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La “vaca talismán” de Moreno y la segunda vida del “agro PP andaluz” tras 40 años de miedo a la derecha

Juanma Moreno, este miércoles en una explotación ganadera de Añora (Córdoba)

Daniel Cela

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La caravana electoral del PP se detiene a mediodía en un camino rural a las afueras del municipio cordobés de Añora, en la comarca de Los Pedroches, frente a la explotación ganadera El Cruce, y de ella se baja de un salto Juan Manuel Moreno, en pantalón vaqueros oscuros, camisa caqui remangada y zapatillas New Balance. “¿Dónde está?”, le pregunta, ansioso, a los propietarios de la granja.

Todo el mundo sabe a quién está buscando el presidente andaluz y candidato popular a la reelección. En la campaña de 2018, Moreno ya estuvo aquí, en esta explotación de 350 vacas lecheras, y las cámaras de TVE recogieron el momento en el que el candidato se acercó a una de ellas y le susurró a la oreja: “¿Tú vas a votar al PP, o no? Dí que sí, hombre”.

El vídeo se hizo viral en las redes sociales, pero con los años se ha resignificado. En 2018 era la imagen de un candidato desesperado, que parecía llevar una campaña errática, trufada de ocurrencias, y que se encaminaba irremisiblemente hacia el desastre. Pero un mes y medio después de aquella conversación con la vaca, Moreno fue investido presidente de la Junta de Andalucía. El primer presidente del PP tras casi 37 años de hegemonía socialista.

Antes de abandonar la provincia de Córdoba, en dirección previsto para esta tarde fe miércoles en Torremolinos (Málaga), Moreno ha mandado parar la caravana en la misma granja para reencontrarse con su vaca, de nombre Mascalesse Fadie (700 kilos de peso; casi 1,80 de altura; 70 litros de leche al día), con quien ha vuelto a posar ante las cámaras. “Mi amiga ha vuelto. Ésta es una vaca talismán para mí. A ver si nos trae la misma suerte que hace cuatro años, y me la llevo a San Telmo [sede de la Junta]”, ha bromeado.

“Agro PP” con orgullo

El reencuentro de Moreno con la vaca Fadie simboliza también la segunda vida del PP en el interior rural de Andalucía, terreno tradicionalmente vedado a la derecha. Lo que los socialistas solían llamar con mucho sarcasmo “el agro PP”, para referirse a aquellas “diputadas que entraban con zapato de tacón sobre el estiércol, haciendo equilibrismo para no caerse”. Hasta que los populares asumieron el término con orgullo y lo hicieron suyo.

Históricamente al PP siempre le ha costado penetrar en el interior rural andaluz, en municipios pequeños con alcaldes de izquierdas durante 40 años, donde la imagen del “señorito” andaluz tenía una fuerte contestación en las urnas. “En algunas zonas de Andalucía, decir que eres del PP nunca ha sido fácil”, reconocía Moreno en 2015, la primera vez que hizo campaña electoral. Era una realidad constatable. Las caravanas de Javier Arenas solían pasar varias veces por el litoral -sobre todo la Costa del Sol-, y sólo puntualmente y con desgana por el interior, feudo inexpugnable del PSOE.

En 2012, eso empezó a cambiar, con la primera y única victoria del PP. Y en 2018 y 2019 cambió del todo, cuando Vox irrumpió en escena con 400.000 votos en las andaluzas y 800.000 en las generales. Parte de la fuerza del partido de Santiago Abascal llegó del interior rural andaluz, donde supieron sembrar votos en una tierra ya abonada por el malestar endémico del sector agroganadero.

En esta campaña está en disputa ese voto de cabreo entre PP y Vox. Los de Abascal han abierto la verja y los de Moreno tratan de aprovechar su paso por el Gobierno andaluz para empatizar con quienes antes no podían, porque “llevaban 40 años metiéndoles miedo sobre nosotros, 40 años escuchando la pedagogía negativa del PSOE”. La diferencia es que lo que hoy dice la ultraderecha se oía hace años en boca de algunos dirigentes históricos del PP andaluz: un discurso que negaba o se mofaba del cambio climático, y criminalizaba las políticas medioambientales y de desarrollo sostenible como culpables de los males estructurales del campo andaluz.

Hoy nadie del PP de Moreno defiende públicamente aquellos postulados, es más, el presidente suele hablar de “revolución verde”, aunque la oposición de izquierdas se lo toma a guasa y le recuerda su ley del suelo -permisiva con el desarrollo urbanístico en zona rústica- o el plan para indultar regadíos en el entorno de Doñana.

