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“Los motivos del 8M son miles porque el machismo se expresa en nuestras vidas y cuerpos de múltiples formas”

Justa Montero, activista feminista.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

“¿Por qué se movilizan las mujeres?” ha sido el título esta semana de una mesa redonda organizada por la Casa de la Mujer de Zaragoza. Para Justa Montero (Barcelona, 1955), una de las participantes, las grandes movilizaciones de los últimos 8 de Marzo se explican porque el nuevo concepto de huelga feminista ha conseguido implicar a mujeres muy diversas.

¿Por qué cree que se movilizan las mujeres?

La pregunta hace referencia a explicar la movilización de este 8 de Marzo, que, por segundo año consecutivo, en todas las ciudades y territorios ha sido extraordinaria, masiva y transversal. Contestar no es fácil porque las mujeres nos movilizamos por donde nos aprieta el zapato. Me parece muy interesante lo que planteó la Comisión Feminista 8 de marzo, que dijo que teníamos 1.000 motivos para hacer la huelga feminista y 1.000 motivos para manifestarnos. Creo que ahí está la clave: cada mujer puede tener uno o muchos de todos esos motivos para movilizarse. Los motivos son miles porque la forma en que el machismo y el patriarcado se expresa en nuestras vidas y en nuestros cuerpos es también múltiple. Los motivos pueden ser inabarcables.

Con esos 1.000 motivos, quizá deberíamos preguntarnos por qué las mujeres no nos hemos movilizado antes…

Ya llevábamos varios años con movilizaciones importantes. Recuerdo todas las movilizaciones rechazando las violencias machistas, exigiendo cambios en las leyes. También, en los últimos años, las movilizaciones que hubo por la indignación contra los intentos del gobierno del PP y, en concreto, del ministro Ruíz-Gallardón de restringir aún más el derecho al aborto. Y, más atrás en el tiempo, también hay que tener en cuenta la movilización del 15M, donde muchísimas jóvenes y mujeres también participamos. Es decir, esto es un proceso acumulativo, que estalla en un momento dado. Creo que ha sido, fundamentalmente, por lo certero de la propuesta de huelga feminista, que hablaba de una movilización que recogía la diversidad de realidades de las mujeres y que ofrecía un espacio de participación a todas. También tiene que ver con el hartazgo de las mujeres por vivir una situación de desigualdad que no tiene ninguna explicación: de injusticias, de discriminaciones... Se ha ido despertando una conciencia entre todas nosotras de que ya basta y de que unidas podemos ser fuertes. Además, es importante que las movilizaciones del 8M en España son un reflejo de lo que sucede a nivel internacional, de ver cómo las mujeres estaban siendo protagonistas de movilizaciones enormes en países tan distintos como Argentina, con el grito de “Ni una menos, vivas nos queremos”, o Estados Unidos, con la marcha de mujeres. El feminismo forma parte de un grito global que articula a mujeres de muy distintos países en nuestro rechazo a las políticas extractivistas que acaban con la vida de mujeres feministas, defensoras ambientalistas, defensoras de los derechos humanos, de las tierras en países como Honduras. Hace muy poco se cumplió el aniversario del asesinato de Berta Cáceres y, justo esta semana también, el de la activista feminista y anti racista brasileña Marielle Franco. En la memoria de estas mujeres también estamos expresando una articulación contra las extremas derechas, tan vinculadas también a fundamentalismos religiosos.

En la charla, esta semana en Zaragoza, usted destacaba lo revolucionario del concepto de huelga feminista...

Claro, las huelgas tradicionales hacían referencia al ámbito productivo. La potencia de la propuesta que se hace desde las comisiones feministas del 8 de Marzo es, precisamente, la resignificación de este concepto. Tiene que ver con una revisión del propio concepto de trabajo que se había venido haciendo, con todas las aportaciones desde la economía feminista. Si se plantea una huelga en relación al trabajo que hacen las mujeres, esa huelga tiene que abordar, obviamente, el ámbito productivo; pero también el trabajo que se realiza en el ámbito reproductivo y de cuidados. Eso es lo que pone en evidencia la huelga feminista: que hablar de huelga en el trabajo, en el caso de las mujeres, obliga a ampliar y a cambiar el concepto de huelga y de trabajo. Por eso, todas las mujeres tienen un espacio en la huelga feminista.

¿Faltan todavía mujeres por movilizar?

Sí, claro que faltan muchas mujeres. Pero este año la movilización ya ha sido más numerosa que el año pasado, sobre todo entre las jóvenes, y pienso que esto va a seguir en aumento. Si hacemos una retrospectiva histórica, desde que en 1978 se hicieron las primeras manifestaciones del 8 de Marzo hasta ahora, ha habido una evolución impresionante. Ha aumentado la participación de las mujeres y la identificación del feminismo como una referencia para expresar y para buscar cambios en nuestras vidas. Claro que faltan muchas mujeres, pero en el último año hemos visto cómo ha habido una extensión de todo el trabajo en los institutos, en los centros de trabajo, en los barrios, en las empresas… Además, existe ese feminismo capilar que penetra en todos los ámbitos, en todos los espacios privados y públicos, en la calle, en las empresas, en las instituciones... Absolutamente está permeando toda la sociedad. El hecho de que este 8 de Marzo, como en los anteriores, hayamos conseguido que el feminismo sea un debate social sobre el que todo el mundo se tiene que pronunciar y que esté en la agenda y el debate social demuestra esa profundidad del feminismo, que seguro que va a hacer que más y más mujeres se vayan movilizando. Y también, más hombres.

Más allá de esa entrada del feminismo en el debate social, ¿hay más logros?

Siempre se pregunta qué es lo que ha cambiado con respecto al último 8 de Marzo. Uno de los cambios es que en 2018 conseguimos un primer gran paso de gigantas: visibilizar la realidad compleja y diversa que atraviesa la vida de las mujeres. En la agenda y en el debate social, aunque no se resolvieran, estaban claramente temas relativos a la violencia, a los derechos sexuales y reproductivos..., pero estaba muy invisibilizada la situación de muchas otras mujeres: las migrantes, las lesbianas y trans, las rurales, con diversidad funcional, jóvenes… Uno de los aspectos muy importantes de estas movilizaciones es que han permitido la expresión de un feminismo que articula muchas luchas sociales que las mujeres protagonizamos de una u otra forma: contra las políticas neoliberales, los desahucios, las políticas que agotan los recursos naturales... Por eso le da ese carácter de propuesta y de esperanza a nivel social, porque pone en el centro de la agenda cuestiones claves en el funcionamiento de la economía, de la justicia, de las relaciones personales, de las familias...

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