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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Los estímulos a los indecisos de última hora darán el PP a Santamaría o a Casado

Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado

Arsenio Escolar

Debate de ideas aun sin haber debate formal entre candidatos, duras críticas disfrazadas de reproche fraternal, disputa voto a voto tanto en la primera fase como en la segunda… En las primarias del PP está habiendo de todo. Incluso algún atisbo de juego sucio. Para ser la primera vez que la élite del partido les da voz a los militantes a la hora de elegir al líder o a la lideresa del partido, el saldo no está nada mal. A trompicones y con un método muy cuestionado -doble vuelta, pero la segunda no con los militantes sino con compromisarios-, el todavía mayor partido español da pasos en su democratización interna.

Tras más de un mes de proceso electoral, los dos finalistas, Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado, llegan a la recta final de la carrera tan igualados que todo parece indicar que están en manos de los muchos compromisarios aún indecisos, en torno a 600 votos -el 20% del total- según algunos recuentos. En unas elecciones generales, los indecisos de los últimos días oscilan hasta el final entre varias opciones: el partido A, el partido B, incluso el partido C, la abstención... En las primarias del PP, con una segunda vuelta en la que no votan los militantes sino los algo más de 2.500 compromisarios salidos de la primera vuelta, una especie de delegados enviados al Congreso por los territorios, más los más de 500 compromisarios natos (diputados, senadores, alcaldes, altos cargos orgánicos internos…), sólo hay dos alternativas posibles: Soraya Sáenz de Santamaría, 47 años, diputada desde 2004 y durante seis años y medio vicepresidenta del Gobierno, o Pablo Casado, 37 años, diputado desde 2011 y durante los tres últimos años vicesecretario general de Comunicación del PP. Esa vez no habrá apenas abstenciones ni reacciones de voto útil o inútil ni más cálculo que la decisión que tome el indeciso cuando sea llamado a las urnas, poco después del mediodía del próximo sábado 21 de julio.

La apuesta final de los compromisarios, sean indecisos de última hora o sean convencidos desde hace días, no será solo entre dos personas, Soraya o Pablo, Casado o Santamaría, o entre dos presumibles posicionamientos ideológicos del partido, diferentes lo encabece una u otro. Muchos de los votos de los compromisarios, sobre todo de los que aún dudan, estarán también influidos por cómo crea cada votante que le irá a él dentro de la organización si gana una o si gana el otro. Y los equipos de los dos candidatos, que lo saben, emplearán los últimos días de la campaña en tratar de convencer a los indecisos precisamente con esos argumentos personales, con esos estímulos: irás en la lista municipal o autonómica en un buen lugar, tendrás un puesto orgánico, serás asesor con sueldo… No hace falta ver series sobre política para saber que la vida interna de los partidos es así. Del PP y del resto. Incluso la de los nuevos partidos que al nacer abominaban de estas prácticas.

Del franquismo a las pensiones, del conflicto en Cataluña a las políticas de género o el feminismo. Aun sin debate directo entre ellos, los dos candidatos se han posicionado estos días sobre numerosos asuntos de actualidad. A partir de las declaraciones y del discurso de Santamaría se dibuja un PP de centroderecha, moderado, un Partido Popular al que un politólogo o un sociólogo que tuviera que ubicarlo en la escala ideológica de las encuestas -en las que el 0 o el 1 representan la posición extrema de izquierdas y el 10 la extrema de derechas- lo situaría quizás entre el 6 y el 7. A partir de los posicionamientos de Casado, se vislumbra un PP que se escoraría más a la derecha, en torno al 8 de la escala ideológica o incluso más allá. Pero algo no funciona en este juego, algo no encaja: muchos han visto a Mariano Rajoy detrás de Santamaría -y a José María Aznar detrás de Casado-, pero para el conjunto de los ciudadanos el PP ya es un partido muy de derechas: en el último Barómetro del CIS con pregunta sobre la escala ideológica, el de abril pasado, los encuestados ubicaban al PP, de media, en el 8,25. ¿Va a llevarlo Casado aún más a la derecha para aplastar a Vox pero para dejarle campo libre a Ciudadanos -e incluso al PSOE- en las posiciones moderadas? Si Santamaría ha sido la mano derecha de Rajoy y, según su compañero de Gobierno y furibundo rival José Manuel García-Margallo, “la persona que más poder ha tenido en España desde Godoy” y el PP sale ubicado tras ese periodo de mandato en una posición tan extrema, ¿es ella la más indicada para predicar la moderación y la más capacitada para reconducir la nave hacia esas nuevas aguas del 6 y el 7?

Los dos candidatos se han mojado estos días sobre muchos asuntos, pero han evitado hacerlo sobre uno capital: la corrupción. Capital porque fue la sentencia sobre Gürtel, una enorme gota caída en el vaso rebosante de la corrupción del PP, lo que precipitó todo: la moción de censura del PSOE, la salida de Rajoy de la presidencia del Gobierno y de la del Partido Popular, su retirada de la política y el Congreso extraordinario, primarias incluidas, para elegir a su sucesor.

Los dos candidatos han dado sus recetas sobre muchos asuntos, pero ni los ciudadanos en general ni los compromisarios en particular que el sábado van a optar entre uno y otro saben aún cuáles son el diagnóstico y el tratamiento que Sáenz de Santamaría o Casado le aplicarán al partido sobre su principal enfermedad, la que les ha sacado del poder. Una enorme oportunidad perdida, se le llame o no se le llame refundación a lo que vayan a hacer una u otro cuando asuman el mando. Salvo que el sábado por la tarde, ya elegida una o elegido otro, se atrevan –y puedan- a afrontarlo.

Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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