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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Una madre soltera reclama a unas monjas que no la echen de la vivienda que ha ocupado

Rocío Medel

Fermín Cabanillas

“Sólo pido que las monjas hagan lo que predican, que tengan caridad conmigo”. Son palabras de una vecina de Huelva, Rocío Medel, una mujer que hace dos meses decidió ocupar una casa vacía en la capital junto a sus dos hijos, de 2 y 9 años, tras no tener posibilidad alguna de pagar una vivienda digna con el dinero esporádico que gana con trabajos como asistenta del hogar o recolección de fruta en el campo.

La historia de Rocío Medel arranca cuando a principios de noviembre supo que una vivienda de la barriada de Las Colonias estaba vacía. Según ha explicado a eldiario.es/andalucia, supo que en la casa no había nadie desde 2005, y entendió que “mis hijos y yo tendríamos un sitio donde dormir”. Es madre soltera, y rápidamente admite que la casa no es suya “sino que la ocupo desde que supe que estaba vacía, que es propiedad de una mujer que está en un asilo, a cargo de unas monjas”. Por eso aclara: “Entendí que si nadie la iba a ocupar yo no hacía daño a nadie entrando en la casa”.

Sin embargo, cuando comenzó a vivir en la casa, “las monjas de la residencia comenzaron a interesarse por ella”, y ahora tiene sobre ella la amenaza de una orden judicial que la puede dejar en la calle, con el dato importante de que no puede acogerse a ninguna normativa de la Junta de Andalucía, por ejemplo, “porque la casa no está a mi nombre, así que lo único que puedo hacer es apelar a la caridad de las personas que me quieren echar”.

Para solventar su situación, ha acudido a distintas instancias y administraciones, pero nadie parece poder ayudarle. “He pedido ayuda a la Junta del Andalucía, al Ayuntamiento de Huelva, a cualquiera que me pueda ayudar a optar a una vivienda social, aunque sin ningún resultado positivo, y al final creo que lo que quieren las monjas es echarme de la casa para poder alquilarla ellas, porque la propietaria nunca se ha quejado de nada ni la reclamado. Y es ahora precisamente, cuando la casa está ocupada, cuando la quieren reclamar”, dice.

Pone el acento en que ella sólo busca “un sitio donde mis hijos puedan vivir”, para destacar que “ellos son niños que están escolarizados, hacen una vida normal, y quiero una casa para ellos, como cualquier madre”. Incluso, defiende que “tendrían que ver como estoy cuidando la casa. Incluso he arrinconado varias cosas en una habitación para que no se estropeen y no sufran problema alguno”. No obstante, ante la posibilidad de que sea desalojada de la vivienda, ha explicado que tiene empacadas sus cosas, por si es necesario salir sin previo aviso, aunque sostiene que “absolutamente no tengo a donde ir”.

Las religiosas a las que achaca su situación son las que regentan la residencia de ancianos Santa Ángela de la ciudad de Huelva, un centro con 21 plazas de capacidad situada en la calle Santa Rafaela María. Según señala, las monjas son las encargadas de gestionar el patrimonio de la dueña de la vivienda, y ahora han decidido que se saque a alquiler la casa. La afectada no se cree que sea voluntad de la propietaria, y solo reclama “caridad, la que tanto predican, porque ahora tienen la oportunidad de hacer una buena obra ante alguien que se la está pidiendo directamente”.

De hecho, antes que ella, una pareja que tampoco tenía un lugar decente en el que vivir había ocupado la casa, y nadie les había molestado. Sin embargo, cuando ella no llevaba en la casa ni 24 horas recibió la visita de dos monjas, que le dijeron que tenía que irse y buscar otra vivienda. Según esta mujer, le dijeron, con toda rotundidad, que “ellas eran las que decidían que se hacía con la casa”, sin querer escuchar sus razonamientos a pesar de querer exponerles sus argumentos en ese mismo día.

Nada más irse de la casa, las hermanas pusieron una denuncia, y la afectada está esperando ir a declarar al juzgado, sin saber cual va a ser su destino si finalmente es obligada a abandonar la vivienda.

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