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“La falta de consenso en política lingüística afecta a los hablantes: ven su lengua como materia de conflicto”

Natxo Sorolla, autor del estudio sobre la situación del catalán en La Franja.

Óscar Senar Canalís

Zaragoza —

El sociólogo Natxo Sorolla (Peñarroya de Tastavins, Matarraña, 1980) presentó recientemente en las jornadas Cinga Fórum, organizadas por el Institut d’Estudis del Baix Cinca, las conclusiones de su tesis doctoral sobre la situación sociolingüistica en las comarcas del Bajo Cinca y La Litera, en las que muchos pueblos han sido históricamente catalanohablantes. Según arroja su estudio, el uso del catalán está en retroceso entre los jóvenes de la zona oriental de Huesca, lo cual sería el paso previo a lo que se conoce como sustitución lingüística.

El próximo 28 de octubre Sorolla volverá a tratar el tema en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza, dentro de las jornadas 'El reto de investigar sobre La Franja de Aragón', organizadas por la Associació Internacional de Llengua i Literatura Catalanes y el Área de Filología Catalana de la Universidad de Zaragoza.

¿Qué es la sustitución lingüistica?

En sociolingüística, se entiende como el momento en el que un grupo social determinado cambia la lengua que venía utilizando hasta entonces y decide sustituirla por otra. El punto crítico de este proceso, lo que determina que el uso de una lengua está amenazado, es cuando los progenitores deciden no transmitir su lengua a sus hijos, sino otra que consideran más prestigiosa o útil. Antes de llegar a ese extremo hay fases previas.

¿Y en qué fase se encuentran las comarcas del Bajo Cinca y La Litera?

La realidad es que yo no estaba estudiando la sustitución lingüistica en La Franja; con mi tesis buscaba analizar la situación sociolingüistica en un territorio que ha sido históricamente catalonohablante. Pero lo que me encontré fueron datos que, si no alarmantes, apuntan a lo que ya algunos intuían: que las generaciones jóvenes están dejando de usar su lengua en las relaciones sociales. Soy de una comarca más al sur, el Matarraña, y no esperaba que la situación fuera tan diferente al norte. Según hemos podido comprobar, una cuarta parte de los alumnos catalanohablantes, aquellos que usan el catalán como lengua habitual con sus dos progenitores, recurren al castellano para comunicarse entre ellos. Esto nos indica, a falta de consolidar el estudio, que podría ser la fase previa a la decisión de, en el futuro, y si se quedan en el territorio (porque la despoblación es otro problema de estas zonas), dejar de transmitir el catalán a sus hijos.

Según recoges en tu tesis, en los años 90, incluso entrados los 2000, la situación era bien distinta. ¿Qué ha ocurrido para que se produzca este cambio?

Hay que preguntarse qué es lo que no había ocurrido hasta entonces. La Franja era un territorio rural que históricamente enviaba emigración a otras zonas, pero a partir del cambio de siglo se ve envuelto en el proceso de migraciones internacionales que ya no solo involucra a grandes capitales, sino que llega a pueblos, lo que altera su composición demográfica. Otro factor es la minorización de la lengua: en las generaciones mayores la mayoría de sus componentes son catalanohablantes, es su lengua de socialización habitual, pero entre los jóvenes tenemos más variedad, con gente de fuera, autóctonos castellanohablantes, o hijos de parejas mixtas que funcionan en la práctica como castellanohablantes. Suponemos, porque hay que profundizar en el análisis, que estas paulatinas variaciones en la sociedad se traducen en cambios lingüisticos muy rápidos, que pueden conducir a que el castellano se convierta en lo que en sociolingüistica se llama lengua no marcada, esto es, aquella que por su uso no te define como miembro de un grupo determinado.

¿El catalán en La Franja está perdiendo prestigio social?

No se puede decir que se haya llegado a ese punto, porque no hemos detectado que los padres dejen de transmitir el catalán como lengua, estaríamos todavía en la fase previa. La cuestión del prestigio de la lengua tiene relación con el proceso de modernización global (aumento de las migraciones, incremento de población urbana, posibilidad de cambio de clase social...), que tiene consecuencias socioligüisticas claras: las lenguas minoritarias pierden su capacidad de cohesión social, mientras que las lenguas más usadas se hacen más grandes. Las cuestiones de clase social han sido importantes en otros procesos de sustitución, como se ha visto en Alicante o Valencia. En La Franja no hemos trabajado este aspecto y tengo mis dudas de que sea un factor influyente, pero sí puede tener cierto efecto que en el sistema educativo y sanitario se funcione de forma monolingüe. Ver que médicos y profesores usan el castellano puede inducir a pensar a los padres que es la lengua que va a dar más oportunidades a sus hijos.

