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“Solos no podemos, pero IU es imprescindible para que se produzca el cambio”

Álvaro Sanz, coordinador general de IU Aragón.

Óscar F. Civieta

Zaragoza —

Álvaro Sanz (Ejea de los Caballeros, 1977) fue elegido como nuevo coordinador general de IU Aragón hace menos de un mes. Tras su paso por el Congreso como diputado de La Izquierda Plural, afronta el reto con el objetivo de hacer de IU “el verdadero motor de la transformación política”.

No oculta, ni mucho menos, su apuesta por una izquierda unida (más allá de Izquierda Unida): “La derecha española ha sabido caminar junta, y, a eso, solo se responde con una posición clara y nítida desde la izquierda”. Y defiende que cualquier organización de izquierdas “no debe practicar un patriotismo de siglas, sino de programa y de ideas”.

Nuevo coordinador general de IU Aragón, ¿echará de menos estar más en el día a día, por ejemplo, en el Congreso de los Diputados?

Durante el breve tiempo que llevamos, desde la asamblea hasta ahora, he visto que es un reto bonito y apasionante, porque te das cuenta de que esta organización es imprescindible. Cada hombre y cada mujer que la compone es espectacular, y tener la posibilidad de coordinar el trabajo de personas que tienen tantísimas ganas de cambiar la sociedad es apasionante. Además, el trabajo interno siempre me ha gustado. Ahora tenemos el objetivo de hacer de esta casa el verdadero motor de la transformación política.

¿Piensa que IU sigue siendo imprescindible?

Sí. IU es, sin lugar a dudas, uno de los elementos vertebradores de la histórica ambición de la izquierda española: que es transformar desde la diversidad este mundo por uno en el que quepamos todos. Somos un ejemplo de unidad desde la pluralidad, el mestizaje y la diversidad, que ha puesto de manifiesto que es posible que las izquierdas caminen juntas.

En un momento en el que nosotros apostamos a que es necesario ir con otros para cambiar el mundo y para ganar las instituciones en común, creo que el acervo, la capacidad de trabajo, el programa político y la militancia de IU son imprescindibles como un acumulado al que no puede renunciar esa izquierda vencedora. O sea que sí, IU sigue siendo fundamental: solos no podemos, pero para que se produzca el cambio, IU tiene que estar.

¿Cuáles son los argumentos principales que IU debe manejar en Aragón para recuperar esa pérdida de espacio, al menos numérico, que se ha tenido, por ejemplo, en las Cortes?

Creo que IU no ha perdido espacio institucional. En las Cortes las confluencias no fueron posibles, a pesar de que lo intentamos; bajamos de cuatro a uno, pero el escaño está absolutamente consolidado. Puede parecer que la aritmética institucional deja a IU relegada, porque no es imprescindible en la política de alianzas, pero sí lo es en lo cualitativo. IU está determinando hoy cuál es la hoja de ruta de la izquierda. Fuimos los primeros en exigir un espacio de trabajo con las fuerzas de izquierdas y el PSOE que cerrara el paso a posibles tentaciones de acuerdos entre PP y PSOE. A pesar de lo cuantitativo, el papel de IU y de Patricia Luquin está siendo primordial para que Aragón no acabe en manos de las derechas. Y en lo municipal, IU triplicó su presencia junto a otros compañeros y compañeras de diferentes sensibilidades sociopolíticas, llegando incluso a la conquista del quinto ayuntamiento del Estado español, que es Zaragoza.

El principal objetivo que debe tener cualquier organización de izquierdas no es practicar un patriotismo de siglas, sino de programa y de ideas. La identidad de cada uno de los partidos hay que respetarla, pero en lo institucional la lucha y el programa es común. Tenemos que estar a la altura de la ambición de la gente y no a la altura de nuestro interés concreto. A nivel institucional, debemos construir una agenda común, desde el reconocimiento a la identidad de cada cual. Eso, en lo electoral, pasa por profundizar en una política de confluencias, basada en un programa de izquierdas claro. Que empiece un proceso, al que no tenemos miedo, de hecho emplazamos al resto de fuerzas de la izquierda a iniciarlo, para garantizar que este país se gana y se cambia desde la izquierda.

Repite lo de la confluencia y que solos no pueden

Yo creo que solo no puede nadie. No se trata de construir una casa común ni un paraguas que lo absorba todo, como algunos han podido tener intenciones, el objetivo común es, desde la pluralidad, construir un programa único para avanzar en la consecución de los objetivos. Y estos han de estar centrados en las necesidades de la gente y del nuevo país que queremos hacer. Hace falta músculo para que este país avance en un proceso constituyente que le devuelva al Estado el papel de garante y de interventor en la economía, que ha perdido por las políticas neoliberales del bipartidismo. Y para ello es necesario ir con otros. Si esas son las ambiciones, el sujeto que debe llevarlo a cabo ha de ser lo más amplio posible.

