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Sobre este blog

Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista  que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.

Tolupanes: la lucha de un pueblo de 5.000 años al borde de la extinción

Familia tolupán de Victoria, Yoro. Foto: Nery Tejada / FUNACH / Ayuda en Acción

Ángel González

En la Resolución de Naciones Unidas que estableció el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, se afirma que el desarrollo de estas poblaciones contribuiría al adelanto socioeconómico, cultural y ambiental de todos los países del mundo. Pero en algunos casos, como el del pueblo tolupán, el desarrollo de la población es, más que cualquier otra cosa, una cuestión de supervivencia de su identidad colectiva. Con una población total de unas 20.000 personas de etnia tolupán en Honduras -se agrupan en unas 30 tribus, distribuidas en siete municipios, la mayoría en el Departamento de Yoro-, sólo entre el 2 y el 4% (400-800 personas), hablan su lengua originaria, el tol, y mantienen sus costumbres ancestrales. Esto hace que su idioma se considere en riesgo crítico de extinción por la UNESCO en su Atlas de lenguas en peligro. La muerte de este idioma sería una pérdida irreparable para Honduras, ya que pondría al pueblo de mayor antigüedad de los que habitan actualmente el país, un pueblo anterior al maya y con una historia que algunos antropólogos y lingüistas sitúan en 5.000 años, al borde de la aculturación total.

La mayoría de las personas que conservan su lengua y costumbres habitan en la zona conocida como la Montaña de la Flor, en el Departamento de Francisco Morazán, lugar al que llegaron a mediados del siglo XIX huyendo de los trabajos forzosos a que eran sometidos por el gobernador de Yoro. Según relata Ramón D. Rivas en su “Pueblos indígenas y garífuna de Honduras”, este grupo, originado con tan solo tres parejas, se organiza actualmente en cinco tribus y tienen un pequeño territorio a título de reserva perpetua. Su peculiar historia y las condiciones de vida en las que se encuentran han sido mostradas en documentales como “Los Hijos de Toman”

Aunque la mayoría de los tolupanes hayan perdido su lengua y buena parte de sus costumbres, continúan manteniendo su sentimiento de pertenencia al grupo, su forma tradicional de asentamiento semipermanente y con viviendas dispersas, y una estructura organizativa tribal. Este es el caso de tribu de Las Vegas de Tepemechín, que habita en el municipio de Victoria, Departamento de Yoro, una zona en la que Ayuda en Acción viene trabajando desde hace más de diez años. Tomás Cruz Murillo es en la actualidad el Presidente del Consejo de la Tribu, el órgano que rige las diferentes comunidades que pertenecen a la tribu. Podría sorprender que a su edad, 28 años, haya conseguido un puesto tan relevante en su comunidad, pero este profesor de educación intercultural se ha ganado el respeto de las diferentes tribus por sus valiosas capacidades. Su caso es un ejemplo de que vale la pena invertir en la formación de los y las jóvenes. Además él es la única persona de la tribu que habla el tol, y se muestra partidario de que las tribus tolupanes de Yoro reivindiquen no sólo su lengua, también sus costumbres, su cosmovisión y su manera de ver la realidad y el entorno. Una prueba de la apuesta por el rescate de su cultura es el proceso de formación de docentes que se está produciendo en la tribu, para extender el aprendizaje de la lengua tol. Es el caso de Sindy Elvir, una joven maestra de primaria que aprende el idioma y lo comparte con sus alumnos.

Respecto a la situación social que vive su tribu, Tomás Cruz nos dice que es compleja y, a veces, adquiere tintes trágicos. Con grandes carencias en el acceso a la educación, los niños y las niñas sólo pueden estudiar la educación primaria, porque en la zona existe únicamente un centro educativo básico. En materia sanitaria la situación es aún peor, ya que no hay centro de salud, ni farmacia. Las personas tienen que viajar de 3 a 5 horas para acceder a un centro de salud, en el que muchas veces sólo entregan una receta, ya que no hay medicamento que dispensar. Estas carencias en salud y educación se reflejan en los indicadores de bienestar que, como muestra la Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2102, son bastante peores que la media nacional. Así, el porcentaje de desnutrición crónica de menores de cinco años es casi el doble en Victoria (45%) que la media de Honduras (23%). La población con necesidades básicas insatisfechas alcanza un alarmante 70,6%. Y la población en extrema pobreza se sitúa en un 48,5%, muy por encima de la media nacional que es del 31%.

Esta situación es difícil de revertir, porque se retroalimenta. Como dice el Presidente, un colectivo sin acceso a la educación difícilmente puede defender sus derechos, porque muchas veces hasta se desconocen cuáles son y los mecanismos para reclamarlos. Esta problemática les pone en una situación de gran vulnerabilidad que a veces es aprovechada para tratar de expoliar los recursos de sus tierras. Y es que las condiciones de marginación social no son la única amenaza del pueblo tolupán. Los conflictos por el acceso a los recursos que hay en sus tierras son habituales desde hace años, y provocan la división interna de las tribus. La intervención de los poderes económicos y políticos hace que una parte de la tribu quiera permitir la explotación de los recursos, mientras otra parte prefiere conservar sus tierras. En el caso de la Tribu de Las Vegas de Tepemechín, en la actualidad su territorio está en riesgo por proyectos mineros y de generación de energía hidroeléctrica, aunque tradicionalmente el mayor problema ha sido la extracción de madera.

La división social es una consecuencia grave de estos conflictos, pero a veces lo que está en juego es la integridad personal y la vida de las personas. Según el Informe “El impacto de la minería canadiense en América Latina”, en los últimos 20 años han muerto 40 tolupanes que se dedicaban a la defensa de sus recursos naturales, entre ellos varios dirigentes de las tribus. En los últimos meses se han producido dos asesinatos en Yoro, el del esposo de una dirigente comunal que estaba amenazada por su oposición a los proyectos extractivos, y el de un líder indígena conocido por su defensa de los bosques, aunque sin duda el caso más cruel se produjo hace un par de años, cuando dos hombres y una mujer tolupanes fueron asesinados durante una protesta en la que exigían el cierre de una mina de antimonio en el territorio de la tribu de San Francisco Locomapa.

Con este contexto de violencia y represión, hay que valorar enormemente el trabajo que hace en el territorio de Yoro la Fundación para la Acción Comunitaria de Honduras (FUNACH), el socio de Ayuda en Acción en esa zona del país. Esta organización trabaja para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de Yoro, con especial atención a la población tolupán, ante la desatención por parte del estado hondureño, al que Tomás Cruz califica como negligente. Porque si los gobiernos raramente garantizan los derechos de las poblaciones más vulnerables, cuando se trata de colectivos indígenas la marginación es doble, o triple si son mujeres, algo que debemos denunciar en un día como hoy.

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