¿Qué medidas ayudarían a preservar la lengua patrimonial?

La principal es que la lengua propia esté en el sistema educativo, y no solo como asignatura optativa, porque, aunque facilita, no es suficiente para posibilitar la alfabetización de los alumnos. Hay que incorporar la lengua propia como vehicular, que no solo se aprenda a escribirla, sino que también sirva para enseñar otras asignaturas como Ciencias Sociales o Naturales. Igual que todos los alumnos aprenden castellano, deben aprender catalán (e inglés, claro), para que luego puedan decidir libremente qué lengua usar en su vida diaria. No es la solución mágica, pero creo que la Administración debe transmitir a los padres el interés por mantener la lengua del territorio.

¿Medidas como la cartelería y la señalización bilingüe tienen un efecto real en el mantenimiento de la lengua propia?

Tienen su importancia, sí, pero no dejan de ser simbólicas. Las políticas tienen que ir mucho más allá, han de buscar un efecto a largo plazo. En las discusiones se pone el acento en la cooficialidad del aragonés y el catalán en Aragón, pero la realidad política es que no hay una mayoría suficiente para introducir esa cuestión, en la medida en la que sería necesario, en el Estatuto. Se puede conseguir que sean lenguas oficiales de Aragón, pero si luego no hay medidas que lo desarrollen en reglamentos y leyes, será importante, pero se quedará en el terreno de lo simbólico. Puede darse una situación similar al gaélico en Irlanda, donde es la lengua oficial pero hay enormes dificultades para que se mantenga. Es preferible lo que ocurría en La Franja, donde estaba extendido el uso popular del catalán en un nivel informal, a una situación de oficialidad en la que no existan hablantes.

La política lingüistica siempre genera grandes controversias...

En el año 2001 empezaron las guerras por la lengua en Aragón. Fue entonces cuando el PAR se distanció de su política tradicional de defensa del aragonés y el catalán, con esas denominaciones, para decidir que el anticatalanismo y no reconocer la lengua en su propio territorio le podía dar réditos entre cierto electorado, como de hecho ocurre. Este viraje se traduce en una guerra simbólica, en la que se hace una Ley de Lenguas, al cabo de dos años entra otro gobierno y hace una nueva ley donde aparece lo del LAPAO, en poco tiempo vuelven a cambiar los contenidos de la ley... Todo esto afecta a los hablantes, porque al final entienden que la lengua es un problema, la ven como materia de conflicto, y eso no es positivo.

¿Cuál es el camino a seguir?

Hay que volver a los consensos en política lingüística. En este sentido, es importante el papel del PAR. Cuando gobernó con el PP en los años 90, el PAR incluso votó diferente que su socio en leyes como la de Patrimonio Cultural y defendió que el aragonés y el catalán eran lenguas propias de Aragón y que debían ser cooficiales. Su giro empieza cuando gobierna con el PSOE y recurre a este tema para marcar distancias.

¿Cómo valoras las decisiones del actual Ejecutivo aragonés de PSOE-CHA?

Después del LAPAO, que suponía negar la propia existencia de una lengua sobre la que académicamente no hay ninguna duda, cualquier paso que se diera iba a ser positivo. Insisto en que hay que trabajar para lograr que haya continuidad en las políticas, que no se cambien cada vez que entra un nuevo ejecutivo. Ahí está el ejemplo de las clases optativas de catalán en La Franja, que se implantaron en 1984 con el socialista José Bada como consejero de Cultura. Esas clases se han mantenido, incluso se han ampliado, con los gobiernos posteriores e indiferentemente incluso de la ley del LAPAO. Hay que separar la política lingüistica de otros conflictos, que pueden dar muchos réditos en el debate a nivel estatal, pero que acaban afectado a las gentes que viven en la frontera y se convierten en un problema para su día a día.

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