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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Una vacuna contra la indiferencia

Retrato de Virginia Woolf en su madurez. (DP).

Blanca Enfedaque

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Habitualmente nos creemos que somos personas muy empáticas, solidarias, capaces de ponernos en la piel del otro. Altruistas, conectadas con la comunidad. Sin embargo, normalmente sólo podemos llegar a esa empatía a través de la razón. Quizá, esta cuarentena es una oportunidad para ejercitar esa solidaridad a través de la vivencia personal o la emoción, partiendo de la base de que nuestro aislamiento privilegiado es sólo una milésima, una millonésima parte de lo que otros sufren.

¿Te ha tocado pasar la cuarentena sola? Somos seres sociales pero, por desgracia, hay mucha gente mayor que la sufre cotidianamente. ¿A que ahora SOLEDAD adquiere un significado nuevo? Es más profunda, más melancólica, mucho más que esas siete letras. Sabes que esta cuarentena va a pasar, pero ponte en el pellejo de aquellas mayores en cuyo horizonte sólo se escucha la compañía de la radio o la tele.

¿La estás pasando en familia, con mayores, dependientes o con menores a cargo? Probablemente ahora comprendas la profundidad de la frase de Virginia Woolf en la que aseguraba que lo único que necesita una mujer para ser escritora es “una habitación propia”. Experimenta estos días, a pequeña escala, la desesperación que vivieron millones de mujeres en la historia y siguen viviendo por no tener un espacio para la concentración, para la creación o para SER ellas mismas. Qué se siente cuando no hay apoyo para los cuidados.

¿Tienes que seguir trabajando? ¿Te preocupa que tu empresa no cumpla los protocolos de sanidad? Vives en tus carnes una fracción de ese miedo y esa rabia por unas condiciones laborales peligrosas o insalubres que sienten millones de trabajadores en todos los rincones del planeta. Visualiza esta misma situación, pero ampliada a todos los días de tu vida laboral, trabajando con productos químicos venenosos, en condiciones extremas, con jornadas laborables inhumanas...

¿Te agobia no poder salir de casa? Paladea esa sensación de claustrofobia, de privación de libertad y siente cómo se deben sentir las personas presas. Recuerda que tú tienes ventanas, teléfono móvil, videollamadas. Seguramente, estés pasando tu cuarentena con tus seres queridos. Ahora imagina cómo es el día a día en una prisión, incluso trata de proyectar cómo está siendo esta cuarentena en el interior las cárceles. Reflexiona sobre la magnitud del castigo que supone una prisión permanente revisable, por ejemplo. ¿Sientes el abismo?

¿Sientes la pulsión irrefrenable de salir a la calle a protestar por los desfalcos del emérito Juan Carlos Borbón? ¿Crees que han aprovechado para filtrar esta información en un momento en el que no podemos salir a las calles a señalar los excesos de la monarquía española? A mi me pasa, pero ahora entiendo un poco mejor cómo es vivir en países en los que la libertad de expresión está limitada o es, directamente, un billete a la cárcel.

¿Tú o alguna persona de tu familia habéis dado positivo por COVID-19? Seguramente estarás experimentando una gran sensación de vulnerabilidad, la constatación de que somos seres finitos. Todo el mundo te dice que no te preocupes, que sólo es una gripe, que pasará tras unos días de fiebre y paracetamol, que en España tenemos la mejor sanidad pública. Pero, ¿Cómo es para millones de personas vivir sin un sistema sanitario que les proteja? ¿Sin acceso a medicamentos? ¿Sabiendo que no hay respiradores suficientes para atender a tu padre o a tu abuela en la UCI?

Este ejercicio de empatía a partir de la emoción no pretende restarle importancia ni a nuestro miedo, a nuestro agobio, a nuestro nerviosismo o incluso a nuestro dolor. La experiencia del sufrimiento es muy subjetiva y legítima. Pero quizá podamos salir de esta crisis con una capacidad, ya no teórica, sino real de sentirnos parte de un todo, que es la humanidad, la mayoría social, la clase trabajadora. Porque se nos ha ofrecido esta oportunidad de vivir y experimentar en pequeña escala algunos de los males que aquejan a las personas que cohabitan este Planeta. Si algo bueno hay que intentar extraer de esta situación es tratar de vacunarnos contra la indiferencia.

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