¿Se apoyaría una confluencia que supusiera pérdida de siglas, más allá de una cita electoral?

Eso no está ahora en cuestión. IU es un sujeto vivo, ágil, necesario y que va a seguir apostando por ese camino común. Siempre hemos hablado de la necesidad de lograr objetivos. Cuando eso suceda, podremos hablar de la superación de los espacios que conformen ese todo, pero, de momento, estamos en la construcción de ese todo.

¿Piensa que Rajoy llegó medio muerto a la primera cita electoral y entre unos y otros lo resucitaron?

El PP llegó con la amenaza de una potencial fragmentación, que representaba Ciudadanos, y con una crisis absoluta de legitimidad enmarcada en un proceso profundo de corrupción. Pero, apoyado por aquellos que generalizaron la corrupción como un mal endémico de la democracia y de los medios que agitaban el espantajo del miedo, salió fortalecido y, al final, fue resucitado. En las primeras elecciones, el espacio político de Ciudadanos fue uno, en las segunda fue más pequeño, y, si hubiera habido unas terceras, sería mucho más pequeño. La derecha española ha sabido caminar junta, y, a eso, solo se responde con una posición clara y nítida desde la izquierda, y no hablo del PSOE, que tiene una crisis que tendrá que dilucidar más allá de caras de bonitas. Así que sí, comparto que parecía que entraba medio muerto y al final salió aupado por los poderes económicos, políticos y mediáticos.

¿Es la unión de la izquierda la que puede conseguir que en España, de una vez, pase algo ante tanta corrupción?

Es la movilización, la conciencia y la lucha por las ideas, la que lo puede conseguir. Es necesaria, además de la pataleta, la alternativa; además de la protesta, la propuesta. Solo el pueblo salva al pueblo.

¿Hay que estar en las calles y en las instituciones?

Sí. Hemos sido pioneros en eso. IU no entiende que el poder se dé solo en el ámbito parlamentario. Es imposible si no hay un poder popular que defienda esas conquistas, incluso que las fuerce para que avancen.

¿Los “ayuntamientos del cambio” están cumpliendo las expectativas?

Esos espacios están demostrando desde la gestión, y más allá del ruido y del acoso y derribo de la derecha que dice que no sabemos gestionar, que lo hacemos mejor. Lo público gestiona mejor que lo privado, y eso es lo que realmente le duele a las posiciones más conservadoras que están viendo una seria amenaza para los intereses que han caracterizado la política durante los últimos 30 años, en los que PP y PSOE cumplían órdenes, objetivos e intereses de otros que son los que marcaban la agenda política. Queremos espacios políticos de gobierno que no sean sicarios de poderes económicos que están por encima de nosotros. La política es una pelea entre clases enfrentadas, y cuando tocas los intereses de una clase, reacciona, y reaccionan los adláteres políticos que han estado gestionando para ellos durante 30 años: las remunicipalizaciones, Torre Village o la enseñanza concertada son ejemplos claros.

¿Qué le parece que la Justicia vaya en contra de la no apertura de aulas concertadas que decretó el Gobierno de Aragón?

Es inconcebible la doble vara de medir de la Justicia en este caso concreto. En 2014, frente a la judicialización del cierre de una docena de aulas de la pública en la Comarca de las Cuencas Mineras, las ampas lo llevaron a la Justicia y esta no se pronunció. Hoy, que está claro que esas aulas que se ha decidido no seguir concertando no son precisas, la Justicia se pronuncia porque los intereses que hay detrás son los privados y el privilegio. La educación debe ser garantizada desde el Estado. No está el derecho a elegir centro por encima de la obligación del Estado de garantizar el acceso universal a la educación. La Justicia no interpreta la norma como debiera.

¿Llegará a haber en España un debate real sobre monarquía o república?

Sí. Porque los valores republicanos son los del sentido común. Es decir, cuando seamos capaces de abrir un debate sobre cómo queremos que sea nuestro Estado… igualdad, justicia y fraternidad deberán ser los elementos nucleares de la cuestión sociopolítica y, por lo tanto, claro que abriremos ese melón. Y discutiremos sobre si es necesario tener una monarquía por la gracia de Dios (que es de donde viene), sobre si es lógico que haya un ciudadano que no ha sido elegido por nadie y nos represente a todos y, sobre todo, de si tenemos que seguir lastrados por esa herencia de franquismo que implica la necesidad de tener una monarquía como garante de esa estabilidad absurda, porque vemos lo que vemos: que la monarquía está calada de corrupción en este país.

¿A qué le suena eso de nueva y vieja política?

A un mantra absurdo. La política con mayúsculas es la única que vale. La historia y la política no empiezan ni acaban en ningún momento. No se ha inventado nada nuevo. Lo único que hay que hacer es recuperar la esencia y los valores de la política. Lo de vieja y nueva política me parece un cliché necesario para resetear aparentemente con el pasado, cuando la historia nos demuestra que resetear del pasado te puede llevar a cometer los mismos errores.

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