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Abascal va ganando la batalla de la derecha

Los candidatos a las elecciones de la Comunidad de Madrid posan antes del debate televisado del pasado 21 de abril
27 de abril de 2021 23:11 h

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Que Abascal vaya ganando no quiere decir que la extrema derecha pueda superar al Partido Popular en Madrid, ni que, a pesar de sus provocaciones, logre mejorar el resultado que le dan los sondeos, porque para ganar en política, no es imprescindible tener un buen resultado electoral. A veces es suficiente con tener el número de diputados suficiente para condicionar la formación del gobierno y otras ni siquiera esto es necesario, basta con que el partido que gobierne haga suya tu política. Y eso es justo lo que está pasando, el PP está absorbiendo de tal manera la política del Vox, que está dejando al partido de Abascal sin apenas espacio político. 

La estrategia de aproximación a la extrema derecha no es algo ajeno a Génova, después de la convocatoria de elecciones en Madrid, Pablo Casado pidió a los dirigentes del partido que incorporasen a sus discursos, al menos hasta el 4 de mayo, elementos centrales del ideario de Vox, como los “problemas” generados por la inmigración, la “inseguridad” ciudadana o la “pervivencia” de ETA. Todo vale con tal de hacerse con el poder, aunque puede que no solo sea una cuestión táctica, Casado parece encontrarse muy cómodo en ese espacio ideológico.

La dirección del PP no se ha limitado a radicalizar su discurso, el equipo de Casado ha dirigido los cambios producidos en la Región de Murcia, en la que se ha permitido que la extrema derecha forme parte del Gobierno dirigiendo el Departamento de Educación y Cultura. Desde él, su responsable, María Isabel Campuzano, va a someter la enseñanza al filtro de su ideología, impidiendo la educación integral de alumnos y alumnas, suministrando datos parciales, negándoles, como digna representante del negacionismo, el acceso a teorías o experiencias aceptadas en cualquier país democrático. No es mala estrategia, una educación acrítica hace a las personas más vulnerables y manejables políticamente.

Pero la exponente más destacada de este giro derechista es Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid se ha lanzado a la confrontación ideológica con la izquierda sin ningún miramiento –“sin complejos” diría Esperanza Aguirre-, aunque sea a base de mentiras y demagogia, sin importarle los valores que pisotea, la convivencia que destruye. Ante las amenazas de muerte a Pablo Iglesias, Fernando Grande Marlaska y María Gámez, la candidata del PP se ha limitado a criticar la violencia en general y a rechazar que “se fabriquen a última hora problemas inexistentes para tapar lo importante”. Equidistancia y dudar de la veracidad de las amenazas, el mismo discurso que Monasterio. 

Que el Partido Popular madrileño pueda ganar las elecciones con este discurso ideológico; sin ser capaz de aprobar unos presupuestos en dos años; sin hablar de la gestión realizada y sin ofrecer soluciones para los problemas que aquejan a la mayoría; llamando mantenidos y subvencionados a los que se ven forzados, para poder comer, a formar parte de las colas del hambre; pretendiendo compensar la carestía de la vivienda, la precariedad en el trabajo o la deficiente estructura sanitaria, con la libertad de tomarse una cerveza al final del día; yendo a la contra de Joe Biden, “peligroso líder de la internacional comunista”  que, apoyado por el Fondo Monetario Internacional, pretende subir impuestos… evidencia que la derecha ha ganado la batalla cultural. Se ha impuesto el maniqueísmo, la banalización de los problemas, una escala de valores que excluye al diferente… Alguna responsabilidad tiene la izquierda, que no queda compensada con oponer al “socialismo o libertad” el “fascismo o democracia”.

Si lo poco que conocemos de las políticas económicas y sociales de Vox- no tienen ningún interés en hacerlas públicas- apenas difiere de lo propuesto por el PP y si para Ayuso que te llamen fascista significa “estar en el lado bueno de la historia” -como, Franco, Mussolini o, por afinidad, Hitler-, ¿qué espacio le queda a Monasterio? Cuando el discurso de Vox ya está prácticamente asumido por los populares, su estrategia solo puede consistir en ampliar el espacio hacia la extrema derecha. ¿Para que después sea ocupado por el PP?

Abascal, la extrema derecha, va ganando la batalla porque va imponiendo su política y a la ciudadanía nos da igual que esa política la lleve a la práctica Monasterio o Ayuso, Casado o Abascal. Las elecciones del próximo 4-M van a ser algo más que unas elecciones autonómicas, van a demostrar el nivel de resistencia del pueblo madrileño a las políticas neofascistas. 

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