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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Aún hay margen para el acuerdo

Enrique Tordesillas

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Los programas de PSOE y Unidas Podemos dan margen para un acuerdo programático que, si son capaces de pactar los desacuerdos, y el encaje de Cataluña no es asunto menor, permita comenzar una legislatura con ciertas garantías de continuidad. Por otra parte, Podemos, aunque con un resultado electoral menguado, no es una fuerza residual a la que se pueda marginar –aunque en mi opinión, no se debe marginar, independientemente del resultado electoral, a ninguna fuerza con la que puedas colaborar-. Entonces, ¿por qué después de dos meses han sido incapaces de presentar un mínimo acuerdo? ¿Por qué es tan difícil un gobierno de coalición?

La verdad es que el contexto no es muy favorable: en España falta cultura de diálogo, nos empeñamos más en resaltar lo que nos separa que lo que nos une; en política se piensa más en los juegos de suma cero –unos ganan lo que otros pierden- que en buscar espacios en los que todos ganen; los poderes fácticos presionan, en público y en privado, para limitar la influencia de UP en el futuro Gobierno; también presionan buena parte de los barones del PSOE; la suma no da mayoría absoluta, por lo que serían necesarios más apoyos que también pondrán condiciones… Y aunque la investidura puede salir adelante con un gobierno de coalición, ERC se puede abstener, esto no garantiza la gobernabilidad, ni la aprobación de unos nuevos presupuestos.

La forma de negociar -sin equipos definidos por cada parte, sin metodología ni calendario, amenazando con nuevas elecciones si no es investido el candidato a la primera, presentando una propuesta de programa inferior a otros acuerdos alcanzados o poniendo el gobierno de coalición como punto de partida para seguir negociando- no es la mejor para alcanzar acuerdos y denota la desconfianza y falta de empatía entre los dirigentes de los dos partidos.

Para Pablo Iglesias “la política no se tiene que fundamentar en la confianza, sino en las garantías y en la correlación de fuerzas”. Esto puede valer para unos presupuestos o para un acuerdo programático, pero me parece claramente insuficiente si de lo que se trata es de formar un equipo, un gobierno de coalición, que tendrá que responder, de manera coherente, ante distintos acontecimientos imprevisibles a día de hoy. En este caso, además de las declaraciones de lealtad mutua, hace falta la suficiente confianza para que la contraparte se las crea, al menos si queremos un gobierno cohesionado –no una suma de individualidades, un simple reparto de ministerios-, centrado en resolver los problemas pendientes y con ciertas garantías de que no va a entrar en crisis a los pocos meses.

Desde la moción de censura, las relaciones entre PSOE y Podemos habían mejorado sensiblemente, incluso habían pactado unos presupuestos que no aprobó el Parlamento. Hasta tal punto habían mejorado que, poco antes de las elecciones, Pedro Sánchez, en declaraciones a El País, llegó a decir: “Que entre en el Gobierno Podemos no es ningún problema”. ¿Qué ha sucedido desde entonces? ¿Por qué ha cambiado de opinión el líder socialista? Seguro que las razones son varias -correlación de fuerzas, prepotencia socialista, presiones…- pero entre ellas hay algunas que son responsabilidad exclusiva de Podemos.

Probablemente, lo que más suspicacias ha levantado en el PSOE haya sido el voto en contra – ni siquiera abstención- a la suspensión de los diputados independentistas, de los representantes de Unidas Podemos en la Mesa del Congreso. Y esto después de los requerimientos del Tribunal Supremo y del informe de los servicios jurídicos de la Cámara. No es esta la respuesta que se espera de los socios de Gobierno.

Tampoco ayuda a generar un clima de entendimiento las declaraciones de Pablo Iglesias diciendo que, si no están en el Gobierno, no se fían de que los socialistas cumplan los acuerdos.

Además, desde las elecciones generales, el partido morado ha demostrado que todavía le pesa mucho la ideología de activistas antisistema. Hacer durante la campaña electoral la crítica que hicieron a las donaciones de Amancio Ortega al sistema público de salud es un ejemplo de este activismo. Se puede exigir a Amancio Ortega que pague los impuestos, que los trabajadores de sus empresas tengan un salario digno y unas condiciones laborales aceptables pero, si se cumple esto, ¿hay que rechazar las donaciones? ¿Es una injerencia del IBEX 35 en el sistema público de salud?

A veces parece que si no dejan clara su distancia con los poderes fácticos no están contentos, como cuando Irene Montero responde, a la oferta del PSOE de aceptar en el Gobierno a independientes de la órbita de UP, que todos los militantes son independientes del IBX 35. Ya nos gustaría a muchos poder ser independientes del IBEX 35, pero me parece que, en esta sociedad, eso es imposible. Y menos si formas parte del Gobierno de la nación. Una cosa es que no te pliegues a los dictados de los poderosos y otra que puedas ser independiente de ellos. La correlación de fuerzas limita el nivel de nuestra independencia y las grandes empresas tienen mucha fuerza.

Parece que se van a reanudar -¿comenzar?- las negociaciones. Unidas Podemos debería aprovechar esta oportunidad para pactar un programa de gobierno ambicioso pero realista, haciendo especial hincapié en la lucha contra la desigualdad y la consolidación de derechos y libertades, sin hacer de la participación en el futuro Gobierno una condición necesaria. El riesgo de que el PSOE no cumpla lo acordado no desaparece con un Gobierno de coalición, es mayor garantía la representación parlamentaria.

Dada la tendencia de la socialdemocracia a deslizarse a posiciones más conservadoras, me parece necesaria la existencia de una alternativa política a la izquierda del PSOE, sólida y enraizada en la sociedad. Si UP quiere formar parte de esa alternativa, si no quiere en el futuro ver reducida su fuerza electoral a la veintena de representantes, tiene que demostrar en esta negociación que es una fuerza útil para la gente más necesitada.

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