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“Las mujeres siguen apareciendo como un apéndice en los libros de historia”

Teresa Ortega

Ana Sánchez Borroy

ZARAGOZA —

Una joven estudiante de Historia en la Universidad de Granada, Teresa Ortega (Granada, 1973), acudió en el curso 92-93 a una conferencia de Mary Nash, la irlandesa pionera que introdujo la historiografía de género en la universidad española. Ahora, casi 30 años después, Teresa Ortega ha presentado esta semana en Zaragoza, junto a Elena Hernández Sandoica y Ana Aguado, el libro que han editado recopilando una veintena de ensayos que subrayan el impacto de las mujeres como sujetos históricos: Mujeres, dones, mulleres, emakumead.

¿Por qué sigue haciendo falta publicar un libro como Mujeres, dones, mulleres, emakumead?Mujeres, dones, mulleres, emakumead?

Porque desde el año 74 hasta nuestros días siguen apareciendo nuevos temas. Es decir, a partir de la obra de Mary Nash, gracias a la perspectiva y la metodología que nos ofrece la Historia de las Mujeres, afortunadamente se han ido ramificando los estudios sobre la mujer, los estudios de género… Eso ha permitido sacar a la luz nuevos sujetos y nuevos temas que es necesario conocer. Por eso, considero que es muy importante que sigan apareciendo publicaciones como este libro: para dar a conocer esos nuevos temas, esas nuevas preocupaciones que tenemos los historiadores, para seguir profundizando en temas concretos de nuestra historia.

¿Cuáles serían esos nuevos temas que hace treinta o cuarenta años no se tenían en cuenta?

Son temas que tienen que ver con la relación estrecha que existe entre el patriarcado y el capitalismo, con la memoria y la experiencia vivida, con el sexo y la sexualidad, con el cuerpo como construcción cultural y discusiva de poder, con la ciudadanía y la lucha por los derechos civiles y algo muy, muy reciente, con la crítica colonial y el feminismo comparativo entre distintos países, hasta el punto de que podemos hablar de que el feminismo es un fenómeno transnacional. Lo que tenemos que buscar es, por supuesto, las particularidades que tiene en cada uno de los países, pero también los elementos comunes que existen en esta historia internacional.

Mujeres, dones, mulleres, emakumead reúne ensayos de 19 historiadoras y un historiador, ¿tenían relación entre ustedes antes? ¿Hay algún tipo de red de mujeres historiadoras en España?

A Mary Nash tuve ocasión de conocerla como estudiante, en el curso académico 92-93, porque vino a Granada a dar una conferencia. Recuerdo que mi profesora de Historia Moderna nos aconsejó ir a escuchar a esa profesora de la Universidad de Barcelona; no nos dijo ni cómo se llamaba ni sobre qué iba a hablar exactamente, simplemente que venía una profesora que iba a tratar un asunto muy interesante sobre historia de las mujeres. Desde ese primer momento que escuché a la profesora Mary Nash, sabía que estábamos no solo ante una gran historiadora, sino también ante un tema en el que hacía falta seguir profundizando. Ella ya hablaba de lo que había hecho en su tesina, en su tesis doctoral y en sus investigaciones posteriores, pero nos estaba llamando la atención a las futuras generaciones de historiadores a seguir profundizando en muchos de esos temas.

Afortunadamente, más adelante, como profesora de la Universidad de Granada tuve la ocasión de invitarle a un máster interuniversitario en Baeza. Yo me encargaba de organizar el curso correspondiente a “Mujeres y género”. Sin haber tenido ninguna relación con Mary Nash desde aquella conferencia, me aventuré a escribirle una carta invitándole a formar parte del máster. Muy amablemente, me llamó. Fue una gran sorpresa, porque me llamaba y porque, además, lo hacía para aceptar formar parte del curso del máster. Esto fue a principios de los años 2000; desde entonces, he tenido una relación muy especial, muy estrecha con ella hasta el punto de que tuve la suerte de proponerla como Doctora Honoris Causa de la Universidad de Granada en 2009 y fue aceptado por el claustro y el consejo de gobierno de mi universidad.

Así, en mayo de 2010, Mary Nash se convertía en la segunda mujer en recibir ese reconocimiento de la Universidad de Granada. A Ana Aguado también tuve oportunidad de conocerla en ese máster al que acudió la profesora Mary Nash. Mi relación con la profesora Elena Hernández Sandoica ha sido mucho más reciente. Leí su libro con pasión, Tendencias historiográficas actuales. Escribir historia hoy, y la invité, nada más leerlo, a que diera una conferencia. Desde entonces, también tengo una estrecha relación con ella. 

