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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Las elecciones de los indecisos y de las incertidumbres hasta el mismo 10N

Vícar, el feudo del PSOE en el Poniente de Almería donde Vox crece 34 puntos

Arsenio Escolar

Las grandes tendencias del voto parecen claras, sí, pero nunca una campaña electoral había llegado a sus últimos días con tantas incógnitas por despejar y tantas incertidumbres acerca del resultado final sobre la mesa. No solo por el alto número de electores que aún dudan entre votar y abstenerse o que tienen decidido votar pero aún no saben a quién hacerlo sino también por la incógnita de si se producirán estos días algunas noticias de gran impacto y con imprevisible consecuencia electoral a última hora, y cuando ya ninguna tendencia sobrevenida sea fácil de controlar.

¿Volverán a producirse graves altercados en Cataluña con la visita del rey y de la princesa Leonor o con las movilizaciones universitarias o tras las convocadas para el sábado 9 o para el domingo 10? ¿Se llevarán a cabo esta semana -como se especula desde hace algunos días en ámbitos judiciales y policiales- algunas detenciones de dirigentes del autodenominado y bastante desconocido Tsunami Democrático o de los más conocidos Comités de Defensa de la República (CDR)? ¿Lograrán los independentistas radicales bloquear algunos o incluso bastantes o muchos colegios electorales el domingo 10N e impedir el normal desarrollo de la jornada electoral? Si algunas de esas noticias se producen ¿cómo reaccionará el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez de “la firmeza y la proporcionalidad”, y el dividido Govern de Quim Torra, y la oposición de diferentes signos, y el resto de instituciones... y cómo influirán esas reacciones en el voto de los ciudadanos?

El Macrobarómetro del CIS (el nombre es de la propia institución, que ha hecho un trabajo gigantesco, con casi 18.000 entrevistas presenciales) publicado la semana pasada tenía alguna letra pequeña muy interesante. Por ejemplo, la de los que, cuando se hizo el campo de la encuesta (entre mediados de septiembre y el 13 de octubre), tenían decidido votar pero aún no sabían a ciencia cierta a quién hacerlo. Eran muchísimos, el 25,5% del total. Preguntados entre qué formaciones dudaban, las respuestas eran muy variadas. Ordenadas de mayor a menor, quedaban así: entre PP y Ciudadanos, el 9,3% de los indecisos; entre PSOE y Ciudadanos, el 7,5; entre PP y PSOE, el 6,6%; entre PSOE y Unidas Podemos, el 5,9%; entre PSOE y Podemos (sic, aparece de los dos modos en la encuesta del CIS), el 3,3%; entre PP y VOX, el 2,6%; entre Unidas Podemos y Más País, el 1,8%; entre ERC y JxCat, el 1,7%; entre Ciudadanos y Vox, el 1,4%. Como se ve, las variaciones son muy grandes, y eso que solo se recogen las que logran más de un 1% de las respuestas.

Primera conclusión, a simple vista: contrariamente a lo que se decía hasta ahora, se está produciendo alguna transferencia significativa de votos entre el bloque de izquierdas y el de derechas. No solo entre PSOE y Ciudadanos y viceversa, sino incluso entre los dos grandes hegemónicos de cada lado, PP y PSOE. ¿Y eso qué puede significar cuando se abran las urnas, en la noche del próximo domingo? Que en función de cómo reaccione el electorado, sobre todo el indeciso, a los movimientos de los partidos en esta semana decisiva, el PP puede superar los 100 escaños o quedarse en el entorno de los 90. Que Ciudadanos se puede hundir tres pisos o cinco. Que Vox puede crecer en escaños un poco o mucho o incluso muchísimo. Que Unidas Podemos puede aguantar con ligera caída o sufrir un retroceso bastante bastante superior. Que Más País puede logrará un puñado de escaños o medio puñado. Que JxCat puede verse mordido por ERC y por la CUP. Que PSOE, en fin, puede quedarse en el 27-28% de los votos y en torno a los 115 escaños o irse al 32% y acercarse a los 135 asientos en el Congreso.

Encuestas privadas de las últimas horas, ni de lejos tan voluminosos como la del CIS, pero mucho más cercanas a la jornada electoral, siguen detectando un gran número de indecisos, en torno al 20% del total del electorado. Son, por lo tanto, varios millones de votos los que aún están en el aire, a disposición del que tenga mejores argumentos para captarlos. O del que cometa menos errores.

Los expertos en demoscopia y opinión pública vienen advirtiéndose desde hace ya varios procesos electorales, al menos desde el fin del bipartidismo, en las elecciones generales de diciembre de 2015, que hay muchos votos que se deciden a última hora, incluso el día de las elecciones y una vez ha llegado el votante al colegio electoral y se ha metido en la cabina a coger las papeletas. Antes, esa reflexión se producía tarde, pero con argumentos racionales y más permanentes y estructurales, menos perecederos. Esta vez, y esa es la gran novedad, se va a producir también, y quién sabe si sobre todo, con argumentos emocionales y coyunturales, y el principal de todos en esta ocasión es Cataluña. Unos, saldando cuentas con el pasado, reciente y remoto. Y otros, haciendo con su voto prospectiva sobre el futuro, buscando una salida al problema catalán. 

¿Mantendrá la izquierda su ventaja del 28 de abril o se producirá un vuelco hacia la derecha? ¿Volverá a haber un partido bisagra que comunique los dos mundos y dé estabilidad en la gestión a uno de ellos? ¿Jugarán a partir de ahora a otro juego alguna o varias de las formaciones independentistas catalanas? ¿Se romperá el bloqueo? Hasta el final, hay partido.

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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