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La papelera Montañanesa de Zaragoza sigue tiñendo de negro el río Gállego

La presencia de lignina dota de un color oscuro a los vertidos de La Montañanesa.

Eduardo Bayona

Zaragoza —

Los vertidos de La Montañanesa, la papelera zaragozana del grupo Torraspapel, siguen causando la alarma en las localidades de la ribera del gállego y en algunos de los barrios rurales de la zona norte de la capital aragonesa.

La situación ha vuelto a repetirse en las últimas semanas durante varios días, en los que el agua cercana a la orilla izquierda del Gállego presentaba una franja de vistoso color oscuro como consecuencia de la combinación de dos factores.

Por una parte, los bajos caudales que circulaban por el cauce del río, en una situación cada vez más habitual como consecuencia de la reducción de las aportaciones que, entre otros efectos, provoca el calentamiento global.

Y, por otra, el hecho de que, pese a las recomendaciones que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) viene haciéndole desde hace cinco años, la empresa sigue sin atenuar de manera permanente el color de su vertido autorizado, lo que requiere aplicar un reactivo.

Claramente visible pese a triplicar el caudal ecológico

“Se trata de un vertido con una carga contaminante baja para este tipo de instalaciones pero con gran impacto visual” y que se ha visto “acrecentada por la situación de bajada de caudales, similar a la ocurrida en 2012”, explicaron fuentes del organismo de cuenca.

El color oscuro del vertido, resaltado por la escasez del caudal, se debe principalmente a la presencia de lignina, un polímero orgánico presente en la madera que procesa la factoría para fabricar papel, celulosa y pasta kraf. Es el componente que dota de dureza a la leña y a la corteza de los árboles y resulta, normalmente, soluble en el agua como residuo.

Técnicos de la CHE estuvieron vigilando el vertido, para cuya disolución fue necesario aumentar la suelta de caudal en el río con aportaciones extraordinarias. El organismo de cuenca está investigando también si en los primeros días del mes de septiembre se produjeron detracciones clandestinas de caudales en la zona situada aguas arriba de la papelera, lo que habría intensificado el impacto visual del derrame por la menor capacidad del cauce para absorberlo.

El caudal del Gállego a su llegada a Zaragoza osciló entre los 2.960 y los 4.040 litros por segundo en los primeros diez días del mes, lo que triplica el caudal ecológico de 1.260 que contempla el Plan Hidrológico del Ebro. Pese al estiaje, el vertido fue más que visible en esas condiciones.

Requerimiento de 2014

“La carga contaminante autorizada del vertido ha ido reduciéndose notablemente en las sucesivas revisiones y modificaciones de la autorización, así como la carga realmente vertida, por las mejoras que ha ido aplicando la factoría tanto en la actividad productiva como en las instalaciones de depuración”, explicaron fuentes de la CHE.

En este sentido, la última revisión de los permisos efectuada por el Gobierno de Aragón, el pasado mes de julio, ya incluye las condiciones de vertido que establece la CHE.

No obstante, entre los parámetros de las autorizaciones de vertido que establece la UE no se incluye el color del agua residual, por lo que, ante el impacto visual que generaba el vertido autorizado de la planta de Torraspapel en periodos de estiaje, la CHE ya requirió en 2014 a la papelera para que propusiera “una reducción del color”.

“La empresa se comprometió a dosificar un reactivo para reducir la coloración en situaciones hidrológicas desfavorables”, pero “no se alcanzó una reducción del color permanente en el vertido”, explicaron las mismas fuentes.

Nuevas condiciones más exigentes

Esa última autorización insta a la empresa, que ha comunicado al organismo de cuenca que ha comenzado a trabajar en el tema, a efectuar nuevos estudios para minimizar ese impacto “de forma definitiva” y garantizando “el mínimo impacto visual del vertido en el río”.

La papelera “cumple en general con los límites establecidos para el vertido”, añadieron, a falta de verificar el grado de cumplimiento en los últimos resultados.

El Inaga (Instituto Aragonés de Garantía Ambiental) acaba de efectuar varias correcciones al permiso revisado en los que añade la obligación de realizar “una parada parcial o total de producción, si con ello se minimiza la afección al medio” ambiente, en caso de resultar “necesario” ante “una emisión en forma de fuga o vertido importante, incendio o explosión que suceda en las instalaciones y que suponga una situación de riesgo para el medioambiente en el interior o el exterior de la instalación”.

En ese caso, y además de “adoptar las medidas necesarias para cesar las emisiones que se estén produciendo en el mínimo plazo posible”, la papelera deberá comunicar, además de al Inaga, también a la CHE “los datos de la instalación, la hora, el tipo de accidente y el teléfono de contacto del responsable medioambiental de la empresa”.

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