Los artistas callejeros no podrán actuar en Sevilla a la hora de la siesta

Músicos y artistas callejeros, durante un concierto protesta en julio de 2017 junto al Ayuntamiento de Sevilla

Antonio Morente

Los artistas callejeros de Sevilla se tendrán que ir, literalmente, con la música a otra parte en las horas de la siesta, en las que no podrán actuar en los enclaves principales del casco antiguo, y además no podrán ofrecer su espectáculo más de una hora seguida en el mismo lugar. Éstas son algunas de las disposiciones que se recogen en el borrador desarrollado por el Gobierno municipal hispalense (PSOE) para regular una actividad para la que, en principio, no se exigirá disponer de una licencia o acreditación específica.

Y es que las zonas más turísticas del centro de Sevilla, y la Avenida de la Constitución es su mejor ejemplo, tienen banda sonora propia. O más bien muchas bandas sonoras, las de las músicas que acompañan a la legión de artistas callejeros que se desperdigan por estas zonas en un número que no deja de crecer. De hecho, el propio documento señala que “la ocupación del espacio público para actividades de arte y música en la calle que se suceden sin solución de continuidad en un mismo espacio sin límite temporal, tienen tal intensidad que impiden el uso común general por otros ciudadanos o el desarrollo de otras actividades”.

Los artistas, por su parte, llevan tiempo clamando por una ordenación de su actividad que les dé cierta seguridad y así evitar los vaivenes que denuncian, como las prohibiciones para actuar en ciertas zonas o fechas del año, con ese punto de arbitrariedad que da todo lo que no está regulado. Así que, tras muchos dimes y diretes, que incluyen hasta la aprobación por unanimidad en el pleno municipal hace más de dos años de una propuesta en esta línea presentada por la entonces Participa Sevilla, se han dado por fin los primeros pasos con un texto que el Ayuntamiento ya ha hecho llegar a las entidades que representan a estos artistas.

Músicos en rotación

El documento (un borrador inicial que es la base para negociar entre las partes) regula aspectos como localizaciones y horarios, y entre las propuestas llama la atención que tendrá que haber rotación en los lugares de actuación, con turnos de una hora seguida como máximo por artista. “Transcurrido este tiempo la actuación deberá interrumpirse un mínimo de 60 minutos o desplazarse a otro punto”, señala el texto, con lo que se persigue evitar encontronazos y que todos tengan su oportunidad en los mejores lugares. A esto se une que no se podrá trabajar en la franja horaria del almuerzo y la siesta.

La lista de los espacios

Los artistas contarán con un mapa que se ha diseñado teniendo en cuenta los sitios más utilizados en los últimos años, siempre y cuando sean ubicaciones que cuenten con itinerarios accesibles y se garantice el respeto a los monumentos de la ciudad. Los que tendrán más opciones serán los artistas individuales, con 14 espacios: plaza del Altozano, avenida Isabel la Católica esquina calle Gran Capitán, Jardines de Montesinos, Antonio El Bailarín, Paseo de Cristina en la confluencia con Almirante Lobo, Avenida de la Constitución (frente al número 3 y en la confluencia con Adolfo Rodríguez Jurado), Plaza de San Francisco (junto a la fuente de Mercurio), Tetuán esquina con Muñoz Olivé, confluencia de O’Donnell con Velázquez (estatua de Pastora Imperio), la Alameda de Hércules y las plazas de la Concordia, la Gavidia y Jesús de la Pasión.

Por su parte, los grupos con cuatro integrantes o menos dispondrán de tres ubicaciones (plazas de la Encarnación y el Salvador y el Muelle de la Sal, junto al Monumento a la Tolerancia). Por último, los que cuenten con más de cuatro miembros podrán trabajar en cuatro localizaciones: Alameda, Plaza Nueva, Jardines de Murillo y Jardines de Cristina. Esto significa, a su vez, que los artistas individuales no podrán aparecer por enclaves como la Encarnación, El Salvador y la Plaza Nueva.

En cuanto al horario, con carácter general el inicio será a partir de las 10.30 para bajar el telón a las 21 horas (de octubre a abril) o las 22 horas (de mayo a septiembre), con el objetivo de garantizar así las horas de sueño y descanso. Esto incluye un parón obligatorio a la hora del almuerzo y la siesta: de 14 a 17.30 horas de octubre a abril y de 14 a 18.30 horas de mayo a septiembre. También se establecen requisitos en cuanto a las instalaciones o equipos que se pueden utilizar durante las actuaciones.

“Entre sorprendidos y defraudados”

La Asociación de Músicos Callejeros de Sevilla ya tiene en sus manos un borrador que, elaborado por la Gerencia de Urbanismo, se plantea como unos criterios provisionales hasta que se apruebe una regulación específica. El delegado de Urbanismo, Antonio Muñoz (PSOE), señaló recientemente que su intención es alcanzar un acuerdo sobre esta base, para así no tener que acometer una ordenanza cuyo desarrollo llevaría más de un año.

¿Y qué piensan los artistas de este documento de partida? En su nombre habla Francisco Javier Carbonero, presidente de la Asociación de Músicos Callejeros y más conocido por su nombre artístico de El Charro de Triana, que avanza que el texto les ha dejado “entre sorprendidos y defraudados” por dos cuestiones fundamentales: no indica nada sobre el volumen máximo de decibelios que pueden alcanzar los equipos de amplificación y, a su juicio, “deja la interpretación final en manos de la Policía Local” sin que estén del todo claras las reglas del juego.

Hay más quejas, como que “tratan la música como si fuera ruido”, que pueden tener dificultades para trabajar en Navidades y que se obliga a los propios artistas a ponerse de acuerdo entre ellos para los turnos en cada sitio. También entienden que lo de estar como máximo una hora en un mismo sitio conlleva que luego, durante otros 60 minutos, no puede actuar nadie más en ese enclave, lo que de ser así les reduciría drásticamente la jornada laboral. Carbonero lamenta igualmente que no se permita trabajar en puntos como las plazas Virgen de los Reyes y del Triunfo, así como en la Avenida a la altura de Correos, aunque entiende que se prohíba el magnolio de la Catedral “porque allí ha habido denuncias de los vecinos”.

¿Música o ruido?

“Nos vamos a encontrar con muchos problemas con la Policía Local por el ruido”, incide Carbonero, que en este sentido afirma que preferirían una ordenanza (“se han perdido dos años”) porque les daría más seguridad. Pese a todo, se muestra abierto a negociar el documento con el Gobierno local, y para ello el primer paso será reunir a los artistas callejeros (“la mayoría está en la asociación, son pocos los que van por libre”) y debatir estos criterios. Será entonces cuando decidan si la melodía que les propone el Ayuntamiento les gusta o no.

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