer un año como alcalde de Sevilla ¿Qué es lo que más le ha costado durante este tiempo?

Lo primero era identificar muy bien las necesidades y las urgencias desde el punto de vista social que la ciudad esperaba con carácter inmediato. También ver los proyectos estratégicos, igualmente imprescindibles pero que había que construir y que partían de un escenario de claro estancamiento, de falta de ideas o de diseño de un modelo de ciudad atractivo. Había que afrontar el efecto de la crisis junto a un gobierno anterior que no tenía un proyecto de ciudad y que había demostrado estar muy por debajo de las expectativas y de los resultados de una mayoría absoluta como la de 2011.

Había que ser capaz de atender lo urgente y no dejar lo importante. Cogimos el mandato a mitad de un ejercicio presupuestario y con las partidas prácticamente ejecutadas, con no pocas cuestiones pendientes de pronunciamiento judicial desde el punto de vista económico y que el gobierno anterior había metido en un cajón. Pero el ciudadano quiere que inmediatamente se noten los cambios y tuvimos que definir rápidamente la red social que queríamos identificar como una línea de trabajo inmediata (suministros básicos, vivienda, comedores escolares en verano para los que no había planificación económica,...). En definitiva, un plan de choque con recursos limitados pero con otra forma de gestionar, dialogada y compartida con quienes tienen los problemas para intentar que comprendieran que estábamos ahí para resolverlos.

Lo más complejo es la propia maquinaria de un ayuntamiento absolutamente mermado en su autonomía municipal por un marco legal que sigue vigente, la 'ley Montoro', y que imposibilita que las prioridades políticas o recursos económicos puedan ejecutarse con una aplicación clara en función de la realidad social. Cuando no es el techo de gasto es la tasa de reposición cero, o cualquier otro tipo de prescripción del marco legal que lo imposibilita a través de la interpretación de los interventores de los ayuntamientos. Alguien que quiere hacer cambios lo tiene difícil, y aún así estamos consiguiendo arrancar en ese resquicio de autonomía que nos dejan hasta que, espero que pronto, cambie la ley de reforma local.

¿Tiene claro el modelo de ciudad que quiere para Sevilla?

Quisimos en principio definir, desbloquear y posicionar a la ciudad en proyectos estratégicos para despegar. Sevilla, ahora ya sí, tiene unos proyectos y una configuración que le permite ser referencia de ciudad avanzada que quiere construir un modelo de desarrollo económico diferente. Hemos puesto las bases en este primer año y alguno de los proyectos estratégicos de ciudad, al menos administrativamente, están resueltos.

Si algo ha tenido claro el PSOE de Sevilla y el que les habla es su proyecto de ciudad. En 2011 ya tenía perfectamente claro lo que quería hacer pero no tuve los votos para poder hacerlo. No hay improvisación. En 2015 he engrasado y adaptado lo que en cuatro años sólo se ha agravado. Sevilla ha sido una foto fija en sepia de lo que podía ser. No es que vayamos deprisa, es que estábamos parados. A algunos andar les puede parecer hasta temerario. Hemos arrancado, atendiendo la realidad del día a día, como hace cualquier familia, que tiene planes y cosas que hacer, pero que tiene que afrontar lo que va ocurriendo.

¿Sobre qué bases se levanta su proyecto de ciudad?

Las ideas están muy claras. En primer lugar, un ayuntamiento con unos servicios públicos a la altura de lo que les demandan sus ciudadanos, pese a marco legal enormemente restrictivo que hay que cambiar de forma urgente. Estamos siendo capaces de hacer lo que el PP decía que era imposible. Mire, lo imposible es ahorrarse todo en el presupuesto municipal para cuadrar las cuentas como hacía el PP, negando además la necesidad de tener una estrategia de ciudad, sin proyectos de ningún tipo salvo que alguien viniera con una inversión, caso de IKEA y poco más, porque tampoco sabían fuera cuál era el rumbo de la ciudad.

