Desde las bodegas del Ebro

Desde las bodegas del Ebro donde escribiste los poemas que hoy releo

Desde los campos del viejo Belchite donde construiste esa canción que hoy recordamos

Desde un Teruel que me abraza y me devuelve nuestra sonrisa silenciosa

Desde ese Mercado Central, zaragozano, que descubrí a través de un ventanal colgado de las estrellas

Desde ese Pirineo para mí inalcanzable, libre y mortal

Desde este rincón, huida en el meridiano de las cosas miserables y de las que no lo son

Dicen que en el corazón de los vivos se escribe el reposo de los muertos, pero mi pulso es débil cuando surge el alarido

Dicen que perdimos batallas y que olvidamos mirar a nuestro entorno, pero a veces la vida no es más que el reflejo de nuestros sueños

Dicen que nos fuimos marchando y quizá lo hicimos para regresar con fuerza

Dicen que las respuestas las dejamos en el aire de corazones insaciables

Dicen que dijimos lo que jamás hubiéramos dicho

Dicen…

¿Quién colocó la rabia en el centro de la vida?

¿Quién olvidó que por mortales somos el reflejo de tantas y tantas miradas?

¿Quién sabrá nunca qué hubo de real o irreal en nuestra lucha por lo inalcanzable?

¿Quién podrá saber que quizá nuestro amor estaba hecho de trazos de sangre?

Pero avanzamos gritando a los vientos que era posible

Lo hicimos con un atuendo de desafío y duda

Y nos equivocamos. O acertamos

Nuestra voz era cada día más pálida y nuestro grito se retorcía

Nuestra mirada no encontraba reflejo en el espejo y dejamos de besarnos

No me lo recordéis. No me lo repitáis: Sobre la estela de cada ola que me moja hay un grito de libertad y de verdad que acompaña las palabras dichas, las decisiones tomadas, lo imperdonable y lo que está por hacer y también, y sobre todo, lo que lanzamos al dulce y brutal olvido. Al feroz olvido que hoy os llama y os nombra

Desde las bodegas del Ebro os escribo compañeros

Desde este mi pequeño país os reivindico compañeros

Desde los besos que volverán a ser os dibujo compañeros.