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“Los valores que transmitimos con la literatura infantil y juvenil no son los más recomendables”

Marta Nájera.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

El trabajo de fin de grado de una estudiante de Magisterio de Educación Primaria ha acabado recibiendo el segundo galardón del Premio de investigaciones feministas en materia de igualdad, convocado por el Instituto Aragonés de la Mujer (IAM) y la Universidad de Zaragoza. Marta Nájera (Zaragoza, 1994), en colaboración con la doctora Elvira Luengo Gascón, estudió la influencia de la literatura infantil y juvenil en la construcción de los roles de género. Ahora, Nájera trabaja como auxiliar de conversación en un instituto de Londres.

¿Cree que los padres y, en general, la sociedad son conscientes de la importancia de los valores que transmite la literatura infantil y juvenil?

Tengo dudas. Creo que es algo que muchos de los padres y madres no se cuestionan, bien por desinformación o bien porque transmitimos lo que nos han enseñado, como una manera de perpetuar nuestra cultura. Quizá no es algo voluntario, pero a veces no se da la importancia que debería a los valores que transmitimos con la literatura tradicional o los cuentos de hadas; no son los más recomendables. Mi estudio surgió de la necesidad de proponer nuevas ideas y de buscar otras editoriales y otros autores. 

¿Qué roles transmitimos, si no cuestionamos los cuentos más tradicionales?

Los roles de género de la literatura tradicional están muy asociados a los estereotipos tradicionales de mujer y de hombre. En los cuentos de hadas y de princesas, los personajes femeninos son pasivos, sin iniciativas, sumisos, que viven a la espera de lo que pase, sin capacidad de decidir por sí mismas. Frente a esto, en un sistema binario, aparece la figura del hombre como un rol opuesto, con una masculinidad que implica que los hombres no son sensibles, son siempre valientes, sin atenerse a las consecuencias de sus actos, egoístas en muchos aspectos, siempre tienen el poder de la acción, son los que toman la iniciativa, son la base de una sociedad que ve la agresividad y la violencia como una manera de proteger a las figuras femeninas. Además, son cuentos muy heterosexistas.

¿Esos roles condicionan las relaciones que surgen entre ellos?

Claro, precisamente por eso hablo de heterosexismo, porque van a surgir unas relaciones que a mi juicio no son sanas ni son lo que deberíamos transmitir a los niños. Hombres y mujeres aparecen como dos opuestos, como figuras muy estáticas y la relación se va a entender siempre como de superioridad del hombre por encima de la mujer. Además, las relaciones van a ser siempre heterosexuales, sin lugar a ninguna otra posibilidad ni de relación ni de familia.

Aunque sea más evidente en los cuentos tradicionales, ¿piensa que estos roles también se repiten en la mayoría de los relatos actuales que les llegan a los niños y adolescentes, por ejemplo, a través de dibujos animados, series de televisión o de películas?

Sí. En mi estudio, no quería adoptar un discurso muy negativo, analizando de forma crítica todo el material que se está produciendo ahora, pero sí es cierto que la inmensa mayoría de los relatos siguen promoviendo o representando estos valores y estereotipos muy tradicionales, tanto en cuentos infantiles, como en los medios audiovisuales, con las películas, series o dibujos animados. Está relacionado con nuestra sociedad actual porque estos productos están preparando a los pequeños para entrar a formar parte de ella y, en realidad, todos estamos expuestos a esos estereotipos. Yo he intentado centrarme en una visión más positiva, destacando otros autores y otras editoriales que quieren hacer algo distinto.

¿Ha cambiado algo el sexismo de los relatos actuales con respecto al de los cuentos tradicionales que comentábamos? ¿Son más sutiles?

Aunque mi estudio no se centre en esa cuestión, sí pienso que la sutileza del sexismo de los relatos actuales solo consiste en incluir modernidad, por ejemplo, en aspectos físicos como la ropa, el peinado o incluso los colores que emplean los personajes. Sin embargo, los valores que se transmiten asociados a determinados personajes siguen correspondiendo a roles muy tradicionales. Ya no solo es la superioridad del hombre sobre la mujer; se trata también de que solo aparece el hombre o la mujer en según qué actividades o solo la posibilidad de una familia heterosexual como final feliz. Ocurre también en los relatos juveniles. Que la Sirenita deje toda su vida atrás por un príncipe que acaba de conocer es, en realidad, una historia muy similar a la de la saga Crespúsculo: es una idea de amor romántico bastante tóxico donde al final la mujer no tiene mucho que decidir, solo va a ser feliz actuando en función de los intereses del hombre.

¿Qué te parece más dañino: el sexismo en relatos infantiles o en los juveniles?

Es igual de dañino; el problema es que los niños de hoy serán adolescentes dentro de unos años y seguirán consumiendo el mismo tipo de relatos. Y viceversa, los adolescentes de hoy han recibido esos relatos antes. Hay que intentar intervenir tanto en la infancia como en la adolescencia. Aunque parezca que los niños pequeños no son tan conscientes, están en la etapa en la que van a construir su identidad de género. Y en la adolescencia, es cuando reconstruyen y deconstruyen esa identidad; seguir avasallándoles con el mismo tipo de mensajes vuelve a ser preocupante.

¿Es difícil encontrar alternativas a este tipo de roles sexistas?

No es difícil si sabes lo que quieres buscar, pero entiendo que una familia que quiera un cuento infantil y acuda a una superficie comercial o a una gran librería puede dejarse guiar por el título o por las ilustraciones, sin atender a los roles que transmite ese libro. En mi trabajo, he incluido a estas obras: Isla Mágica (Afortiori), Cebollino y Pimentón (Bellaterra), La historia de los bonobos con gafas (Kalandraka) y Llámame Paula (Bellaterra).

¿Qué tipo de roles deberíamos buscar en la literatura infantil y juvenil?

Distintas formas sexogenéricas y distintos modelos de familias: monoparentales, con adopción, homosexualidad, niños transexuales o transgénero, nuevas masculinidades y feminidades... También es importante que aparezcan ilustraciones más reales. En realidad, pienso que lo más importante no es tanto que aparezcan algunos modelos, sino fijarnos en qué no aparece. Con que no aparezca ninguno de los roles tradicionales heterosexistas o machistas ya es un avance.

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