Sevilla tienen unos motores económicos básicos, un proyecto metropolitano de ciudad que tiene en el Puerto, en el parque científico y tecnológico, en la maquinaria universitaria y en algunos otros los elementos desde los que reactivar su economía para generar empleo, no sólo en el sector servicios.

¿Qué papel juegan el turismo y la cultura en esa reactivación económica que plantea?

Son sectores tradicionales sobre los que hemos desplegado estrategias específicas. Son elementos emblemáticos que tienen un componente economico muy importante para Sevilla, más si cabe en el caso de la cultura: no podemos ser cada vez más atractivos desde el punto de vista turístico si nuestra oferta cultural o el tratamiento de nuestro patrimonio no se hace con absoluta exquisitez y proyectos nuevos para atraer visitantes. Se había maltratado el tejido cultural de la ciudad. Málaga es un ejemplo, frente a una Sevilla que tiene una materia prima innegable y más potente, pero nuestra oferta era inexistente.

Por eso hemos empezado a conectar la agenda cultural de la ciudad con nuestra oferta turística para hacernos más fuertes, planteando alternativas en mercados donde no se había trabajado la promoción de la ciudad, como Reino Unido o Alemania, y donde tenemos margen de crecimiento. Habíamos pensado que sólo era un turista de sol y playa pero que no iba a tener interés en venir de manera combinada a Sevilla o a Córdoba. De ahí vienen esas alianzas que estamos tejiendo con otras ciudades.

¿En qué otros ámbitos está poniendo especial empeño?

Estamos dedicando esfuerzos en la incorporación a la economía digital y a todo el sector de la 'smart city', atrayendo a grandes compañías para ser también muy atractivos en esa materia. Nos hemos subido a ese tren y, simplemente con empezar a andar, han empezado a traerse inversiones y proyectos tecnológicos que han surgido en estos meses, no antes, como consecuencia de que ven un gobierno proactivo en ese sentido y que trabaja con otras ciudades andaluzas en proyectos conjuntos.

Es otro ánimo y otro diseño de ciudad. En definitiva, dinamismo, proyecto, contenidos. Se trata de construir un edificio coherente donde el ayuntamiento juega un papel de palanca de cambio, de liderazgo de otros pero en un proyecto común, con gente proactiva, de ideas claras que pongan a trabajar a toda la maquinaria que rodea el territorio de la ciudad y su área metropolitana, cambiando confrontación por cooperación con otras administraciones y liderando la capitalidad de Sevilla de manera más inteligente que con anterioridad. Es, claramente, otro espíritu.

¿Qué actitud está viendo en el resto de grupos municipales respecto a sus políticas?

Ya desde la investidura, todos los partidos excepto el PP, tenían claro que hacía falta un gobierno nuevo con otro impulso y otras ganas, tanto en lo social como en lo estratégico. El PP en Sevilla es que, de verdad, es muy antiguo, y entiende que con 'sota, caballo y rey', lo que nosotros llamamos 'bodas, bautizos y comuniones', se puede gobernar una ciudad y salir del paso. Con el resto acordamos su apoyo con una serie de elementos, que están escritos y cuyo grado de seguimiento puede analizarse. Igualmente con Ciudadanos, en un grado de coherencia con lo que era el proyecto de gobierno socialista, con independecia de que sean oposición y quieran ocupar su espacio politico.

