La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Una calle y un magnolio para Concha Caballero

Concha Caballero

Amalia Bulnes

Ya antes que una calle con su nombre, Concha Caballero (Baena, Córdoba - 1956; Sevilla - 2015) tuvo un magnolio. Un árbol plantado en uno de los patios del Parlamento de Andalucía, el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, donde fue diputada tantos años. “Recolectaba sus frutos cada año”, recuerda la periodista andaluza Lourdes Lucio, afilada cronista para El País durante más de 20 años. “Inmenso, de hojas brillantes y agudas”, como cantara Luis Cernuda a su célebre Magnolio en Ocnos, la obra con la que quiso recordar a Sevilla, el árbol de Concha Caballero pudo ser, como para el poeta del 27, “algo más que una hermosa realidad: en él se cifraba la imagen de la vida. Aunque a veces la deseara de otro modo, más libre, más en la corriente de los seres y de las cosas...”.

Así, libre, atenta a las pequeñas cosas, han recordado amigos, familiares, compañeros de todos los colores políticos y periodistas -“porque los periodistas la adorábamos”, ha dicho la también otrora cronista parlamentaria de El País, Isabel Pedrote- a una mujer que se topó con casi todos los techos de cristal en una Andalucía que peleaba por encontrar su lugar en la España de las Autonomías. Caballero fue política en las filas de Izquierda Unida, primera mujer portavoz del Parlamento de Andalucía, diputada clave en la reforma del Estatuto de Autonomía, profesora de Lengua y Literatura y, ya en el tramo final, autora de una obra emocionante sobre la ciudad en la que pasó la mayor parte de su vida: Sevilla, ciudad de las palabras.

Por ésta y otras razones, el Ayuntamiento de Sevilla, que aprobó la iniciativa con la inusual unanimidad del pleno, descubría en la mañana del 2 de octubre una placa con su nombre en la barriada de Los Príncipes, donde transcurrió la mayor parte de su vida en la capital andaluza. Fuera del foco turístico, en esa Sevilla que no sale en las postales, hay hoy una calle que se llama Concha Caballero Cubillo que, como el magnolio de Cernuda, persigue “la corriente de los seres y de las cosas”.

Hasta allí, en el corazón del Polígono Norte, haciendo esquina con la calle Pueblo Palestino, se desplazaron las mujeres que, agrupadas en el Fórum de Política Feminista de Sevilla, han promovido este homenaje. La veterana Kechu Aramburu reconocía que “teníamos una deuda con Concha Caballero y éste será ya su rincón para siempre”, explicaba en presencia de su viudo, Antonio Girón, y de sus hermanos Rosa, Gabriel y Keka.

Referente para cualquier servidor público, mujer que abanderó causas que parecían imposibles, con la virtud de haber mantenido una intachable coherencia personal y profesional, feminista y ejemplo de ética política. Así fue descrita por el alcalde de la ciudad, Juan Espadas, que cerró un acto en el que su compañero durante los últimos 25 años de vida quiso destacar su perfil más cultural, una altura intelectual, que ha quedado plasmada ya para siempre en esa Ciudad de las palabras. “Acreditó un compromiso enorme con Sevilla, razón de más para que hoy estemos aquí, en este rincón, que la recordará para siempre”.

Etiquetas
stats