Entonces, ¿ustedes son ya una generación de alumnas de Mary Nash?

Sí, no somos la primera generación, sino más bien la segunda o la tercera. Porque la profesora Mary Nash está creando escuela desde los años 70. Por la edad, personalmente en mi caso me consideraría la segunda o la tercera generación, porque tenemos compañeras que sí forman parte de esa primera o segunda generación que son profesoras que están sólidamente instaladas en sus respectivas áreas de conocimiento o en sus respectivas universidades y que ya tienen una trayectoria mucho más larga en el tiempo. Podemos decir que, en este caso, estamos conviviendo primeras, segundas y terceras generaciones, junto a las que se están formando y que darán lugar ya a una cuarta generación. 

En todo caso, ¿lo que reivindicaba Mary Nash en sus primeros años ha llegado ya a completarse, en cuanto a presencia de mujeres en la historiografía?

En cuanto a presencia de mujeres historiadoras, podemos decir que estamos muy bien representadas; la Historia tiende a ser una disciplina feminizada. Todavía no llegamos a equipararnos al número de varones, pero tampoco podemos decir que somos una minoría. Hay una buena representación. Otra cosa es cómo llega nuestra producción historiográfica a la sociedad, al gran público. Sin embargo, ese es un problema que tenemos no solo las mujeres que trabajamos la historia de género o la historia de las mujeres, sino todos los historiadores en general, independientemente del tema que estamos abordando. Tenemos que hacer un enorme ejercicio de transferencia, de transferir nuestros conocimientos a la sociedad. A veces, es complicado, por una cuestión fundamental: que analizamos temas muy diversos, que pueden interesar más o menos al público. En segundo lugar, hemos tendido a la hiper especialización, que nos aboca a tener un público muy reducido para determinados temas. Ese sería el gran talón de Aquiles de todo nuestro oficio, en general. 

¿Y en cuanto a la presencia de mujeres en los libros de texto?

Ahí sí falta mucho por hacer, por supuesto; basta con coger cualquier tipo de libro para darnos cuenta. En Primaria, Secundaria o incluso Bachillerato, los temas de las mujeres, tanto a nivel colectivo como a título individual o biográfico, siguen estando muy mal tratados. Como madre, me gusta ver los libros de Historia de mi hija, por curiosidad profesional, y estos años atrás he estado comprobando cómo las mujeres suelen aparecer, cuando aparecen, como un apéndice, con tres o cuatro líneas sobre la situación de las mujeres en cada periodo histórico. Siguen apareciendo como un agregado que hay que añadir porque es políticamente correcto, pero no hay un tratamiento adecuado sobre quiénes somos las mujeres.

Si nos vamos a otros niveles, a nivel universitario, en historia contemporánea, los manuales de Historia ya sí incorporan muchas de las investigaciones que han ido apareciendo en las últimas décadas en cuanto a la mujer y el género. Sinceramente, se tiene que seguir haciendo un mayor esfuerzo, porque sigue habiendo temas que siguen estando ausentes en los manuales universitarios. Obviamente, no podemos prescindir de esas importantes incorporaciones que la investigación nos ha brindado en el ámbito de la historia sobre las mujeres.

¿Cuáles serían los principales temas que deberían aparecer en libros de historia y no lo hacen?

Por ejemplo, Mary Nash lo dejó muy claro en su libro de Alianza Editorial Mujeres en el mundo. Ella empieza hablando de cómo en la contemporaneidad, en los estados liberales, hay una clara construcción de género, desde el primer momento, desde finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX. Si vamos a un manual de historia contemporánea universal, se echa en falta que no se aluda a ese tema a la hora de hablar de la construcción de los estados nación, de los estados liberales. Solo encontramos la alusión a las mujeres en los capítulos dedicados al sufragismo, los movimientos por la ciudadanía de los años 20... Es decir, los temas de mujeres están incluidos en ámbitos muy concretos. No hay una permeabilidad desde el comienzo hasta el final del tema de las mujeres. Sin embargo, nos vamos a la segunda edición del libro de Mary Nash, que es desde finales del XVIII hasta nuestros días, y hay una clara lectura en clave de mujeres y de género. Esa clave que recorre toda la historia contemporánea es la que falta en los libros de historia contemporánea universal.

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