Pero IU y Participa están demandando mayor implicación en algunas cuestiones

La oposición es oposición, si no sería gobierno. El problema de la oposición en Sevilla es que el gobierno les ocupa una buena parte de su espacio político de oposición porque está haciendo las cosas que ellos reclaman y que forma parte de su contenido de reivindicación. Cuando ya no se producen desahucios, cuando tenemos alternativas de vivienda social para familias que la necesitan, cuando se han planificado las necesidades para este verano con suministros básicos... El año pasado teníamos el presupesto que había dejado el PP y tuvimos que recurrir a terceros para que nos ayudaran, firmando convenios para generar una red básica, etc. A ver si este año se queja Participa. La ansiedad de los primeros meses y de querer transformarlo todo era la misma que tenía yo, pero había que ir priorizando cosas y no puedes hacer todo lo que querrías. Yo pienso igual que ellos en muchas cosas y, por tanto, las ejecuto. Cada cosa que ejecuto y que era elemento frontal, sencillamente los deja sin espacio. Pero en eso consiste un buen gobierno, ocupando el espacio de crítica o reivindicación porque actúa.

¿Gobernar en minoría lleva aparejado aumentar el diálogo con los otros partidos?

La gestión no la hacemos ni de espaldas a esos grupos ni diciendo “esto es lo que hay”, porque sabemos que es mejorable y porque su labor de “pinchar” nos mantiene permanentemente alerta y en guardia, sin conforamarnos ni relajarnos, porque hemos introducido una forma de trabajo diferente en el Ayuntamiento de Sevilla. Yo he estado cuatro años como jefe de la oposición y a mí no me llamó nunca el gobierno para explicarme un proyecto, y nosotros lo hacemos de manera natural y nos sentamos con todos los grupos.

Hemos aprobado unos pliegos con cláusulas sociales para toda la contratación pública, que significa una pequeña revolución dentro del Ayuntamiento, y para ello creamos un grupo de trabajo de varias semanas para consensuarlo. Y no sólo porque seamos un gobierno en minoría sino porque creemos que desde el punto de vista político significa que ocupas espacio y dejas la crítica para elementos diferenciales. No somos iguales que IU o Participa, pero en lo básico, en la respuesta social urgente, evidentemente nosotros no nos vamos a quedar atrás. No queremos hacer lo que el PP hizo, que fue gobernar de espaldas.

¿Cuáles son sus prioridades de la agenda social en la que tanto inciden IU y Participa?

Hay un elemento diferencial respecto a Participa e IU, y es que el conocimiento de los problemas, del terreno, de la gente y de lo que hay que hacer es incomparablemente mayor, y perdonen la petulancia. Los equipos de estos dos grupos son completamente nuevos y nosotros llevamos previamente cuatro años trabajando. Yo en 2011 no tenía ni de lejos la capacidad de proponer cosas que se puedan llevar a la práctica. Para mí, esto es básico para atacar los problemas. Todavía no les ha dado tiempo de dar una vuelta completa a cada uno de los distritos.

Eso sí, compartimos claramente que hay determinados elementos en los que hay que intentar es transformar de verdad la realidad social, sin quedarnos sólo en titulares. No se puede llegar al Polígono Sur y decir que hay que generar empleo. No, hay que invertir mucho más en educación, hablar de intervención y tratamiento familiar, trabajar con las distintas ONG que operan desde hace mucho tiempo en el territorio. Lo primero que hemos hecho ahí es transformar el papel del Ayuntamiento de Sevilla, hasta ahora difuso en un conjunto de las tres administraciones coordinado por el Comisionado. Pero este es un barrio de la ciudad igual que otros y el Ayuntamiento es el primero que tiene que dar la cara.

Pero junto al Polígono Sur, otros dos zonas de Sevilla (Los Pajaritos y Amate) lideran la triste lista de barrios con las rentas más bajas de España. ¿No es mucha tarea para el Ayuntamiento?

Claro, pero es la tarea que hay que acometer. Tenemos que ser capaces de establecer y priorizar una serie de recursos para equlibrar y romper brechas de desigualdad real que existen. Comprendo que los ciudadanos pidan un equilibrio a la hora de repartir los recursos. No puede haber equilibrio donde lo que debe de haber es un mayor grado de convergencia, es decir, donde quien tiene menos tiene que recibir más por parte de su administración. El anterior gobierno dejó prácticamente en un 50% la ejecución de un programa europeo como el Urban, que tenía recursos. En los primeros meses de mandato nuestra prioridad era que eso se ejecutara al máximo. Pusimos un equipo de ataque dedicado a eso, y esto es sólo un ejemplo.

