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Contener el consumo de agua como solución para hacer frente a las sequías del cambio climático

Las organizaciones critican que se adopten medidas de urgencia, en lugar de prever los episodios de sequía

Marta Salguero

Zaragoza —

Aunque las sequías son fenómenos naturales “absolutamente normales” en la mayor parte de España, estas se reciben con “sorpresa” y se gestionan como algo “excepcional”, que no puede ser planificado ni previsto. Ahí está el error para las organizaciones ambientales SEO BirdLife, Ecologistas en Acción WWF España y la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNC), que critican abiertamente el enfoque “erróneo” del decreto de sequía aprobado por el Gobierno en junio, para adoptar medidas urgentes con las que paliar los efectos en determinadas cuencas hidrográficas.

Estas organizaciones, que forman parte del Consejo Nacional del Agua, alertan de que el Ministerio de Agricultura recurre a la “excepcionalidad” de la sequía y adopta medidas de urgencia, en lugar de prever estos episodios para minimizar su impacto, que sufren especialmente los pequeños agricultores.

Desde la Fundación Nueva Cultura del Agua, con sede en Zaragoza, insisten en la importancia de promover un cambio en la política de la gestión del agua para hacerla más sostenible en el futuro. Este nuevo enfoque es todavía más urgente ante la amenaza del cambio climático. Las sequías serán cada vez más “frecuentes” e “intensas”, incluso en los territorios más húmedos de España, lo que agravará la situación de escasez de recursos hídricos que ya es patente, apunta la directora técnica de la FNC, Julia Martínez.

Ante esta situación, la FNC, junto a otras organizaciones ambientales, propone planificar el agua teniendo en cuenta los periodos de sequía. Esto supone contener o reducir el consumo de agua con el objetivo de crear una reserva de recursos hídricos que se pueden activar en situaciones de sequía.

Actualmente, en España hay una demanda de agua permanente que además está creciendo con un incremento de hectáreas de regadío en torno al Ebro, el Guadiana o el Guadalquivir, además del sudeste de la Península. Esto ejerce una presión sobre el agua de los ríos y los acuíferos, señala Martínez.

“Tomarse en serio el cambio climático implica pasar de ofertar embalses y trasvases a políticas de gestión de la demanda, reduciendo el consumo de agua en los años normales. Esto permitiría, en momentos de sequía, minimizar su impacto, porque podríamos movilizar acuíferos o embalses reservados para ellos. Ese es el cambio que todavía no quiere darse”, indica.

Impacto positivo en la economía

Martínez afirma que este cambio de modelo no implicaría afecciones económicas negativas para el país. Al contrario, tendría un impacto positivo en la economía, por cuanto generaría un entorno de mayor seguridad hídrica, lo que aportaría más confianza a la actividad agraria.

Para ella, la gestión actual, que califica de “suicida”, es la que está generando pérdidas, especialmente a los pequeños agricultores. Ellos son los que más sufren los episodios de sequía.

De hecho, la “falta de equidad social” es otra de las cuestiones que estas organizaciones echan en falta en el actual decreto de sequía, que beneficia, aseguran, a los grandes usuarios y consumidores de agua, como puede ser el sindicato de regantes del trasvase Tajo y Segura.

“Al mismo tiempo, hay pequeños agricultores, por ejemplo en el Ebro, que están fuera de las cuencas incluidas en el decreto y que, a pesar de sufrir las situaciones de sequía, se están quedando totalmente desamparadas”, puntualiza.

Por eso, desde la Fundación Nueva Cultura de Agua sostienen que las ayudas deben ir encaminadas a compensar las pérdidas económicas de los pequeños agricultores más vulnerables, en lugar de destinarse a subvencionar el pago de los costes de agua. “Esto beneficia a los grandes consumidores además de no incentivar el consumo de agua. Por todo ello, ”hay toda una serie de criterios que están muy equivocados en el actual decreto de sequía“

Falta de precipitaciones

La falta de precipitaciones en agosto y septiembre en Aragón ha afectado a las hectáreas de olivar, en concreto en las zonas del Bajo Aragón. Algunos productores prevén haber perdido el 50 % de la cosecha, aunque habrá que esperar a la recolección para calcular las pérdidas, comenta el presidente de UAGA, José María Penella. Además, esta sequía se ha notado también en el Pirineo, donde no se han podido aprovechar los pastos de montaña para la ganadería extensiva.

Con la mirada puesta en el cielo, los agricultores esperan que la situación cambie y llueva antes de comenzar la siembra del cereal de invierno. Actualmente, hay zonas de Aragón donde no ha llovido y, por tanto, el suelo no reúne unas buenas condiciones para esa siembra. Habrá que esperar, sin que por ahora salten las alarmas, porque todavía no es tarde para que llueva, comenta Penella.

Según la Agencia Estatal de Meteorología de Aragón, el mes de septiembre en la comunidad fue en general muy seco, especialmente en la Ibérica zaragozana y en el este de Teruel. En Zaragoza-Aeropuerto se registraron 12,6 mm de agua, cuando la media del mes se sitúa en 29,5 y en Huesca Pirineos cayeron 27,6 mm frente a los 48 mm considerados normales en esa época del año. En cambio, en Teruel septiembre fue un mes húmedo, con 40,6 mm frente a los 33,1 de media.

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