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Los quioscos de prensa afrontan un año complicado: pocas ventas y jubilaciones abocan a su paulatina desaparición de las calles

Quiosco en Plaza España de Zaragoza.

Fernando G. Mongay

Huesca —

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Enero no ha sido un buen mes para los quioscos de Zaragoza: dos emblemáticos puntos de venta de periódicos y revistas han echado el cierre. En algunas ciudades han cerrado más del 50% en los últimos años. Cuando el quiosquero se jubila, no hay relevo. Abrir casi todos los días del año, incluidos los festivos, con un mínimo de 12 horas diarias de jornada laboral, no parece el mejor reclamo para captar nuevos quiosqueros.

El paisaje urbano pierde el encanto de los puestos de ventas de diarios. De seguir así, pronto los quioscos callejeros pasarán a ser un recuerdo. Una situación que se produce en muchas ciudades del planeta. Una periodista española se quejaba hace unos meses de que no encontraba un sitio para comprar periódicos en Nueva York. A veces, la solución para no cerrarlos pasa por la que han adoptado en los tradicionales quioscos de Gran Vía en Madrid, donde se dedican a vender ‘souvenirs’ y botellines de agua para turistas en lugar de periódicos.

“En Huesca solo quedan tres quioscos en la calle”, dice el propietario del más céntrico. Considera que todo empezó con la crisis en 2008. “Luego vino Internet. Y las ventas cayeron”. Un hombre en la cincuentena que compra tres revistas, entra en la conversación: “A mí Internet no me gusta”, dice. La mayoría de la gente que pasa a su alrededor no aparta los ojos del teléfono.

En Zaragoza, Carmelo Vidal, el quiosquero más antiguo de la ciudad, cierra por jubilación. Su quiosco de la plaza de San Francisco, próximo a la Universidad de Zaragoza, ha sido uno de los más emblemáticos de la capital maña. Unos días antes se conocía el cierre de Almer Publicaciones, un quiosco en la avenida Cesáreo Alierta donde se podían encontrar revistas especializadas y extranjeras. Su propietaria, Lola González se jubiló a finales de 2019 tras 35 años vendiendo periódicos y revistas.

“En Zaragoza, en la calle solo quedan cuatro quioscos, incluyendo el que se encuentra en la entrada del centro comercial ‘El Caracol’”, dice un quiosquero de Paseo Independencia. En mayo de 2019, el popular templete de la plaza de los Sitios salió a concurso para transformarlo en un bar. Mientras por un quiosco de prensa en Paseo Independencia había que pagar 2.000 euros al año, el transformado en bar pasaba a costar 36.500 euros anuales.

Atrás quedan escenas como la que era habitual en Madrid de ir al Vips a medianoche en busca de la primera edición del periódico del día siguiente. La cadena de restaurantes dejó de vender revistas y periódicos a principio de 2018. Panaderías y estancos son los nuevos expendedores de prensa y revistas.

Caída de la difusión de la prensa en papel

El consumo de información deja atrás las tradicionales organizaciones de noticias. Se lee en el móvil y, en la mayoría de los casos, ni siquiera se visitan los diarios digitales, porque leemos las noticias en Facebook, Google y Whatsapp. Antes, delante del quiosquero se podían ver cientos de ejemplares de cada cabecera. Ahora, con suerte se venden cien de alguna. “De otras se vende solo uno o ninguno”, asegura un quiosquero zaragozano. Las revistas corren una suerte muy similar a la de los diarios con descensos de difusión que alcanzan el 6% anual y numerosos cierres de cabeceras.

En ventas, el diario El País, líder de la prensa española, no alcanzó ni los 80.000 ejemplares diarios en 2019 y fue el único que superó la barrera de los 100.000 ejemplares de difusión diaria (venta en quiosco más suscripciones), con 110.331 ejemplares. En 2008, ya en periodo de crisis, el periódico madrileño logró una difusión media de 431.034 ejemplares al día, una cifra que supera en un 25% a la que hoy consiguen las cuatro primeras cabeceras juntas.

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