Lo que estamos intentando hacer ahora es ser coherentes, por ejemplo en el Polígono Sur, con lo que la gente que está allí entiende que es la prioridad, las necesidades de emergencia social entre las familias frente a programas de trabajo a medio-largo plazo que cambiaría la realidad social de ese barrio. Es una combinación de factores, porque no hay unidad de criterio entre las personas que viven allí, organizaciones que actúan, administraciones que trabajan con servicios técnicos profesionales. Hay que hacer un trabajo de titanes, pero no hay una hoja de ruta definida. Los propios vecinos quieren sentirse como un barrio más de Sevilla y que no haya impunidad sino normas de conviviencia adecuadas. En cualquier caso, debemos desechar la imagen de que todo el Polígono Sur es un problema porque son solo un par de zonas las que tienen esas cifras de pobreza o exclusión, que no son muy diferentes a las de otros lugares otras grandes ciudades españolas o europeas donde las administraciones tenemos enormes dificultades para atajar los problemas. No somos ajenos a otras realidades.

Ahora que menciona otras grandes ciudades, ¿tiene la percepción de que la atención mediática o las miradas están más centradas en los llamados 'ayuntamientos del cambio' como los de Madrid o Barcelona?

No voy a decir mis percepciones porque seguramente no serían políticamente correctas pero si les digo que, por ejemplo, si el pliego de cláusulas sociales que les comentaba antes y que ha aprobado el Ayuntamiento de Sevilla lo hubiera aprobado el Ayuntamiento de Madrid o de Barcelona sería primera noticia de los telediarios. Nosotros no aspiramos a eso sencillamente porque parece que el PSOE tiene que justificar algo más que los demás cuando toma decisiones en una dirección o porque nuestro nivel de credibilidad, a juicio de otros, es menor. Sólo lo puedo entender por eso. Si lo analizamos objetivamente, el tratamiento a los temas de vivienda que se está haciendo en Sevilla desde el punto de vista de atención a los desahucios, por ejemplo, es como mínimo igual al que se pueda estar haciendo en el mejor de los casos en ciudades que hayan puesto en marcha esto como una prioridad de gobierno. Hay quien consigue que el eslogan 'ciudad libre de desahucios' parece que los medios se lo crean, simplemente por decirlo.

¿Quiere decir que no se aprecia su gestión?

Tenemos que acostumbrarnos a que los que tienen que percibir lo que realmente estamos haciendo, en el caso de la administración local, son los ciudadanos de nuestro territorio. Yo no hago estas cosas ni para salir en los telediarios nacionales ni para ver si lo hacemos mejor o peor que otros sino para que los ciudadanos que están en Sevilla vean que tienen un gobierno local responsable. Tengo la satisfacción y la conciencia muy tranquila de que once concejales (de 31 que tiene la corporación) nos estamos dejando la piel con un enfoque muy claro de lo prioritario respecto a lo accesorio, siendo respetuosos con una concepción mayoritaria de lo que es Sevilla, que debe avanzar pero sin dejar de ser lo que es y con lo que se siente a gusto.

¿Irá avanzando Sevilla también en disponer de una red completa de Metro como tienen otras ciudades desde hace mucho tiempo?

Esta ciudad tiene inversiones importantes que se han dilatado en el tiempo pero sobre las que no construyo un modelo coherente de ciudad. Lo que necesita Sevilla no se contruye por la suma de proyectos individuales por gordos que sean porque lo fundamental es cómo opera el conjunto de actores de un territorio con las infraestructuras, recursos y potencialidades para que la calidad de vida de sus habitantes sea aceptable, la gente sea más feliz y tenga un futuro que desarrollar. Mi proyecto es un proyecto de fondo, sin etiquetas ni proyectos puntuales.

