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Lucha sin cuartel para evitar el desperdicio de alimentos

Un operario de Mercadona entrega alimentos en un comedor social andaluz.

Fermín Cabanillas

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Imaginemos el gesto que todos hemos hecho al levantarnos de la mesa. Terminamos de comer, y la cazuela de patatas al centro que se había puesto para guarnición se queda a la mitad. Recogemos, ponemos el lavavajillas y tiramos los “desperdicios” a la basura. Sin darnos cuenta, hemos tirado a la basura la tortilla de patatas o las croquetas de mañana. Ahora, imaginemos este gesto en las casas de los 47 millones de españoles. ¿Nos damos cuenta de la cantidad de alimentos que tiramos a la basura y pueden ser aprovechados? La cifra da algo más que respeto, porque en 2011 se calculaba que en todo el mundo se tiraba al contenedor 1/3 de la comida de cada casa. En marcha está el protocolo 2030, que quiere bajar la cifra a cero.

Y, sí, desperdiciamos más comida en las casas que en las tiendas. Es cierto que en las superficies comerciales hay muchos más alimentos, pero también protocolos de gestión de desperdicios mucho más consolidados.

Hace ya varios años que Mercadona tiene puesta en marcha una férrea política en este sentido, que persigue no tirar alimentos. Muchas de las acciones están a la vista de los clientes, otras se hacen en la trastienda, pero todas tienen el efecto que se busca.

Fruta y verdura

Una de las iniciativas se desarrolla en los lineales de fruta y verdura, donde hay una máxima: “la calidad por encima de la estética”. Un ejemplo es el servicio de zumo de naranja recién exprimido que se sirve de naranjas de una gran calidad pero que por su aspecto o menor tamaño anteriormente tenían una difícil salida al mercado.

Otras cosas no se ven. Por ejemplo, a la hora de regular muy bien los pedidos para que se ajusten a la previsión de venta y evitar que se genere un sobrestock o acumulación de productos en la tienda. Esto es, que de las estanterías salgan los productos a las cestas, no a los contenedores por haber caducado. Mercadona ajusta los precios en función del stock, de modo que si la disponibilidad de productos sube, los precios bajan, con lo que se venden más rápido. En realidad, parece que se vende menos, pero se vende mejor, y ganan las dos partes.

Comedores sociales

Eso sí, llega un momento que el producto no puede ir a la casa del consumidor. Está en buen estado, está dentro de fecha, pero no se vende atendiendo a la política de retirar del lineal los productos días antes de que caduquen. Entonces, se dona a comedores sociales y otras entidades a través de los recursos humanos y logísticos para que lleguen a los usuarios de estos centros en óptimas condiciones. Sólo en Andalucía, Mercadona colabora con más de 50 comedores sociales, con entregas diarias de alimentos.

Un informe de Ecodes, publicado recientemente, cuantifica el efecto tractor de la apuesta de Mercadona por el bienestar social en base a datos de 2018 (los últimos disponibles). Según el mismo, la compañía colaboró en tal ejercicio con 170 comedores sociales y otras entidades en España, entre los que repartió más de 8.300 toneladas de alimentos y fueron 12.900 las familias que se beneficiaron. Extrapolando los datos a Andalucía, donde Mercadona colaboró en 2018 con 38 comedores y donó 1.482 toneladas de alimentos de primera necesidad, fueron 2.304 las familias que se beneficiaron de este apoyo que les aportó mejoras tanto directas como indirectas.

Pero no es sólo cosa de Mercadona. La Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería (CAEA) maneja datos que desvelan que el desperdicio alimentario constituye en la actualidad un grave problema a escala mundial especialmente en los países desarrollados. Este desperdicio alcanza en España los 7,7 millones de toneladas de alimentos cada año, según el último informe de la Comisión Europea. De ello, el 42% se produce en los propios hogares, el 39% en la producción e industria alimentaria, un 15% en la restauración y sólo un 5% en la distribución comercial. De un 42 de las casas a un 5 en distribución comercial.

Pese a ello, la distribución alimentaria está plenamente concienciada con la minimización del desperdicio, y es por ello que desde la CAEA se decidió impulsar en 2017, en colaboración con la Obra Social La Caixa, un Decálogo contra el desperdicio alimentario, al que se adhirieron la mayoría de las empresas asociadas a la Confederación.

Donación de 3.000 toneladas 

Aparte de otras acciones, actualmente, más del 90 % de las empresas de CAEA realizan donaciones, periódicas o de forma puntual, estimando que estas empresas donan más de 3.000 toneladas de alimentos al año sólo en Andalucía.

Además, CAEA está inscrita en el Registro de Grupos de Interés de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), comprometiéndose al cumplimiento de un decálogo ético, como garantía de credibilidad, transparencia y valor añadido para sus asociados, grupos de interés y la sociedad en general.

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