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“En Zaragoza, tenemos obras de autoría femenina espectaculares, pero no se exponen”

Paula Gonzalo Les en el Ciclo Cultural de la Casa de la Mujer de Zaragoza de abril de 2018

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

Paula Gonzalo Les (Zaragoza, 1984) se define como madre y activista transfeminista. Licenciada en Historia del Arte, cursó también el Máster en Relaciones de Género. Ahora, acaba de publicar “Las Mujeres artistas en la ciudad de Zaragoza”, un inventario de las obras de autoría femenina en las colecciones públicas de la ciudad.

¿Cuáles son las conclusiones del trabajo “Las mujeres artistas en la ciudad de Zaragoza”?

La conclusión es que tenemos una obra de autoría femenina espectacular en las colecciones públicas de la ciudad de Zaragoza, que es donde se centra el estudio. Podríamos hacer retrospectivas de arte nacional e internacional, en la línea de los estudios sobre género y sobre arte feminista que se van haciendo en España desde los años 90, por ejemplo, en el MUSAC de León o en el Museo de Bilbao. La segunda conclusión es que, en cifras, en Aragón estamos más o menos igual que en cualquier otra comunidad autónoma: no se cumplen las leyes, en concreto el artículo 26 de la Ley de Igualdad de 2007, que dice que con dinero público tiene que asegurarse que la cultura represente por igual a hombres y mujeres.

Las obras de arte de mujeres están en las colecciones y, sin embargo, nunca aparecen en las retrospectivas. Además, cuando se hacen reorganizaciones de las colecciones en planta, las mujeres, casualmente, siguen en los depósitos de los museos.

Entonces, ¿tenemos muy buenas obras de arte de autoría femenina y no se exhiben?

Sí, tenemos obras espectaculares. Sirven para hacer cualquier tratado de arte, son todas de nombres de artistas conocidas. Sin embargo, las tenemos casi todas en depósito. Sí hay en la vía pública, lógicamente, alguna obra de arte urbano; siempre muy mal datadas, no sabemos de quiénes son. El resto están todas en depósito, excepto cinco. Cuatro son obras del Museo Goya Camón Aznar, porque el edificio se hizo para exponer toda la colección; allí no hay nada en depósito. La otra obra femenina que sí tenemos expuesta en la ciudad está en el Museo de Zaragoza, en la plaza de Los Sitios. Es un retrato de boda de Lavinia Fontana. También es llamativo que hay muchísima cerámica y papiroflexia realizada por mujeres; es decir, se sigue repitiendo la inercia de que estas artes menores o decorativas están asociadas con lo femenino.

Solo 5 piezas expuestas de autoría femenina, ¿entre cuántas obras expuestas en total?

Si nos fijamos en las colecciones expuestas, en torno al 95% de las obras son de autoría masculina. En los inventarios de las colecciones públicas de Zaragoza, hemos registrado que hay 1.125 piezas de autoría femenina, de 451 artistas; serían el 10-11% de todo lo que tenemos en la ciudad de Zaragoza en colecciones públicas. Sabemos, por ejemplo, que el Museo Goya Camón Aznar tiene 500 piezas y, como decíamos, solo 4 son de mujeres; representan un 0’8%. De la colección del Gobierno de Aragón, custodiada por el IAC Pablo Serrano, que son 3.000 piezas, solo hay 409 de mujeres, que es un 13’63%. El museo de Zaragoza tiene más de 3 millones y medio de piezas, desde la prehistoria hasta el momento actual; solo hay 23 piezas de autoría femenina. Ese periodo histórico tan amplio del museo explicaría el porcentaje de obra femenina, que era un 0'00065%. Pero los porcentajes son siempre muy bajos; nunca pasan del 12%.

El fondo artístico de las Cortes de Aragón tiene 390 piezas, de las que solo 22 son de autoría femenina, lo que supone un 5’64%. El patrimonio cultural de la Universidad de Zaragoza tiene casi 1.000 piezas; solo hay 57 de mujeres. La única excepción es la Sala Juana Francés, que está en la Casa de la Mujer y depende del servicio de Igualdad del Ayuntamiento de Zaragoza. Es una sala muy maltratada, está a pesar de que a nivel nacional ha tenido múltiples reconocimientos por ser el primer espacio en el que se habló de arte feminista, de arte de la diversidad afectivo sexual… también de nuevas masculinidades, por ejemplo. El estudio nació con la idea de hacer itinerarios turísticos, que pudieras ir a los museos y hacer un recorrido alternativo viendo las obras de las mujeres. Se trataba de hacer una reflexión crítica, no un pink washing o un lavado de cara político, que es lo que ha hecho el Reina Sofía: sin una revisión crítica y feminista de la colección, simplemente ha destacado las autoras femeninas y ya está. Pues bien, aquí ha sido imposible hacer ese itinerario turístico porque sería el itinerario de lo que no vas a ver, de lo que no está expuesto.

¿Hay alguna explicación en términos artísticos para esta desigualdad?

Los investigadores de arte feminista y de las inercias del arte y del mercado solemos decir que, si nos retrotraemos al siglo XVI o XVII, cuando las mujeres no tenían permitido acceder a ninguna enseñanza artística -a las universidades europeas solamente entran a partir de mediados del siglo XX-; vemos cómo la mayoría de las mujeres se formaban en los talleres y escuelas de padres, hermanos, maridos... En esas circunstancias, era muy fácil que su autoría se perdiera. Este sería el caso de Luisa Roldán, la autora de la Virgen de la Macarena de Sevilla, que siempre se había atribuido a Luis Roldán, que era su padre. Ahora sabemos que esa obra era de ella, porque está registrado así en los encargos, aunque luego se fuese silenciando la historia.

Pero la situación no se explica hoy en día, que tenemos una democratización del sistema educativo desde los años 60 y 70 y porcentajes como que las mujeres somos el 70% de los graduados en Bellas Artes y casi el 80% de los graduados en Historia del Arte. Las mujeres solemos ser las que, por oposición, formamos los cuerpos de conservadoras de los museos. Sin embargo, los patronatos y las direcciones de los museos, que suelen ser cargos políticos, a dedo, siguen siendo mayoritariamente hombres. También hay mayoría de hombres en los jurados de los premios artísticos, en los simposios, en las jornadas... Entonces, reproducimos la inercia del sistema social, una inercia en la que todavía los puestos de poder y los privilegios siguen en manos de varones.

¿Qué efecto tiene esto en las colecciones de arte que ofrecen nuestros museos?

El primer efecto es que estamos viendo mucho menos de la mitad de la vida real. Podemos constatar que la inmensa mayoría de las colecciones en España todavía son sexistas, pero también homófobas y racistas. No representan a la ciudadanía, todas las realidades que hay; a pesar de que en el arte contemporáneo ya se están produciendo esas realidades, ya se está hablando de otras temáticas. Como mujer no me siento representada con la mayoría de las temáticas de las colecciones, en los desnudos femeninos pasivos, en unas utilizaciones de nuestro cuerpo que no se reflejan en los cuerpos masculinos... Lo mismo pasará a personas con otra orientación sexual, de otra raza... Obviamente, no te puedes sentir representado. Entonces, inconscientemente, en lo que no te encuentras representado y donde constatas una ausencia, te sientes una minoría. Las minorías no existen, las minorías se crean. Ese sería un primer efecto que, de hecho, va en contra de las leyes que amparan la utilización de dinero público para la gestión cultural y la producción de cultura.

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