En el interior rural se cumple mejor que en otras latitudes el estigma de una derecha ajena a los pueblos y al campo. Pero, en realidad, ese problema no lo ha tenido nunca el PP en la comarca de Los Pedroches. Aquí hay 17 municipios y ellos gobiernan en cinco, con más población que todos los demás: Pozoblanco, Añora, Dos Torres, Villanueva de Córdoba y Villanueva del Duque.

Algunos de sus alcaldes esperaban este miércoles a Moreno en la granja El Cruce, junto a dirigentes locales y el presidente del PP de Córdoba, Adolfo Molina. “Esta zona siempre nos ha querido mucho, tenemos pueblos con alcaldes del PP desde los años 90”, dice Molina. La comarca de Los Pedroches es una excepción rara en el campo andaluz. Aquí la memoria histórica de la Guerra Civil es otra, hubo enfrentamientos hasta 1939 y la mayoría de los fusilados fueron de derechas, aunque la posterior represión a la izquierda también fue brutal. Ahora se está excavando una gran fosa común en Hinojosa del Duque.

Es una zona más ganadera que agro. De aquí sale el 70% de la producción de leche de Andalucía, y el perfil sociológico de las explotaciones ganaderas, principalmente vacuno, es de propietarios con una renta muy superior a la media. En la comunidad hay 570 instalaciones ganaderas, que representan el 17% de la industria y convierten a Andalucía en la tercera región de España en producción cárnica (con el 77% del total).

Además de reencontrarse con la vaca, Moreno ha estado escuchando a los hermanos Rodríguez -Manuel, Miguel, José y Antonio-, propietarios de esta explotación noriega, que se han quejado de que “los costes de producción se han vuelto insostenibles a consecuencia de una inflación galopante”, agravada por la guerra en Ucrania, que también ha encarecido el precio del carburante, de la luz y de las materias primas fundamentales para la ganadería, como el maíz y los cereales“. ”Ellos no, pero muchos pequeños propietarios han tenido que cerrar“, ha dicho Moreno.

Impuesto de sucesiones en campaña

La familia Rodríguez gestiona una explotación agrícola con 350 vacas, de las cuales ordeñan 320: producen alrededor de 12.000 litros al día. Una de ellas es la vaca del presidente, que nació en febrero de 2015 -un mes después de que Moreno aterriza en la presidencia del PP andaluz-, da 70 litros de leche al día y ya tiene “dos hijos y unas cuantas nietas”. Antonio, el menor de los hermanos, explica que trabajan de seis de la mañana a dos de la tarde y de cinco a nueve. Tienen una sala de ordeño automatizada y eso, explica, les ha facilitado mucho el trabajo. Cuando se le pregunta cuánto facturan al año, sonríe y se vuelve hacia Moreno sin mediar palabra.

Los hermanos Rodríguez han heredado la propiedad El Cruce de su padre, ya fallecido. El presidente andaluz ha recordado que ellos “no pudieron beneficiarse de la eliminación del impuesto de sucesiones y donaciones” para explotaciones agrarias, que aprobó su Gobierno nada más llegar, y tuvieron que abonar un gravamen de 80.000 euros “por culpa de la Administración anterior”.

Iba a ser una visita rápida, pero ha pasado una hora y Moreno todavía sigue aquí. El presidente improvisa una rueda de prensa rodeado de vacas, y da sus explicaciones mientras de fondo se oyen caer los chorros de orín y las boñigas al suelo. Y nadie tuerce el gesto ni parece incómodo o fuera de lugar, ni cuando uno de los animales saca la cabeza y le da un lametón al micrófono que minutos antes ha estado usando Moreno.

La foto con la vaca, de Aguirre

Todo ha cambiado desde la última campaña electoral, el popular se siente “querido”, se demora en los sitios, hablando con la gente y con los periodistas que le siguen. Solo le molesta la alergia -“no sé a qué”-, que le provoca una especie de congestión nasal. “Cuando salgo al campo, me pasa. Será por el heno en el aire, no sé. Le he dicho a Jesús que me recete algo, pero me ha dado un montón de pastillas”, dice. Jesús es Jesús Aguirre, consejero de Salud, número uno del PP en la provincia de Córdoba, que acompaña al presidente en esta visita. “No me hace caso, así que da igual lo que le recete”, bromea.

Aguirre es la verdadera estrella por estos lares. Durante la visita, ha entonado varias veces el estribillo de Tengo una vaca lechera. La crisis de la listeriosis y la pandemia de Covid-19 le han dado una proyección pública desproporcionada para un consejero de Salud. Podría estar achicharrado o dimitido o cesado, pero se ha convertido en un referente dentro del PP. En el congreso andaluz fue tan ovacionado o más que Moreno. “Ésta es mi zona de influencia, yo soy muy de pueblo”, dice, sonriente. Luego es él quien se hace la foto con la vaca del presidente. “En realidad ella vota en mi circunscripción, o sea que me vota a mí”, explica a los fotógrafos.

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