El Metro hay que enmarcarlo en un modelo de movilidad completa de ciudad. Es la inversión de transporte más costosa y tiene que responder a criterios de coste-beneficio. No renuncio a otras líneas que, de manera radial, permitan conectar puntos extremos, pero no sin hablar del resto de transporte público, sin otros instrumentos de movilidad, sin cómo conectar puntos intermodales como la bicicleta y otros, pues no es un análisis integral y completo.

¿La bicicleta volverá a ser seña de identidad de la ciudad?

No debíamos de haber dejado de seguir apostando por ella como en estos cuatro años. Algunas ciudades del norte de Europa no se entenderían sin la bicicleta como elemento de sostenibilidad y de calidad de vida. El sistema de muchos modelos de transporte en una ciudad es el que yo defiendo. El Metro tiene su espacio y puede competir con otras infraestructuras de movilidad sostenible cuando es la mejor fórmula para gestionar un flujo de personas. No me da miedo analizar la movilidad desde un ámbito más amplio. Cuando el PP hablaba del Metro estos años decía “quiero el Metro, todo subterráneo y todo a la vez”. Serían más de 5.000 millones de euros de inversión, levantando toda la ciudad y sin criterio en cuanto a qué puntos se pueden conectar mejor en superficie. Debemos decidir qué trazados de Metro necesitamos de manera coherente con el conjunto dle resto de sistemas de transporte y movilidad.

Ya por último, ¿cómo ve el panorama electoral?

Complejo, porque en estos meses hemos avanzado desde una situación política de bipartidismo en España hacia un modelo más abierto de, al menos, otras dos fuerzas políticas de un peso suficiente en la Cámara pero no se ha sido capaz de abrir un escenario de búsqueda de acuerdos. Ha habido una incapacidad clara de articular una forma de relacionarse más respetuosa, en términos personales y de dinamicas de grupo. Si eso falta, es difícil llegar a acuerdos, con unos mínimos básicos, renunciando a otros elementos de máximos. El escenario ha sido de suspenso para el conjunto de fuerzas políticas a las que los ciudadanos le habían puesto un ejercicio, y ahora viene la reválida de septiembre.

No voy a especular con lo que puede pasar. Creo que los ciudadanos cambiarán su voto en un porcentaje pequeño y esperarán que en el segundo ejercicio se haga lo que no se ha sido capaz de hacer en el primero. Hay que ser más práctico: si los ciudadanos quieren claramente un cambio y no están conformes cómo funciona hoy el país, tienen que ser capaces de nuclear ese cambio respecto a una fuerza política que tenga la fuerza suficiente para gobernar. Si queremos cambio pero lo ponemos en muchas manos, será muy complicado llegar a un acuerdo. Aquellos que quieran una política claramente diferente a la del PP pero contrastada desde el punto de vista de la capacidad de gestión del Gobierno de España deben apoyar al PSOE. ¿Y el PSOE va a hacer solo el cambio? No, y por eso tendrá que ser capaz de llegar a acuerdos con otras fuerzas.

Lo que está claro es que, si la gente quiere cambio, como han demostrado con su voto en las anteriores elecciones, no pueden apoyar al PP y hay que reforzar a la opción que podría liderar el cambio. Cuando hablamos de Podemos estamos hablando de un conjunto de opciones, no de una opción, territoriales y con intereses diferentes en el conjunto del país. El cambio en España creo que vuelve a pasar por el PSOE, como ha pasado en otras etapas de la historia y al país no le fue mal. Con el tratamiento de la crisis por parte del PP, desde 2011, el país no va mejor sino que va peor. Sobre la base de un cambio pilotado por el PSOE se podría gobernar de nuevo España. Yo no concibo el cambio desde la radicalidad de partidos de izquierda como Podemos o IU que, claramente, son el nuevo comunismo del siglo XXI.

Etiquetas
stats